viernes, 16 de diciembre de 2022

Avatar: el sentido del agua

Avatar: The way of water (James Cameron, 2022)



Dado que lo de tener fe en las secuelas de Pocahontas in outer space ha llegado al punto en que gran parte de la crítica ya había decidido que le iba a gustar antes de verla, he decidido, tras ver el tráiler, hacer lo mismo, pero en el sentido contrario.

No sé si en algún momento me veré obligado a tragarme algo que, ya para atraerme al cine, me venden como más de lo mismo, LITERALMENTE (los humanos vienen a atacar nuestro planeta, esta vez por agua en vez de por tierra), pero por mi parte se va a meter al cine a ver una postal en movimiento de TRES HORAS Y CUARTO, nada más y nada menos, Rita la Cantaora. Y el perrito que la acompaña la puede acompañar si quiere a verla. Por más CGI “monumental” ( lo he leído) que lleve, prefiero cualquiera de Marvel, al menos no quieren engañar a nadie.

jueves, 8 de diciembre de 2022

Argentina 1985

Argentina 1985 (Santiago Mitre, 2022)


 
Toda esa gente que se queja de cómo las plataformas están arruinando el cine no han vivido en su vida en una ciudad de provincias donde, si hay algún cine cerca, no emitirían nunca una película como Argentina 1985. Por lo que personalmente agradezco mucho a Amazon que la tenga en su catálogo desde poco después de su estreno.

No seré yo quien diga que esta es una de las mejores películas del año, ya hay cientos de webs que lo afirman y que sí que han tenido acceso (y ganas) para ver el resto con lo que hacer la comparativa, lo que sí que es cierto es que estamos ante una película enorme, monumental, a la que no consigo encontrarle un pero. 

Argentina 1985 trata la historia del Fiscal designado para hacerse cargo de la acusación del juicio civil contra los militares que llevaron a cabo el "Proceso de Reorganización Nacional" argentino, esa dictadura que sumió al país en el terror y la ruina, tras el vergonzoso juicio militar que los exoneraba de toda responsabilidad. Un cargo que conlleva una responsabilidad de la que nadie puede exonerarlo, la del Fiscal, que nadie quiere, a la que nadie ayuda, que es puesta continuamente en duda por todas las partes implicadas, que se boicotea, que le lleva a recibir amenazas (hasta el punto de tener que sacar a su familia de Buenos Aires) y para la que sólo logra ayuda de un grupo de jóvenes recién licenciados que no tienen nada que perder, y un ayudante idealista que puede perderlo todo.

Habla, con profundo respecto, del dolor y el miedo de las víctimas, a las que da voz e, incluso, justifica cuando no quieren tenerla, y señala sin miramientos a los culpables, tanto los que se sientan en el banquillo, como los que no (las presiones sociales, de los militares, del gobierno, el manejo de los jueces...), mostrándose reacia a aceptar el veredicto de compromiso que finalmente se logró.

Y lo hace con un tono, hasta cierto punto, amable. Con momentos de intriga, de humor, de drama, de miedo, mezclando costumbrismo familiar y maquinaciones políticas, y haciéndonos partícipes de la idea de que la vida es puro teatro (por lo que, precisamente, el personaje de Somigliana es tan importante para lo que pasa en la sala), y de que el esfuerzo por la lucha por la justicia debe ser conjunto, no personal.

Se apoya en un guión estupendo, una dirección inmaculada que articula sin fisuras momentos casi videocliperos con otros largos e intimistas, y, sobre todo, unos actores que están para chillarles, especialmente un Ricardo Darín que se lo come todo desde la primera a la última escena. Es emocionante, divertida, ágil, trepidante... todo por momentos y todo a la vez.

Aún hay sitios en los que está en el cine. Si tienen la suerte de poder disfrutarla en pantalla grande, háganlo. Por los que no pudimos.

miércoles, 7 de diciembre de 2022

After life

After life (serie de TV, Netflix)

 


Ricky Gervais puede ser controvertido como cómico, y mucho más controvertido cuando habla en serio, no vamos a discutirlo. Incluso podríamos decir que a nivel personal parece un imbécil, y poca gente nos llevaría la contraria. Pero lo que es innegable es que es listo como él solo. Y para muestra, esta serie, que no deja de ser The Office, la buena, la de la BBC, en versión dramática.

Tony es un señor que enviuda de una mujer a la que considera maravillosa, y decide que no quiere seguir viviendo en un mundo sin ella. Entre otras cosas porque vive en un pueblucho de la campiña inglesa donde no hay mucho que hacer, no tiene amigos, su padre está demenciado, vive en una residencia y todos los días tiene que recordarle que su mujer está muerta, y trabaja en un periodicucho local que no cubre ninguna noticia importante, con una serie de compañeros que dan más pena que otra cosa. Intenta suicidarse, a pesar de que su perro se lo impida, y como no lo consigue en primera instancia, decide darse a la autodestrucción, a pesar de que toda la gente que conoce le tiene cariño e intenta ayudarle, porque está cabreadísimo con el mundo y ha decidido compartirlo con él de la forma más explícita posible. Su enfado no será entendido por nadie, ni siquiera por quienes, como Anne, comparten pérdida, y entre el apoyo de esta última para que tome conciencia de sus actos y varios acontecimientos que llevarán a episodios trágicos, parece que Tony irá tomando conciencia de que hay otros caminos. 

En la segunda temporada se va tratando ese cambio de actitud (que no lo es tanto) y la aceptación del inicio de su nueva vida sin Lisa (que así se llama la muerta). Tras una primera temporada durísima, donde el humor, caustiquísimo como es marca de la casa, aparecía como alivio a lo que nos estaba contando, esta segunda,  como el cambio que se produce en Tony, va dejando atrás el ego del protagonista para centrarse en los que lo rodean, y convertirlo, hasta cierto punto, en una extensión de su mujer fallecida, esa cuidadora incansable que lo cuidó tanto que no paró de dejarle vídeos para que, una vez no estuviera ella, él fuera capaz de seguir adelante con su vida (por más que no le haga ni puto caso). Y, en ese sentido, Gervais  retrata la miseria en todas sus vertientes (moral, ética, personal...) con una mordacidad envidiable, aunque, sin embargo, de una forma sensible y empática que cuesta más detectar en sus productos cómicos.

Si bien la serie podría haber terminado (con un final más que digno) con esa segunda temporada, parece que decidieron hacer una tercera para que Gervais hiciera otra serie donde demostrara que él es capaz, como un Cameron cualquiera, de recurrir a la sensiblería facilona llegado el momento, y donde se olvidara casi completamente del arco de su protagonista, para volver al punto cerril inicial, aunque con una motivación externa para seguir viviendo que pasa por no intentar hacer nada por ser feliz que no dependa del otro (tal y como parece que hacía su mujer). Se centra en el resto de personajes, elimina un par de los mejores de las temporadas previas y no da nada que se parezca a lo previo, aunque la escena final sea muy bonita y valga para cerrar de forma lacrimógena algo que no lo era tanto. A mi me sobraba.


domingo, 4 de diciembre de 2022

Archer

Archer (serie de TV, FX Productions/Floyd County Productions)


Hará poco más de un mes que Netflix estrenó en España la ¿última? temporada de una serie que lleva trece años siendo, creo, injustamente ignorada por el mainstream. Y hace ya casi tres semanas que me tragué la última, y demasiado corta, temporada en dos tardes, y que llevo pendiente hablar de ella porque no sé qué es lo que tengo que decir de Archer más que animar al que no la haya visto a qué lo haga. Y que la disfrute.

Oficialmente, Archer es una serie de animación para adultos, si es que eso quiere decir algo. Archer comienza como una comedia de acción, en forma de animación realista, y que se inspira en la vida de Stearling Archer, espía de profesión en la empresa de su madre, que no sólo comparte con su progenitora interés profesional, sino una lista completa de cualidades que convierten a ambos en seres francamente despreciables hechos el uno para el otro, con más que evidentes traumas compartidos y un alcoholismo galopante que sólo preocupa a los demás.

Trabajar en una empresa de espionaje supone una cierta laxitud moral, cosa de la que no se salva ni Lana, quizá el único personaje medianamente normal, pero es que el resto de miembros del ISIS (sí, así se llama la empresa de espionaje que trabaja en gran parte para el gobierno de los EEUU) se mueven entre el desquicie y la perversión, cuando no ambas cosas. Tanto que, cuando el Gobierno de los EEUU termina cerrando una empresa que no hace más que dar problemas, el modo de ganarse la vida que encuentran es dedicarse al tráfico de drogas.

