domingo, 26 de marzo de 2023

RRR

RRR (S. S. Rajamouli, 2022)

 


Hacer una película de tres horas que no aburra en ningún momento es meritorio. Hacer que una película india de tres horas de duración, contando una historia acerca de los horrores del colonialismo británico en India, en forma de aparente película de aventuras clásica, pero que a la vez toque prácticamente TODOS los géneros, incluyendo un número musical larguísimo, y se divida claramente en tres películas distintas que están dentro de la misma historia, sin que haya prácticamente nadie en occidente hablando mal de ella, es para coger a sus creadores y que les den la presidencia del país, sinceramente.

Nos presentan al inicio de la película las tres Rs del título: el detonante de la historia (el episodio de robo de una niña de un poblado hindú a manos de unos despiadados colonos ingleses) y los dos protagonistas reales: un soldado hindú en el ejército británico que no para de intentar hacer honores, incluso enfrentándose él solo a una turba en una escena cuya coreografía deben envidiar desde la Marvel, para que el racismo lleve a que esos honores se les otorguen a los cobardes británicos; y el encargado de rescatar a la raptada, una especie de guía/protector de la tribu, que se nos presenta cazando, con una trampa y sus propios brazos, a un enorme tigre de bengala. El destino de ambos se une cuando se promete un ascenso a cualquiera que encuentre a la especie de semidios que la inteligencia británica sabe que ha venido a rescatar a la niña, lo que supone la única oportunidad para el soldado que de otra forma nunca logrará esos honores que desea, y que empezará a buscar un fantasma sin saber, llegado el momento, que ambos se han encontrado mucho tiempo antes en la propia película, mientras salvaban a un niño de un incendio en el río (sí) haciendo ambos de Tarzán desde un puente (sí). 

Su compenetración y su propia amistad, casi en los términos de cualquier bromance de comedia adolescente americana, evitará que se den cuenta de quiénes son el uno y el otro, ayudándose involuntariamente desde a conseguir pareja, a otros aspectos necesarios para el plan de ambos, negando indicios evidentes de la realidad y todo para que, finalmente, termine triunfando la traición en una secuencia (la del asalto al palacio) que es una barbaridad en todo (extras, fuego, animales salvajes matando casacas rojas, los protagonistas haciendo de Spiderman...). A partir de ahí, cambia la secuencia, cambia el estilo (como ya había cambiado cada dos escenas) y empezamos a entenderlo todo mucho mejor, incluyendo al traidor. 

RRR huye como de la peste de la profundidad, y es uno de sus grandes aciertos. Huye hasta el punto en que parece deliberado que siendo capaces de desarrollar la trama de forma tan sutil en algunos momentos, los personajes sean tan planos y estereotipados, las subtramas sean tan ramplonas (el racismo inglés se subraya a base de los mismos personajes con las mismas interacciones en distintos momentos de la película). Es como si hubieran decidido que nada tenía importancia más allá del desarrollo de la historia y, sobre todo, la espectacularidad de las escenas, ya sean de baile, ya sean de acción, ya sea de confesiones a la luz de la luna en la selva.

RRR es monumental en todos los sentidos. Un ejercicio megalómano, hipertrofiado, con una duración injustificable si tenemos en cuenta sólo el argumento, un guión en el que ocurren muchas cosas que sólo tienen sentido para poder hacer el más difícil todavía de las escenas de acción, una vez detrás de otra, todo es más... Parece que su concepción ha sido un brainstorming donde han dicho a todo que sí y luego se han puesto a unir las piezas. Y es lo bien que están unidas las piezas lo que hace que funcione como un reloj y que no es que salve las deficiencias, es que hace que casi nos olvidemos de ellas.

