The gray man (Anthony Russo, Joe Russo, 2022)
Ryan Gosling es un asesino convicto al que Billy Bob Thornton recluta como asesino para algo, a cambio de su excarcelación, al inicio de la película. Ese algo, según vemos en las siguientes escenas, tiene que ver con convertirse en mercenario para una gran comporación, y asesinar a alguien que, en un giro de los acontecimientos, resulta ser otro asesino reclutado por Billy Bob Thornton y que lleva una información que puede hacer caer a esa gran corporación, que no es otra que la CIA. Como no entrega esa información, se convierte en objetivo a matar de sus contratantes iniciales, eligiendo su jefe a un Chris Evans reconvertido en psicópata de manual, que se dedica a perseguirlo por distintos países europeos, de los que nuestro protagonista no para de huir, con la ayuda inestimable de una Ana de Armas que pasa de agente a repudiada, y que tampoco tenemos muy claro por qué hace todo eso. Un secuestro doble, la muerte de su mentora y varios giros de guión después, llevarán a nuestro protagonista a una traca final en un castillo croata, donde todo sale más o menos porque los de la CIA son muy tontos o muy corruptos.
Y esto es El agente invisible, básicamente. Netflix se ha gastado todo el presupuesto en contratar a actores carísimos, a los directores de las últimas películas de Los Vengadores y a dinamitar media europa (incluyendo descarrilar tranvías en Praga) para darnos la enésima superproducción de acción de los últimos años, tan larga, aburrida y previsible como imprevisible y emocionante quiere ser.
No hay nada que no hayamos visto antes, todo se centra en el espectáculo y su único punto de interés, porque es lo único que lo diferencia de muchos de estos productos, es que no parece haber redenciones de ningún tipo, cosa que personalmente agradezco.
Ana de Armas sigue siendo guapísima y muy fotogénica, eso sí.
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