Se bromea con la violencia, el sexo, las inseguridades, la delincuencia, los experimentos científicos inmorales, la muerte, la explotación, el capitalismo… cualquier cosa que sea de dudosa moralidad va a ser alguna de las características de algunos de unos personajes a los que, a pesar de todo, se les va cogiendo cariño, tanto como a su impresentable protagonista.

No hay ningún tipo de evolución en los personajes, al menos no a mejor. Parece que cada historia quiere superar en locura a la anterior y, ciertamente, casi siempre lo consigue, a base de descolocarnos cada vez que puede, cambiar de género cada vez que tiene oportunidad, y no parecerse nunca a ella misma.

Optó por poner en coma a su protagonista durante tres de sus temporadas, dedicando cada una de ellas a uno de sus sueños, donde vivía vidas similares con personajes similares a los de su vida real, pero inspirado en épocas diferentes, permitiendo explorar otras estéticas, y homenajear estilos cinematográficos diferentes, hasta que Archer se despierta al final de la temporada 10.

Las dos últimas temporadas son de duelo, el primero el que tiene que hacer Archer sobre su vida previa al coma y su mayordomo/esclavo muerto, y la segunda, involuntaria, la que tuvieron que hacer frente los creadores con el fallecimiento de la grandísima Jessica Walter, voz de Mallory Archer, fallecida el año pasado y a la que se le dedica un último episodio de la duodécima temporada que llega de forma precipitada, en forma de desenlace completo, y sin que dejar abierta posibilidad de continuación aparente. Aunque, a pesar de que ella ya no esté, ojalá me equivoque.

sábado, 3 de diciembre de 2022

El país de los sueños

Slumberland (Francis Lawrence, 2022)

 


Una niña repugante a la que su padre ha criado en un faro, completamente alejada de lazos sociales (que el padre tampoco mantiene) y sumergida en un mundo infantil que el padre se resiste a abandonar, tiene que enfrentar el mundo tras el trágico fallecimiento de este, ayudada por un tío al que no conoce y no sabe qué hacer con los niños, y, a pesar de que es tan inteligente que es capaz de desenvolverse sin problemas en contextos nunca vividos, refugiándose en el mundo de sueños que su padre le contaba, en el que buscará, con la ayuda de Jason Momoa con un poco de barriga (demostrando así su versatilidad), un imposible para volver a ver a su padre muerto, no terminan de aclarar durante todo el metraje para qué. Y hasta ahí voy a contar, no porque si suelto un par de spoilers vaya a desvelar nada que no se intuya desde el minuto tres, al menos cualquier adulto funcional, sino por un poco de respeto.

Quicir, la misma historia de elaboración de la pérdida que hemos visto treintaycinco millones de veces, basado aparentemente en una novela infantil que desconozco, y que no tiene el más mínimo interés en resultar interesante a otro público que no sea al que va dirigido. 

Personalmente, me ofendió muchísimo más la tontuna aquella de La Escuela del Bien y del Mal, pero por lo que he visto debo ser el único. Parece ser que toda la crítica estadounidense está muy enfadada porque una película da lo que anuncia, básicamente una película infantil de manual acerca de la pérdida, con algunas buenas ideas visuales y una estética y efectos especiales conseguidos. No sé si tendrá que ver con la misma idealización de la infancia que lleva a subir a los altares a la mitad de las mierdas que vimos en los ochenta (y que nos siguen gustando por lo afectivo, porque siguen siendo películas más que discretitas), o lo mismo es que creían que Netflix iba a estrenar en época prenavideña una sesuda crítica a la fábrica de desadaptados sociales que es el "home-schooling" yanqui, terminando con su pertinente tiroteo en la escuela de élite, yo qué sé. A mi, personalmente, me ha dado lo que me prometía: nada.

lunes, 28 de noviembre de 2022

Master of none presenta: Momentos de amor

Master of none presents: Moments in love (serie de TV, 3 Arts Entertainment/Universal Pictures Television)


 

A Aziz Ansari la mayoría lo conocimos como el ayudante payasete (y un poquito corrupto) de la impoluta Leslie Knope en la maravillosa Parks and Recreation, lo que sirvió para lanzar su carrera (aunque ya era un cómico conocido en los EEUU), llegando a grabar varios especiales de stand-up para distintas cadenas. Cierto es que sí parece que fue en el set de P&R donde estableció relación con Alan Yang, uno de los guionistas, con quien crea una ficción que se estrenará en Netflix en 2015, la Master of None original.

En clave de humor, durante una primera temporada memorable, hacen una especie de homenaje a las comedias de lucha de sexos neoyorkinas de los noventa, adaptadas al siglo XXI y, sobre todo, a las distintas realidades socio-demográficas siempre invisibilizadas, planteando, siempre desde el buen rollo, todas las dificultades añadidas para el desarrollo personal que implica no haber nacido en un entorno privilegiado, no sólo en lo económico, sino especialmente en lo racial. Todo ello por medio de la historia de Dev, un cómico que está teniendo éxito y no sabe cómo manejarlo, un alter-ego del propio Ansari, cuya situación vital les servía también para hablar de la creatividad, el arte, los altibajos y lo difícil que es afrontar que todo te vaya bien cuando habías nacido para lo contrario.

Se trasladaba en su segunda temporada a Italia, país al que había huido Dev nunca quedó claro por qué, más allá de porque los creadores querían hacer un homenaje nada sutil al neorrealismo italiano, y que seguían aprovechando para hablar de lo mismo que habían tratado hasta entonces, sólo que en un nuevo entorno en forma de lugar de paz, en el que, desgraciadamente, no se puede estar siempre. El mismo tono íntimo, de comedia pausada, sensible y cariñosa con sus personajes, sin desaprovechar lo cáustico del humor de Ansari, seguían dando forma a un producto que, en su mejor momento, desapareció.

No sé si sería por aquella especie de intento de cancelación que sufrió el cómico, o porque ya habían hablado de lo que querían hablar, o porque vino la pandemia de las narices, lo cierto es que no es hasta 2021 cuando reaparece en nuestra vida este "maestro de nada" a seguir no dándonos clases de cosas, en forma de esta ¿tercera temporada?/¿spin-off? donde seguimos parte de la vida de su amiga Denise, personaje recurrente de las anteriores temporadas, y protagonista de ya uno de los mejores capítulos de la serie, aquella de la comida con su madre y su abuela (si no recuerdo mal) donde se abordaba con tanto humor (y tanta mala hostia) lo difícil que es ser negro en EEUU, mucho más siendo lesbiana.

El punto de partida, de hecho, es ese mismo. El tiempo ha pasado, Denise ha triunfado como escritora y tiene una pareja estable con quien ha desarrollado su plan ideal de vida, y está en un punto en el que ya no parece tener nada más que hacer, salvo tener un hijo que no quiere, para complacer a su pareja. Dev, de hecho, sólo aparece para que haya constancia de que, al final, terminó fracasando, para que Denise se obsesione, quizá, con su mayor temor. 

El tono se va hacia lo dramático y el homenaje va al melodrama escandinavo, esa especie de frialdad mezclada con represión que terminará estallando sin estallar, estando quizá más cerca de Woody Allen cuando le dio por intentar imitar a Bergman,  que de algo puramente genuino. Pero al final eso es sólo una formalidad.

La crítica que lo adoraba ahora se le haya echado encima, parece que para ellos Yang y Anzari han perdido su "mojo", aunque también parecen olvidarse de que el guión es en colaboración con Lena Waithe, y no tengan en cuenta que, posiblemente, haya sido la única forma en la que Waithe pudiera tener la oportunidad de contar la historia que le interesaba contar a ella. Y con todo ello,  no estoy en absoluto de acuerdo con esos críticos. 

Me parece interesante el tratamiento, el cómo la historia se desarrolla en base a anécdotas, el cómo no se nos instruye, sino se nos muestra, el cómo se tratan temas tan difíciles como el ser madre por fecundación in vitro (y lo horrible que suele ser para la mujer que lo desea) con total naturalidad y el como, con el mismo sentido estético, la misma sensibilidad, la misma sutileza de siempre, se trata a los espectadores con respeto, como adultos inteligentes que no necesitan que nadie les haga de "maestro". 