Luego ya está esa última parte final con ese discurso patriótico, demasiado cercano al ultranacionalismo, que no sólo no hacía falta (tampoco lo hacían la mitad de las secuencias y no quitaría ninguna), sino que molesta un poco, por más que no logra empañar las tres horas previas.

sábado, 25 de marzo de 2023

Madres paralelas

Madres paralelas (Pedro Almodóvar, 2021)

 


Creo que Almodóvar nunca ha sido especialmente hábil a la hora de conectar lo que cuenta con el mensaje que se supone que pretende dar, cuando le da por eso, y, de hecho, creo que lo que escribe mejora mucho cuando se olvida de intentar hacerlo, pero, vista la cantidad de premios que obtuvo esta película, lo mismo puede que esté equivocado, aunque no lo creo.

Si nos limitamos a lo que sucede realmente, Almodóvar nos cuenta la historia de una fotógrafa que se queda embarazada de quien no debe, decide llevar el embarazo para adelante sola y, a la hora del parto, coincide como compañera de habitación con una adolescente abandonada emocionalmente, con un embarazo que tiene que llevar a término, y que encuentra en nuestra fotógrafa la figura materna que su madre, a la que conocemos, no ha ejercido nunca. 

El amor por su hija hace que nuestra protagonista no se dé cuenta de que esta hija no se parece ni a ella ni a su padre, hasta que éste aparece para conocerla y se lo hace ver, y termina descidiéndose a sí misma y cerciorándose de ello. Como es muy buena persona, los remordimientos no la dejan vivir, mucho menos cuando se vuelve a encontrar a aquella adolescente, que, aparentemente de forma casual, se encuentra trabajando en la cafetería de debajo de su casa, y termina de contarle su desgraciada vida. 

La fotógrafa le ofrece casa y comida, y su relación se complica muchísimo porque cuando la gente tiene traumas, faltas o fallos emocionales, las cosas no se desarrollan con ningún tipo de sentido, llevando a un desenlace desastroso, por más razonable que resulta desde fuera, que luego se resuelve no se sabe muy bien por qué.

El por qué todo esto tiene que ver con niños robados, la ley de memoria histórica y la gente que sigue enterrada en cunetas (porque en este país hay un montón de gente que ha decidido que no está tan mal parecerse a la Camboya de Pol Pot, aunque eso es otro tema), es algo que Almodóvar intenta justificar añadiendo conexiones de los personales con algún tipo de hecho en ese sentido, si bien no termina de entenderse en ningún momento por qué es eso algo cardinal en la película, tal y como su director estuvo diciendo durante toda la promoción.

Muy interesante, y sospecho que por ahí debería haber ido la relación, el personaje de la madre de la adolescente, una señora bien, de derechas, de la dictadura que podría haber sido una hija robada y podría, para haber dado consistencia al relato, haber usado su dinero e influencias para cambiar/robar niños, lo que añadiría también aspectos sobre el racismo que podrían haberse denunciado también... No sé exactamente qué es lo que pasó para que Almodóvar no terminara de enredar el enredo melodramático e ir por ese camino, que por más exagerado que hubiese resultado, hubiera dado a la película una coherencia que falta (la última parte, preciosamente contada sin prácticamente palabras, es lo mejor de la película y parece un parche).

Es precisamente esa especie de desconexión entre las partes lo que, por momentos, termina por desconcertar al espectador y hacer que se pueda incluso salir de lo que, visto por partes, está tan bien contado como las mejores películas de su director. Mi problema es el todo. 

La historia es tan trágica e irreal como necesita un melodrama, las actrices están soberbias, el guión tiene los mismos fallos que siempre han tenido los de su director (siempre me ha parecido que el cine de Almodóvar cuenta muchísimo más con lo que cuenta en imágenes que con lo que dicen sus personajes, que chirría con bastante frecuencia), visualmente es impecable y hay momentos, efectivamente, espectaculares dentro de la cotidianeidad. Pero al final, falla en dar un mensaje unívoco, en que sepamos de qué nos está hablando sin tener que pensar. Y eso en una película no creo que sea bueno, por mejores mimbres que tenga.



jueves, 16 de marzo de 2023

Machos alfa

Machos alfa (serie de TV, Contubernio)