¿Que no es tan buena como las dos primeras temporadas? Pues puede ser, no se puede comparar el contenido, aunque el continente sigue siendo inmaculado. Es cierto que guardo mejor recuerdo que la sensación que me ha dejado esta Moments in love, pero es que trata aspectos durísimos. Y sigo creyendo que está por encima de la media, de todas formas.


domingo, 27 de noviembre de 2022

She-Hulk: abogada Hulka

She-Hulk: Attorney in law (serie de TV, Marvel Studios)


 

En este blog se banca esta serie, lo digo para el que no quiera leer más.  Porque parece ser que hay señores muy molestos porque a una superheroína que ni siquiera conocían (y que están convencidos de que Marvel se acaba de inventar por aquello de la diversidad) le hagan una serie que, además, no es de superhéroes, sino una comedia legal. Y mucho menos que se promocione como una serie creada por mujeres porque ya sabemos que si no hay ahí en medio testosterona sólo se pueden hacer seriales. En fin, que el incelismo mundial decidió, antes de verla, boicotearla sin siquiera darle una oportunidad (cuando podían haberla ignorado, nadie está obligado a ver algo que no le gusta) y tiene unas notas pésimas en las páginas especializadas cuando es, posiblemente, la mejor serie del MCU tras Wandavision

Lo grandioso, y parte de lo que la convierte en una serie tan buena, es que el argumento de toda la serie se basa en las reacciones que se esperaban por parte de toda esa morralla humana, de sus comportamientos estereotipados y sus quejas infantiles, de su deseo de ser amados en sus propios términos sin respetar absolutamente al otro, y en su poder a la hora de destrozar la vida de gente que está por encima de ellos en todos los sentidos. Y lo hace convirtiéndolos en los villanos de una serie que, recuerdo nuevamente, es una comedia legal, con una superheroína como protagonista, eso sí.

No voy a hablar de todas las teorías loquísimas que he estado escuchando sobre ella, no me interesan lo más mínimo visto el resultado, y me quedaré con lo que hay. She-Hulk: Attorney in law se inicia con un capítulo de introducción estupendo donde se nos deja claro que, por más que Jennifer se contagie de la sangre radioactiva de su primo y tenga que aprender a controlar sus poderes, ella ha venido a otra cosa y para eso está aquí.Y nos lo cuenta continuamente a nosotros, nos hace cómplices de su recorrido, de sus inseguridades, de su familia tradicional que la presiona, de los imbéciles con los que comparte trabajo y de que tiene todo el derecho del mundo, por más superpoderes que tenga, a salir, hacer twerk, divertirse y buscar un hombre que la quiera y que le tenga llenita la nevera.

Todo ello con un par de compinches divertidísimos, unas tramas hilarantes, unos malos de caricatura y distintas apariciones de personajes del MCU porque hay que darle al fandom lo que el fandom quiere, incluyendo a Daredevil para cebar su próximo ¿reboot?, cosa que, por cierto, también ha enfadado mucho a los comedoritos porque cómo va a ser que Daredevil esté involucrado en situaciones que den risa, en fin...

No quiero y no puedo contar mucho más sin terminar de destriparla, pero sí que tiene el mejor capítulo final de todos los capítulos finales de una temporada de presentación, donde, como decían en Espinof, creo que era, no es que rompieran la cuarta pared, es que la derribaban, la bombardeaban, la sepultaban y no dejaban en pie ni los escombros para, nuevamente, llevarnos donde nos quería llevar desde el principio aún en contra de lo que se esperaba y se estaba haciendo.

Mi único pero, lo desaprovechado que está Titania, el personaje que borda Jameela Jamil. Espero que rectifiquen porque es maravilloso.


viernes, 25 de noviembre de 2022

A la mierda el 2021

 Death to 2021 (Charlie Brooker, Annabel Jones, Jack Clough, Josh Ruben, 2022)



Hay muchas sentencias que hablan de la relación entre la risa y el drama. Quizá la más famosa es aquella de que “tragedia más tiempo igual a comedia”, pero personalmente me parece mucho más interesante esa otra que decía que “La cosa no está tan mal como para reírse”, que implica que llega un momento de desesperación en la vida de las personas que la única solución para poder sobrevivir a ello es tomárselo a broma.

Y eso lo aprovechó Netflix en el año 2020, al que dedicó un especial de comedia, Death to 2020, que fue un éxito, entre otras cosas, porque el mundo entero estaba pasando por un momento tal que lo único que podíamos hacer para soportarlo era reírnos, aunque no fue la razón principal para ello. Death to 2020 era, ante todo, una sátira inteligentísima de la situación política mundial (aunque centrado en la política estadounidense), especialmente mordaz con el trumpismo, aunque repartía estopa en todas las direcciones. Era sorprendente, fresca y, sobre todo, necesaria como alivio, una vez pasado lo peor de la pandemia y sin que hubiéramos sido capaces aún de digerir toda la angustia. Por eso nos vino estupendamente, y por eso fue el especial más visto de Netflix, según confesó la misma cadena.

La historia es que repetir el experimento con el 2021 no les salió igual de bien. Primero porque se yerra en la premisa inicial, que el conservadurismo yanqui terminara de perder la cabeza a principios de año, tanto que terminaron invadiendo el Capitolio, no es un fenómeno extrapolable al resto del mundo, y ya nos estábamos acostumbrando a los altos y bajos de la pandemia. Los problemas ya volvían a ser más locales, y, además, el efecto sorpresa se perdía, cuando era de las mayores bazas del original.

No está mal, pero interesa menos. Lo mejor son algunos de los personajes, esa inglesa que no termina de entender muy bien qué es lo que está pasando y, sobre todo, esa “madre y americana, en ese orden”, que guardan un desarrollo y unos chistes (ese final de la trumpista es maravilloso) que recuerdan lo mejor de la primera parte, aunque el resto suena a más de lo mismo, la estructura es más forzada y hay una cierta defensa de lo woke que puede apartar a mucha gente de ella.

En general es más aburrida, aunque la parte buena es que dura sólo una hora. ¿Merece la pena verla cuando ya va a terminar 2022? Pues si no hay tiempo de ver una peli completa, no hay ganas de empezar una serie y hay cierto afán completista, puede ser. Mejor que cualquier programa de televisión sí es.


sábado, 19 de noviembre de 2022

Julieta

Julieta (Pedro Almodóvar, 2016)



Me ha costado mucho volver a Almodóvar, quizá porque con Los amantes pasajeros terminó de gastar lo poco que le quedaba del crédito que sus películas de los ochenta y noventa le habían concedido en mi mente. Será también que, sin haberla vuelto a ver, me he ido reconciliando con La piel que habito, gracias a todos los que han hablado bien de ella, pero cuando me encontré que Netflix había incorporado Julieta a su catálogo, sentí que había llegado el momento de volver. 

¿Por qué Julieta y no Dolor y gloria o Madres paralelas, más recientes, más recordadas y laureadas? Pues porque desde su propia protagonista es la que menos me recuerda a ese Almodóvar autocomplaciente que terminó hastiándome. Y me equivoqué, en cierto punto, y acerté, por otra parte.

Julieta está basada en tres relatos, que Almodóvar une para dar forma a un melodrama que es Almodóvar puro. Incoherente, hiperbólico, lleno de diálogos pomposos para decir con voces engoladas, tragedias forzadas para seguir construyendo el drama, mucha anécdota que podría haber sobrado, mucho cameo que sólo parece servir para que sepamos que sigue relacionándose con el moderneo madrileño, mucha referencia cultural metida con calzador… que, sin embargo, parece que le sirve para descansar de él mismo.

No sé si, quizá, será que hace ya mucho que no vuelvo a ver nada suyo, pero salvo Rossy de Palma volviendo a hacer de señora de pueblo y todo lo estético,  no percibo tanto autohomenaje. Y lo agradezco muchísimo.

Porque se centra más en la historia, rocambolesca, forzada, pero historia que nos conduce a lo más interesante, que es el estudio de su personaje original, esa Julieta del título, y su propia vivencia depresiva de la vida, casi heredada de su madre, se diría. Disecciona finísimamente, no sé siquiera si sería el propósito, las cogniciones depresivas, y con sólo el final y de forma indirecta, en la aclaración de la amiga de Antía y la carta que Julieta recibe, consigue dar sentido a todo lo que ha pasado y que seamos capaces, por fin, de ponernos en el lugar de unos protagonistas a los que, hasta entonces, no terminamos de entender bien.

Es excesiva hasta decir basta y la sobreactuación es la norma, pero eso es marca de la casa. Emma Suárez está espectacular, como viene siendo costumbre durante toda su carrera, Adriana Ugarte se sale y, tanto Grao, Grandinetti y, sobre todo, Inma Cuesta, sirven de contrapunto para el exceso emocional del resto del elenco. Me ha encantado volver, y lo haré con lo que me queda de él en breve.

Por cierto, qué bien le sienta a Almodóvar salir de Madrid.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Recursos humanos

 Human Resources (serie de TV, Brutus Pink/Titmouse, 2022)



La entrada de ayer de Big mouth resultó caótica, en la línea de la propia serie. La que estoy intentando escribir hoy sobre su spin-of, esos Human Resources a los que, por cierto, el algoritmo de Netflix tiene bastante más cariño que a su serie madre, va a ir en la misma línea, me temo, dado lo que me está costando sólo escribir esta introducción.

El departamento de Human Resources es ese que aparece al final de la quinta temporada de Big mouth, ese al que Nick se dirige para pedir explicaciones y donde, efectivamente, se albergan todos los encargados de darle a los humanos sus recursos, incluyendo principios y sentimientos.

Durante la primera temporada, única emitida hasta el momento, no sólo aparecen nuestros monstruos y bestias favoritas, sino que se nos presentan el esto de los encargados de nuestro desarrollo (ambición, responsabilidad…), se muestran sus aparentes interacciones y se aprovecha para empezar a señalarnos su influencia en la vida adulta, con tramas más contenidas y razonadas, cosa que la diferencia de su original.

Sirve esta serie, además, de parodia a, precisamente, todas las tonterías de los departamentos encargados del personal de todas las grandes empresas (charlas motivacionales y de aprendizaje incluidas), y cuestionar el determinismo de forma inteligentísima. Estos dos últimos aspectos son las que más interesantes me resultan de toda la propuesta, honestamente. 

Por más que la mayoría de las reseñas hable maravillas de ella, me costó bastante entrar y no fue hasta los últimos capítulos donde realmente empecé a divertirme. Aunque ya puestos a ello, me divertí muchísimo.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Big Mouth

Big Mouth (serie de TV,  Titmouse)


Tal y como Nick Kroll le contaba a su alter ego animado en el capítulo final de la quinta temporada, Big mouth es una serie donde unos cómicos deciden compartir sus traumas adolescentes explicando, en base a anécdotas sacadísimas de madre, los distintos cambios que se producen en todas las personas durante, posiblemente, la época más complicada en el desarrollo del ser humano, quizá para terminar de trabajar sus propias dificultades, intuyo.

Las primeras temporadas se centran en el despertar sexual, personificado en los Monstruos de las hormonas, desigual y generador de conflictos, para, en las últimas, pasar a abordar temas emocionalmente más complicados, sacados fuera del propio adolescente en forma de gato (depresión), mosquitos (ansiedad), un brujo patético (vergüenza)… que lo acompañan, atormenta y hace sufrir, oscilando entre el desbordamiento emocional, la psicopatía moral y su lucha contra sus propios ideales, su vivencia trágica de la vida, y su percepción, en resumen, como seres incomprendidos y único, como nos ha pasado a todos los adolescentes.

El tratamiento desvergonzado y sin demasiada censura (pollas erectas de distintos tamaños, coños parlantes que expulsan contenido sanguinolento, culos hambrientos, pensamientos incestuosos, sexualidades diversas, pelos púbico consejeros…) se antoja necesario para las tramas absurdas, y ayudan a percibir la realidad que subyace con menor carga de angustia que si empezáramos a revivir nuestras propias vivencias.

La sexta temporada me sobra, no porque le ponga ninguna queja (leía varios artículos en el sentido contrario), sino porque el final de la quinta temporada me pareció un final estupendo para ir a otra cosa, y la otra cosa que nos ha traído es el inicio de la madurez, cosa que ya no resulta tan interesante y cuadra menos con el tono general de las temporadas anteriores.

Sigue siendo divertidísima y sigue teniendo a Lola. ¡Qué caramelito de personaje invadido por lo instintivo es Lola! Bueno, y a Maya Rudolph, que lo mejora todo muchísimo.

sábado, 12 de noviembre de 2022

Niquelao!

Nailed it! (serie/programa de TV, Netflix)



Hubo un momento, no recuerdo exactamente cuándo, en el que Netflix (presupongo que intentando emular otro “talent show”culinario que, aunque no producido por ellos, ofrecía en su catálogo inicial de llegada a España, llamado algo así como Los peores cocineros de América), se “inventa” un formato en el en cada capítulo se premia al mejor repostero entre tres personas que nunca en la vida deberían acercarse a una procesadora de alimentos, y que, además, son conscientes de ello. 
Un formato que, desde el principio, no oculta su función de promoción de los productos de la propia plataforma, pero que tuvo éxito suficiente como para generar franquicias nacionales, también en España, cuyo título fue traducido por Jordi Cruz (el bueno, el de Art Attack) a ¡Niquelao! en una conversación en Twitter (hubiera preferido “bordado”), cosa que aprovechó la compañía para adueñárselo.
Lo cierto es que la española no parece haber sido la franquicia más exitosa, sólo se grabó una primera temporada donde La Terremoto de Alcorcón hacía lo que podía (y a Jordi Cruz lo llevaron de jurado invitado en el primer programa a modo de agradecimiento), pero el resto tampoco le llegan a la suela de los zapatos al Nailed it! estadounidense, el auténtico, el original, el fetén, al que dedicamos esta entrada y que me meto por el culo en cuanto sale alguna nueva “temporada”.
La última, que en realidad es un especial de cuatro episodios por Halloween, me lo tragué recién llegado del trabajo el mismo día en que supe de su disponibilidad, y sigue siendo igual de disfrutable que la primera. 
El mérito lo tienen tanto sus conductores, una Nicole Byers que (tal y como demuestran sus apariciones en The Pit Stop, ese formato youtubero donde se comenta Rupaul’s Drag Race) es mucho más divertida sin guión que con lo que le preparan, y un Jacques Torres que se olvida de su estatus de “maestro chocolatero” , se lo pasa como un niño en una juguetería, tanto que no parece francés, cómplices perfectos tanto entre ellos, como con los jueces invitados, y con los propios concursantes, conscientes de sus propia ineptitud, y que son los primeros que se descojonan de sí mismos.
Después de tantos años viendo talent shows de todo tipo donde a los concursantes se les exige, se les acosa, se les insulta, se les repite que tienen que reventarse a trabajar para poder ser algo en la vida, Nailed it! funciona como reverso sano. Un talent donde el talento no abunda, el buen rollo es la norma, siempre se busca un refuerzo positivo y se valora el intento, no tanto el esfuerzo, sino el hacerlo. Se valora y se celebra la mediocridad, la misma Nicole habla en múltiples ocasiones de su inutilidad ante los fogones, y eso es de agradecer, porque no todo el mundo puede ser excelente, y tampoco tiene por qué.
Nailed it! es una continua oda a la normalidad, al destrozo, que subraya todo el tiempo que no tiene más mérito el que puede permitirse ir de stagier en stagier para conseguir tener un restaurante Michelin donde explotar a otros que no tienen necesidad de cobrar un sueldo, meritorio es llegar a tu casa hecho un asco de un trabajo de mierda donde te pagan una miseria, y sacar un rato para hacer unas galletas para tu familia y que no se te quemen.
Pues eso.

martes, 8 de noviembre de 2022

Jungle Cruise

Jungle Cruise (Jaume Collet-Serra, 2021)



Intentar poner de acuerdo a mucha gente que no tiene nada que ver en gustos cinematográficos lleva, a veces, pocas veces, a ver películas con las que todo el mundo se queda contento. No porque sean obras maestras, sino porque son asépticas, entretenidas, y ayudan a pasar el trámite de ver la película en familia sin conflictos ni quejas.
Por más que Dwayne Johnson me caiga simpático tras haberlo visto en sus visitas al Saturday Night Live, nunca me hubiera puesto a ver una película suya si no hubiese sido una solución de compromiso. Y tampoco es que me arrepienta, vistos resultados anteriores.
Jungle Cruise no inventa la rueda, ni lo pretende. Es una cinta de aventuras hollywoodiense clásica con mucho toque humorístico, una historia que ya hemos visto antes y unos giros de guión que no sorprenden en absoluto. Es como una copia de cualquier película de Errol Flynn, con un guión más repetitivo, un humor más actualizado y, sobre todo, mucho CGI (es de lo que se trata), que cumple perfectamente su función.
Es amena, divertida, tiene momentos de tensión bien llevados y, aunque, como todas las superproducciones de unos años a esta parte, podrían haberse ahorrado al menos media hora de repetición de situaciones y circunstancias que no aportan nada, resulta simpática y es disfrutable.
Me hizo mucha gracia que dos de los malos sean Dani Rovira y Quim Gutiérrez en estado de descomposición, por cierto.

viernes, 4 de noviembre de 2022

La casa del dragón

House of the Dragon (serie de TV, HBO/1:26 Pictures)


Al contrario de lo que contábamos ayer con The rings of power, parece que todo el mundo está muy contento con la adaptación de la historia de los Targaryen post-unificación de los siete reinos, y no es de extrañar porque, básicamente, repite los esquemas de todo lo que hizo un gran éxito a Game of Thrones, y tiene al propio autor de la saga asociado al desarrollo, con lo que se nos asegura cierto nivel de lealtad a la historia que la de los anillos no va a poder tener, porque no tiene suficiente material en la que basarse.

En ese sentido, House of the Dragon no deja de ser una serie de intrigas palaciegas, aderezada con sexo y violencia, en la que no hay personajes íntegros, y hay una fijación a la resolución trágica y/o sórdida de cualquier acontecimiento, seña de identidad de la franquicia y de su autor.

Centra su visión en la historia de Rhaenyra, hija única del Rey Viserys, elegido como monarca en vez de su prima Rhaenys, simplemente por ser hombre, y que deberá desafiar al reino nombrando como heredera a su única hija, cuya sucesión se complicará con el nuevo matrimonio del Rey con la hija de La Mano, antigua amiga íntima de nuestra protagonista, del que nacerán dos hijos varones.

No voy a destripar mucho más de lo que pasa, porque quien quiera spoilers tiene toda la historia de la casa Targaryen a su disposición en la red, pero sí que, independientemente de las diferencias, si en algo se parecen ésta y The rings of power es que, en realidad, todo lo que nos cuentan nos lleva, al final de temporada, al inicio de lo que nos va a contar en realidad, en este caso la guerra civil Targaryen o Danza de los dragones, cuyo inicio involuntario se nos presenta en forma de evento tremebundo a final del último capítulo de esta primera temporada.

Por lo demás, el tratamiento es completamente opuesto. Si bien el tono es reposado y dedica tiempo suficiente a la construcción de personajes y conflictos, los años pasan demasiado rápido, se descuidan personajes fundamentales (Rhaenys nos cae bien, pero casi sólo se esboza, y Daemon no se nos presenta más que como un perverso, por poner los ejemplos más evidentes), se da mucha importancia a detalles escabrosos y se dejan sin explicar situaciones que parecen fundamentales en la trama.

A pesar de todo es entretenida, desagradable por momentos, maneja bien el drama y la épica y nos enfrenta a situaciones terribles porque, sigo pensando, George R.R. Martin es el que se lo pasa bomba viendo hasta donde puede aguantar el público. Al parecer, bastante. Y por lo que he leído respecto a la historia, esta temporada no va a ser nada comparada con la siguiente. Otro año y medio tendremos que esperar, y yo lo haré con ansia.

jueves, 3 de noviembre de 2022

Los anillos de poder

Lord of the Rings: The rings of power (serie de TV, New Line Cinema/Warner Bros. Television/Amazon Studios/Harper Collins Publishers)



¿Quién podría imaginarse que el fandom de Tolkien iba a indignarse muchísimo porque Amazon no ha adaptado un libro del que no tiene los derechos, y en su lugar ha optado por inventarse una trama que sólo aparece bocetada en algunos de los libros, haciendo, además, modificaciones mínimas que encajan mejor con la idea de los guionistas acerca de lo que quieren contar? 
Dejando la estupidez de los de siempre aparte, las impresiones iniciales de la que se ha presentado como la serie más cara de la historia no han sido precisamente entusiastas, entre otras cosas porque ha coincidido temporalmente, y se ha vendido una competición absurda entre ellas, con el estreno de La Casa del Dragón, que tenía mucho más fácil contentar a los fanses. Ya hablaremos de ello mañana, creo.
En todo caso, me parece desproporcionado. No creo que The rings of power sea una mala serie, ni siquiera una mediocre. La producción es impresionante, objetivamente es una serie bella, y como toma de contacto inicial para presentarnos la Tierra Media y el ascenso y primera caída de Sauron, además de la caída de Númenor, la formación de los reinos de los hombres, el declive élfico y su conflicto con los enanos, cumple más que de sobra, por más que el ritmo sea deliberadamente pausado y el protagonismo de Galadriel (esa especie de témpano insufrible) al final pese como una losa sobre el resto de personajes, mucho más interesantes.
Cierto es que no terminamos de ver adónde van determinados caminos, a veces el guión va dando demasiadas vueltas para no llegar a ningún sitio, la tensión es sólo intermitente y, en definitiva, tarda mucho más de lo que debería para llegar, al final de la temporada, al inicio de lo que será la historia que nos quieren contar.
A pesar de todo, yo he disfrutado del viaje. Me sigue intrigando mucho Adar, los orcos y el resto de personajes siniestros, la acción funciona muy bien, me fascinó la erupción del Monte del Destino y ver cómo los elfos son, finalmente, los responsables de todo el desastre desde su atalaya moral.
Casi dos años tendremos que esperar para la siguiente temporada. Curiosamente, el ritmo adecuado para esta serie. Deseando estoy ver qué nos tienen que contar.

martes, 1 de noviembre de 2022

No mires arriba

Don’t look up (Adam McKay, 2021)



Unos científicos de una universidad no muy importante descubren que un meteorito chocará con La Tierra provocando, al menos, la extinción de toda la vida y se pasan dos horas y media de película intentando que las autoridades norteamericanas, en primera instancia, y ya posteriormente la gente en general, se comporten como adultos funcionales sin conseguirlo. Y eso sería el resumen más sensato, pienso, de lo que cuenta esta cinta, porque si entramos en detalle lo mismo no terminamos hoy. 
Don’t look up es una comedia porque sus productores han decidido que sea así, porque la mayor parte del tiempo se mueve entre el terror existencial y el falso documental, casi, por más que no parezca pretender ni lo uno ni lo otro. 
Y es que el recorrido que hacen nuestros científicos en su demanda de que “hagan algo” para evitar el fin de un mundo que está más preocupado por no querer saber nada de su propia futilidad, dándose más importancia al provecho que se le pueda sacar al acontecimiento, a nivel publicitario, económico, mediático…, poniendo en riesgo la humanidad por intereses de grandes gurús, y siendo ellos mismos seducidos y utilizados por el poder para justificar sus atrocidades, se parece demasiado a cosas que vemos en los periódicos habitualmente.
Incluso la conversión de hechos objetivos en cuestiones de fe con las que desacreditar al que cuenta tu incompetencia, seguidos por una multitud de gente que creen ser especiales y más listos que el resto, negando la realidad y afirmando como reales sus teorías conspiratorias, hasta que ya es demasiado tarde para ellos. Porque los que los han usado van a estar bien protegidos de todo.
Hay momentos que me han desconcertado, funciona muy bien cuando se acerca a lo paródico, y flojea más en los momentos dramáticos. Las esperas, el timo del general, la caricatura de Trump/Palin y de Jobs,  o el confiar el futuro de la humanidad a una serie de vejestorios riquísimos, pero sin capacidad de procrear, son los mejores chistes de una cinta que, no obstante, se cree demasiado lista, y pierde más metraje del necesario en explicar cosas que no necesitan explicación.
Los actores están todos monumentales, eso sí.

lunes, 31 de octubre de 2022

La escuela del bien y del mal

The School for Good and Evil (Paul Feig, 2022)


Llevo semanas leyendo artículos y/o pensamientos varios acerca de esa especie de nuevo orden de las cosas según el que todo se reduce a lo puro dicotómico, no sea que si se plantean todos los aspectos de una película, por ejemplo, tengamos que pensar si nos merece la pena.

Viene a colación para esta adaptación perpetrada por Netflix no porque genere dudas acerca de su calidad, ciertamente escasa, sino porque, precisamente, la base del conflicto que se genera tiene que ver con una separación dicotómica que, como no podía ser de otra forma, se revela no sólo como falsa, sino como perversa.

Quizá eso, por más que se desvele como una parte ínfima dentro de un metraje desmesurado, y los momentos de comedieta romántica adolescente, de haberse potenciado, podían haber salvado una cinta que, sin embargo, se decanta por la acción y el misterio de una historia que no tiene ni lo uno ni lo otro, a costa de unos efectos especiales justitos y de una dirección artrósica..

Por momentos parece un telefilm carísimo, la mayoría de los diálogos son vergonzantes y sólo los actores adultos parecen estar medianamente cómodos, como si estuvieran en una película distinta.

No es la peor película del año, ni la peor de Netflix, ni siquiera llegará al top 10 de lo peor que ha hecho la compañía en el año, por más que los titulares se empeñen en lo contrario. Es una película mediocre que podría no haber estado mal como entretenimiento, si se hubieran propuesto eso y no se lo hubieran tomado tan en serio.



jueves, 27 de octubre de 2022

Lightyear

Lightyear (Angus MacLane, 2022)



Pixar parece empeñado en querer reinventar la rueda que ellos mismos perfeccionaron, contándonos una vez tras otra la misma película que ya nos han enseñado un millón de veces. Y eso no necesariamente es malo, si la rueda funciona, ¿qué hay de malo en usarla? Pues, a mi modo de ver, que la película de aventuras perfectamente diseñada, con el discurso de lo sentimental como motor de todo lo bueno, ensombrece lo interesante de algunas propuestas, como la interesantísima reflexión acerca del paso del tiempo y los riesgos que esconde la obediencia acrílica con base ideológica.

Porque Lightyear es una estupenda cinta de aventuras, pero sería mucho mejor película si hiciera más caso a lo que cuenta que a hacer la comedieta aventurera familiar perfecta. Todo ello para que haya padres de familia que la boicoteen por una escena que dura, literalmente, un segundo, y que puede ayudar a que mucha gente termine de entender que hay familias que existen y van a seguir existiendo. Sólo por eso, merece un punto más.

miércoles, 26 de octubre de 2022

La momia

The Mummy (Alex  Kurtzman, 2017)


Supongo que intentando arrimar el ascua a la sardina del MCU, Universal intentó relanzar su Dark Universe, esa especie de universo cinematográfico de monstruos desarrollada por la compañía desde sus inicios hasta principios de los sesenta, olvidándose de sus remakes más exitosos y comenzando una nueva era “rehaciendo” esa maravillosa La Momia de 1999 (fantástica película de aventuras) en un aparente tono más oscuro y, supongo, ¿adulto?, y dando como resultado un despropósito descomunal que no terminó de descalabrarse en taquilla, pero que fue masacrada, con razón, por crítica y público.

De lo peorcito que ha hecho Tom Cruise en los dosmil, y tiene competencia, sólo los primeros treinta minutos de este bodrio son capaces de explicar el por qué ese relanzamiento se canceló hasta nueva orden. Las otras dos horas que siguen ya se ven por puro masoquismo. Qué espanto, virgen.

domingo, 23 de octubre de 2022

Community

Community (serie de TV, Krasnoff Foster Productions/Sony Pictures Television/Harmonius Claptrap/AGBO/Universal Media Studios)



Hace un par de semanas, justo después de que acabara de ver la serie, anunciaron, siete años después de su finalización, el proyecto de hacer la película de la que se hablaba en chiste más repetido en la serie, “seis temporadas y una película” y que, una vez acabado el producto televisivo, es lo único que parece justificar el alargamiento de una serie que podría, y debería, haber terminado, como mucho, en su cuarta temporada. Y me explico.

No creo que Community sea, ni mucho menos, una mala serie de comedia, entre otras cosas  porque no es exactamente una serie. Community es una comedia de situación en la que una serie de personajes que difícilmente encajan entre sí, se ven obligados, por su propio fracaso, a compartir espacio en una de esas desastrosas universidades públicas yanquis, a raíz de un intento de ligoteo que genera un improbable grupo de estudio que llega a centrar la vida de sus integrantes, y de la que todo el mundo quiere ser parte.

La gracia, sin embargo, es que la historia inicial es un mero pretexto para lo que realmente es lo más interesante de toda la serie, el homenaje que hace a lo audiovisual (la televisión, el cine, incluyendo el stop-motion y los videojuegos) y a su industria, y que lleva a centrar cada capítulo en una temática, que es en realidad lo que podría ser considerada de temática uniforme.

Porque, por lo demás, más allá del arrastrar a sus personajes por los más absolutos ridículos en las tramas más absurdas posibles (el paint-ball anual o la guerra con la Universidad Municipal son de traca), la fundamental línea argumental es la cabeza de Ahmed y su obsesión en vivir en una serie (de la que harían “seis episodios y una película”), por más que se aproveche para realizar críticas sociales brutales (cuanto más exageradas, más divertidas y efectivas) y se alerte de los peligros del sistema individualista/neocon, que dificultaron la propia producción de la serie, interrumpida en varias ocasiones, y cuya última temporada fue emitida directamente por internet, y todo gracias al mismo fandom que ahora ha conseguido que se vaya a terminar el proyecto.

El problema es que, por más divertidas que sean las primeras temporadas, la premisa absurda para empezar la cuarta y, sobre todo, la progresiva desintegración del grupo original (con la marcha de Chevy Chase y Donald Glover en la temporada 5, y de Yvette Nicole Brown en la seis), todo muy ligado aparentemente a las dificultades de producción (y de Chevy Chase con todo el mundo), la serie parece ir dando tumbos con tal de terminar sus seis temporadas, sin que los divertidísimos nuevos personajes sean capaces de compensar la falta. El que el resto de personajes principales se conviertan (si no lo eran ya) en caricaturas de ellos mismos (el tratamiento que se le termina dando a Brita me enervó personalmente) tampoco ayuda.

En todo caso, los muchos peros en los que parece que me he centrado, porque me ha salido así, no empañan una de las comedias más ingeniosas que he visto. Denle una oportunidad si aún no lo han hecho.


miércoles, 19 de octubre de 2022

Broadway Danny Rose

 Broadway Danny Rose (Woody Allen, 1984)


Parece que últimamente hay que pedir perdón por ver el cine de Allen, pero no será este espacio desde donde se haga, porque aquí se le tiene respeto al cine e interesa relativamente poco la vida de los que lo hacen. 

En ese sentido, negar la genialidad de prácticamente todas las comedias hasta finales de los 90 de un personaje que, especulaciones aparte, nunca me ha resultado simpático, no es algo que me plantee, y mucho menos de esta pequeña joya que no recuerdo haber disfrutado hasta hace poco.

Danny Rose es un representante de artistas improbables, absurdos y difícilmente representables, cuya entrega hará que se vea inmiscuido en un lío de faldas de su representado más importante, terminando perseguido por la mafia de New Jersey, para ser finalmente traicionado por su representado y la amante de éste, origen de todos sus problemas con la cosa nostra

Allen aprovecha su talento para la comedia irreverente y los gags visuales, además de a una Mia Farrow cambiadísima y que pocas veces estuvo mejor, para realizar su particular homenaje al mundo del show businnes americano, y especialmente a los cómicos que se dedican a ello, que estaba empezando a ser devorado por la publicidad y el mainstream. 

Todo ello en una película de noventa minutos, porque no se necesita más, de situaciones absurdas, familias patológicas, estafadores de distinta calaña, diálogos endiablados que se superponen entre ellos, y todo con un ritmo envidiable que sólo cesa para que cojamos resuello entre carcajada y carcajada.

Si no saben separar al autor de su obra, no la vean. Aunque se perderán una de las mejores comedias de los ochenta.

lunes, 3 de octubre de 2022

La marquesa

La marquesa (serie de TV, Komodo Studio)



No tenía el más mínimo interés en ver el enésimo blanqueamiento de la fundamentalista católica hija de la Preysler, pero tras leer un par de artículos ensalzando sus virtudes, con los que estoy bastante de acuerdo, me animaron a ello. 

Empecemos por decir que a mi la niña esta me interesa nada, y la serie no deja de ser un megareportaje publicitario de las marcas que la patrocinan, incluyendo la que le ha regalado su pedazo de ático nuevo en Puerta de Hierro, pero en realidad a eso es a lo que menos importancia se le da.

La serie, en realidad, es una autoparodia, posiblemente en contra de la voluntad de su protagonista, de una niña rica, de su familia, de su “padrastro” intelectual, de sus aficiones, de sus creencias y de la superficialidad en la que se mueve todo ello, con la pretendida excusa de la “espontaneidad” de la protagonista (sus caras a la producción son memorables), aunque salvo el capítulo dedicado a su religión (las tomas rezando parece sacadas de cualquier sketch de los Monty Python), la edición no es tan bestia como podría.

Al contrario que en Salvar al Rey, lo bueno de esta serie es el cómo lo cuenta, una pena que lo que cuenta no tenga interés alguno salvo que seas una cotilla reconocida, como el que firma esto.

domingo, 2 de octubre de 2022

Salvar al Rey

 Salvar al Rey (serie de TV, Campanilla Films/Producciones Mandarina/HBO España)


La premisa es buena, el resultado no tanto. Salvar al Rey es una mini-documéntales-serie de apenas tres capítulos donde se hace un recorrido por el reinado de Juan Carlos I y lo que todos los poderes de este país se han esforzado en ocultar de sus miserias, todo, supuestamente, por el bien de Ejpaña.

Mirándolo con cierta perspectiva, lo que nos presentan viene a ser un heredero de una monarquía rancia, cuya decadencia a lo largo de los últimos dos siglos no ha impedido nunca que se crean por encima del bien y del mal, que es elegido por un dictador que también se creía elegido por designio divino y cuya dictadura,  como todas, se sostenía en una red clientelar corrupta, que el nuevo monarca adopta como fórmula de obtener una riqueza a la que cree tener derecho. Un privilegiado legalmente que incumple sus deberes a su antojo, conocedor de ese privilegio, más preocupado por su propia líbido y de sacar tajada que de las obligaciones que le dan derecho a su estatus, y al que no le pasa nada antes porque todos se preocupaban de que no se notara, cuando no nos lo vendían como el salvador del país.

Por tanto, lo que nos cuentan no es nada nuevo para el que haya visto con cierta frecuencia un informativo, por más que haya muchos rasgándose las vestiduras por haberse dado cuenta ahora de que vivimos en un país de pandereta. Se aportan algunos datos, muchas anécdotas sin mayor importancia, y se ignora o se pasa por alto temas importantes y más graves que un par de amenazas (ni nombran el caso de Sandra Mozarowky, la implicación en el 23F se presupone por una conversación, pero se habla de ello de pasada y no se aporta ni un solo dato…), y ese es uno de los problemas del documental, que lo único que hace es medio ordenar lo que ya se sabía sin que salpique demasiado, no vaya a ser.

La estructura es desordenada, se centra demasiado en los casos conocidos (Bárbara Rey y Corina son casi más protagonistas que el propio rey) y el tono es chapucero, por más ambiente lúgubre que presenten. El retrato se queda a medias y parece más orientado a vanagloriar a los que se intentaron poner puertas al campo intentando, realmente, salvar al propio rey de sí mismo, y salvar a los que consiguieron que abdicara, especialmente a su hijo, realizando ellos mismo el salvamento que se critica del emérito.

No deja de ser interesante, no sé si me habré expresado bien, pero parece que tienen miedo a profundizar, cosa que hace sospechar todo lo que habrá debajo. A medias me quedo. Veremos si algún día alguien se atreve.

domingo, 25 de septiembre de 2022

La perdición de los hombres

 La perdición de los hombres (Arturo Ripstein, 2000)

 

 

No recordaba haber visto esta película, por más que ya al inicio me sonaban todas las imágenes y diálogos, y sigo sin recordar haberla visto por más que lo hubiera hecho cuando se estrenó. Quizá debido a que, pasados los años,  mi lectura de ella debe haber sido completamente distinta a la primera vez que la vi, lo que no es malo, por otra parte, creo que ahora la he conseguido entender mejor.

Estructurada en tres actos y un epílogo, la película comienza con el asesinato de un hombre a manos de dos conocidos, que lo llevan a su casa, lo amortajan y lo velan, debatiéndose entre el respeto al muerto y la rabia que les producía su comportamiento, llegando finalmente a robarle unos botines de serpiente que eran su única posesión de valor. Son esos asesinos los que verbalizan en varias ocasiones, durante ese primer episodio, que la motivación del asesinato tiene que ver con "las mujeres", tal y como canta el corrido mejicano, premisa de la que, se nos da a entender, trata el film. 

En la segunda parte vemos a las dos mujeres que han supuesto "la perdición" del muerto en comisaría, ambas con hijos de él, y que se pelean por el cadáver, como una especie de reconocimiento de su familia como la verdadera. Se centra la atención en una de ellas y su hija adolescente, la primera mujer del hombre, una aparente miserable que parece estar más preocupada por las posesiones (incluyendo el cadáver, pero también los botines de serpiente robados) que por cualquier otra consideración que tenga que ver con la pérdida y que, finalmente, será agraciada con el cadáver, para cuyo traslado le permiten la ayuda de un detenido, ni más ni menos que uno de los asesinos, que ha terminado en el calabozo por cualquier otra cosa. 

En el tercer acto se nos muestra el traslado a su casa del cadáver, y cómo, tras reconocer la mujer los botines que lleva el asesino, sale todo a la luz, llevándose por ello varios golpes, teniendo que devolver del botín y enfrentándose al dolor de la viuda y a que esta le haga consciente de su responsabilidad y sus errores. 

Posteriormente, y a modo de epílogo, Ripstein y Paz Alicia Garciadiego, nos muestran la vida del hombre y los acontecimientos que lo llevan a su muerte, contradiciendo la letra del corrido que no para de cantarse durante el metraje, y demostrándonos que le perdición del hombre (al igual que la de su asesino) sólo tiene que ver con el egoísmo y la estupidez.

 Patricia Reyes Spindola está soberbia, como de costumbre, en esta tragicomedia macabra en la que, sin embargo, sobra un epílogo demasiado largo que no aportaba mucho más de lo que ya se hablaba en el tercer acto, y además hubiera podido resumirse muchísimo con el mismo resultado y sin que terminara provocando esa sensación tediosa con la que concluye. 

Me recuerda mucho al cine mexicano más "social" de Buñuel (la gestión de la miseria, como en Los Olvidados), aunque por momentos el ambiente opresivo sea parecido, también, a El ángel exterminador, si bien Ripstein no pierde sus señas de identidad (esos planos secuencias larguísimos), y nos da una versión más moderna de una sociedad que, tal y como la presenta, continúa viendo como miserable y profundamente machista.

Me alegro de haberla vuelto a ver.

martes, 20 de septiembre de 2022

Banda aparte

 Bande à part (Jean-Luc Godard, 1964)


No hay mal que por bien no venga, y la reciente muerte de Godard ha servido para que recordarme que, a pesar de ser uno de los movimientos cinematográficos más influyentes de la historia, la nouvelle vague francesa casi no ha pasado por mi educación cinematográfica.

Me he dispuesto, por tanto, a intentar mitigar esa falta, y para ello he decidido empezar por una película de la que llevo años escuchando maravillas, y que puedo decir, sin lugar a dudas, que, como el resto de cine que he visto de aquella ola, no es la mejor opción para ver después de un día de intenso trabajo.

Modernísima, incluso ahora, Godard adapta una novela estadounidense como aparente forma de hacer un homenaje al cine negro, aunque a mi difícilmente me lo parece. La historia comienza con un coche recorriendo los suburbios de París en busca de la casa de Odille, una chica a la que Franz ha conocido en clases de inglés, y donde vive al cuidado de una pareja mayor que esconde mucho dinero, según Franz le cuenta a Arthur. Arthur seduce a Odille, a pesar de no querer nada serio con ella, traicionando a Franz, enamorado de la joven, a la que, a la vez, convencen para que les ayude a robar la fortuna que esconden sus hospederos. Odille se muestra ambivalente, aunque finalmente accede al plan inicial, que tendrán que cambiar en el último momento por varias circunstancias, llevando a un final seudotrágico, disfrazado de falso final feliz en el último momento.

Bande à part es otro de esos ejemplos de que Lars von Trier no sólo no inventó absolutamente nada cuando se sacó de la manga aquello de su proyecto Dogma, sino que hubo otros que lo habían superado con creces mucho antes de que él ni siquiera supiera que quería rodar cine.

Me gustan mucho alguno de sus hallazgos formales, la estructura casi teatral de algunas escenas, incluyendo movimietos coreográficos, no entiendo, por más que me hayan fascinado, algunas de las ocurrencias estructurales, y puedo entrever el aire de novela negra de lo que, a mi modo de ver, es la historia de tres jóvenes que se encuentran y quieren disfrutar de la libertad que les concede la juventud, pasando por alto su propia inexperiencia. 

Personajes que se definen completamente en poco más de unas líneas de diálogo y cuatro acciones concretas, varios aparentes fallos de racord perfectamente buscados, primeros planos espectaculares y una mímica que recuerda al cine mudo, un breve paso al color, en medio del blanco y negro, y la escena del baile... me ha dado más de lo que esperaba, por más que todavía no lo haya terminado de digerir.

viernes, 16 de septiembre de 2022

La Reina

The Queen (Stephen Frears, 2006)



Aprovechando la muerte de la recién fallecida reina más longeva de Europa, en La1 volvieron a emitir una cinta de aparente homenaje a la vez que justificación, y que le valió a Helen Mirren un más que merecido premio de aquellos del copyright.

Volví a verla porque me pilló de paso sin otra cosa que me atrajera más, y porque con las películas de Stephen Frears siempre me pasa lo mismo, me gustan.

La cinta gira en torno a una especie de fantasía de lo que le debió ocurrir en aquella semana horrible para la monarquía británica en la que murió Ladi Di, y la monarquía siguió queriendo ser la misma monarquía de siempre en un mundo que ya no era el mismo, y que teóricamente les exigía otra cosa, por más que al final el espíritu británico haya terminado imponiéndose.

Puede que lo mejor de la película sea la interpretación de Mirren, soberbia, pero por más que no sea, quizá, una gran película, me resulta muy interesante la escasa conmiseración que se tiene no sólo con los miembros de la familia real, sino especialmente con los políticos laboristas, aunque terminen salvando tanto a la Reina como a Tony Blair. 

Estamos ante una película muy británica,  con un tratamiento más parecido a las cintas noventeras de revoluciones irlandesas que a la grandilocuencia de un aparente homenaje a la figura real, posiblemente buscada y que aparece como natural en esta mirada, posiblemente más simpática de lo que merecía, al cargo real y a la carga que eso conlleva. 

Siempre he pensado que Frears sabe hacerlo muy bien. No deja de ser un artesano, pero un artesano listo y muy hábil, tanto como para saber transmitir la dureza autoimpueata en esa preciosa escena del ciervo, la única en la que la Reina llora amargamente, en un momento ya de gota que colma el vaso, de espaldas a la cámara y a la que alegra la vista del animal al que intenta salvar, igual que lo está intentando con su imagen.

Como ya he dicho, no es una grana película, quizá, pero me gusta.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Sandman

The Sandman (serie de TV, )


Desconocía la existencia del cómic original, por lo que, nuevamente, no voy a hablar de la adaptación del mismo. Tampoco de las dudas que me genera el que DC y Warner participen en su producción para Netflix cuando tienen servicio de streaming propio. Entre otras cosas porque eso me dejaría menos margen para hablar de lo realmente buena que me ha parecido la primera temporada de The Sandman. 

El dios del sueño viaja al mundo humano para atrapar a una pesadilla que ha huido de su reino, y es atrapado por error, en vez de su hermano Muerte, al que en realidad se buscaba, por un multimillonario británico que le roba sus "bártulos" de poder y lo mantiene preso a la vez que usa esos bártulos para conseguir todos sus sueños. Tras lograr escapar de su cautiverio, un siglo después, y vengarse del hijo de su captor, ya muerto, por más que fuera el único que le mostrara una cierta simpatía y ánimo de ayuda, descubre que su reino se ha ido al garete y necesita sus bártulos, desaparecidos de su dueño humano original hace décadas, para lograr restaurarlo. Su recuperación centrará la primera mitad de la temporada para, posteriormente, dar paso al control de un vórtice, humana que puede hacer que los límites del sueño y de la realidad se fusionen, acabando por tanto con el mundo tal y como lo conocemos. Es ahí donde Sueño/Morfeo, nuestro protagonista, conseguirá controlar a la pesadilla fugada, y descubre que al menos uno de los Eternos, sus hermanos, ha sido el que ha hecho todo lo posible por acabar con él, aunque ya antes hemos visto que no es el más popular entre la fratría. Su lucha con Lucifer en el Infierno para poder recuperar su máscara, en la que es capaz de vencer al ángel caído, animado por Deseo, su hermano/enemigo nos deja con un macguffin que, desgraciadamente, lo mismo nos quedamos con ganas de ver como se desarrolla, según las noticias que llegan acerca de su posible renovación en Netflix (ha funcionado muy bien, pero no tanto como esperaban siendo una serie tan cara).

Organizada como capítulos independientes que, aún avanzando en la historia, van explorando, precisamente, los comportamientos humanos e instintos que dan nombre a esos Eternos, se agradece una planificación sólida, unas motivaciones bien fundadas y explicadas, y que se nos muestre la evolución de los personajes de las que se nos habla (el capítulo del reencuentro con el "experimento" que le organiza Muerte es una auténtica delicia). No se apresura, pero el ritmo parece adecuado, juega con el género y los roles (parece que era uno de los puntos fuertes del cómic, según he podido leer) de forma natural, y lo sórdido no proviene tanto del continente sino de sus planteamientos (un mundo sin los hechos naturales que los Eternos ejemplifican, un mundo donde un humano tenga el poder de alguno de esos Eternos, un mundo en el que esos instintos puedan estar en guerra), así como del señalamiento de lo hipócrita del poder.

No es el MCU, no tiene nada que ver con las pobres adaptaciones de DC, ni con el traspaso del videojuego de The Witcher. Es otra cosa. Y es mejor.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Castlevania

Castlevania (serie de TV, Frederator Studios/Powerhouse Animation Studios/MUA Films/Project 51 Productions/Shankar Animation/Konami)

 


Castlevania es una serie de videojuegos desarrollados por la compañía japonesa Konami, que trata inicialmente de un cazador de vampiros que tiene que acabar con una versión mejorada y un tanto sórdida de Drácula, que empezaron a comercializarse allá por los noventa y que dio uno de mis videojuegos preferidos (y que más me costó terminar porque uno es torpe, por eso dejé de jugar) que fue su primera versión para la SuperNintendo.

Como aún Konami siguen publicando nuevas versiones, se tuvo a bien hacer una serie de animación, donde gradualmente han ido apareciendo todos los héroes y villanos de la saga, en forma de ánime occidentalizado, que tuvo una primera temporada espectacular. 

Sórdida como los videojuegos iniciales (como ya dije, mi pasado gamer queda muy, muy atrás en el tiempo) y muy sangrienta, ambientada en una especie de medievo que por momentos recuerda demasiado a siglos posteriores, tiene un desarrollo un tanto lento, muy centrada en las funestas consecuencias del pensamiento mágico-religioso y el culto al líder, así como las intrigas que generan el querer convertirse en nuevos líderes o ampliar poderes territoriales para conseguir el dominio absoluto. Todo ello en un ambiente moral más que distraído, que hace que la falta de escrúpulos sea, con mucho, la gran protagonista del relato.

La cuarta y última temporada se estrenó hace ya bastante, en forma de cierre prácticamente completo, y ahonda un poco en lo que había desgastado las anteriores, incluyendo una cierta infantilización, las múltiples triquiñuelas para alargar una historia que no daba para más, aunque es cierto que parte de sus capítulos finales cogen ritmo suficiente para que a los que nos gustó su inicio sintamos que no hemos estado perdiendo el tiempo.

Quizá no sea para no fans o nostálgicos, como es mi caso, pero no me parecido mala serie, aún con muchas de sus imperfecciones.

sábado, 10 de septiembre de 2022

El agente invisible

 The gray man (Anthony Russo, Joe Russo, 2022)

 


Ryan Gosling es un asesino convicto al que Billy Bob Thornton recluta como asesino para algo, a cambio de su excarcelación, al inicio de la película. Ese algo, según vemos en las siguientes escenas, tiene que ver con convertirse en mercenario para una gran comporación, y asesinar a alguien que, en un giro de los acontecimientos, resulta ser otro asesino reclutado por Billy Bob Thornton y que lleva una información que puede hacer caer a esa gran corporación, que no es otra que la CIA. Como no entrega esa información, se convierte en objetivo a matar de sus contratantes iniciales, eligiendo su jefe a un Chris Evans reconvertido en psicópata de manual, que se dedica a perseguirlo por distintos países europeos, de los que nuestro protagonista no para de huir, con la ayuda inestimable de una Ana de Armas que pasa de agente a repudiada, y que tampoco tenemos muy claro por qué hace todo eso. Un secuestro doble, la muerte de su mentora y varios giros de guión después, llevarán a nuestro protagonista a una traca final en un castillo croata, donde todo sale más o menos porque los de la CIA son muy tontos o muy corruptos. 

Y esto es El agente invisible, básicamente. Netflix se ha gastado todo el presupuesto en contratar a actores carísimos, a los directores de las últimas películas de Los Vengadores y a dinamitar media europa (incluyendo descarrilar tranvías en Praga) para darnos la enésima superproducción de acción de los últimos años, tan larga, aburrida y previsible como imprevisible y emocionante quiere ser. 

No hay nada que no hayamos visto antes, todo se centra en el espectáculo y su único punto de interés, porque es lo único que lo diferencia de muchos de estos productos, es que no parece haber redenciones de ningún tipo, cosa que personalmente agradezco.

Ana de Armas sigue siendo guapísima y muy fotogénica, eso sí.