 


Que los creadores de ese engendro plagado de ranciedad y heredero directo de los peores defectos del "morenismo" televisivo, incluyendo la falsa liberalidad moral desde la condescendencia más conservadora,  que es La que se avecina hicieran una serie sobre la masculinidad tóxica no ya que no oliera a naftalina y misoginia reprimida, sino cuyo mensaje fuera más o menos adecuado y no diera vergüenza ajena en (casi) ningún momento, es algo que debe haber sorprendido a los propios hermanos Caballero, pero, miren por donde, lo han conseguido.

Machos alfa nos presenta una comedia de enredos de pareja de estructura clásica que comienza con cuatro amigos que parecen verse obligados a hacer un curso de masculinidad tóxica en el que sólo parecen estar a gusto los dos que menos lo necesitan, como suele ser habitual, por otra parte. Esa primera escena sirve como punto de partida para que nos cuenten el qué es lo que los ha llevado ahí, sus desastres amorosos y la hija de uno de ellos. Cuatro relaciones de parejas (o ex-) muy distintas, y en parte estereotipadas, que tienen en común la falta de respeto mutuo, parece que casi siempre por las propias inseguridades de sus integrantes masculinos, algunos de ellos empeñados en forzar la maquinaria para compensar sus miserias, aún a costa de poder quedarse más solos que la una.

Cuernos, relaciones abiertas a las que los infieles se niegan, desencuentros de pareja, malentendidos, polvos en sitios insospechados en cumpleaños infantiles, amistades que se avergüenzan de la situación económica de los otros, influencers, aprovechados, falsos profetas, adolescentes más maduros que sus propios padres y, sobre todo, señores que no saben lidiar con algo más que no sea una serie de valores que creen importantísimos ellos, otros señores con la misma mala autoestima y sus cabezas.

Funciona muy bien con la mayor parte de los personajes, mostrando cierta empatía con sus desgraciados protagonistas (porque, en realidad, eso es lo que se esconde debajo de sus actitudes de mierda) hay secundarios fantásticos, y presenta situaciones divertidísimas, por más que hayamos visto versiones similares una y mil veces. Realiza lecturas más que adecuadas acerca del machismo, la intolerancia y las nuevas relaciones, a la vez que no tiene miedo en meterse en fregados y cuestionar las cuotas, la existencia de mujeres que manipulan a sus parejas o el por qué los hombres se han erigido referentes a la hora de "coachinear" espacios feministas. Todo con cierta elegancia y el suficiente tacto para que nadie se sienta atacado ni molesto (aunque si algo nos ha demostrado Twitter es que la masculinidad es el elemento más frágil conocido en la naturaleza), por más que chirrían (como lo hacen en otras producciones de sus mismos autores) esas parrafadas educacionales o la falta de sororidad con algunos de los ligues de Tinder, donde se nos presentan como risibles gente realmente herida. Por más que luego lo intenten arreglar.

En realidad estamos, salvando las muuuuuuuuuuchas distancias, con la enésima versión de The Philadelphia Story o Bringing up, Baby (y vuelvo a pedir perdón por la comparación), presuntamente modernizada, presuntamente local, presuntamente castiza, pero que no deja de beber de las mismas fuentes sin aportar mucho nuevo, más allá de que veamos que, si quieren, los Caballero pueden hacer cosas más que decentes. La disfruté mucho, y la vergüenza ajena siempre casi se ciñó a las situaciones y no a lo que se presentaba. Lástima ese "casi".

jueves, 2 de marzo de 2023

Miércoles

Wednesday (serie de TV, MGM Television/ Millar Gough Ink/Glickmania/Tim Burton Productions/ Toluca Pictures/ Netflix)

 

 

Que a estas alturas Netflix, esa cadena de streaming cuya suscripción media es más cara que cualquier otra ofreciendo peor calidad de imagen y un catálogo que tiene como principal eje conductor la mediocridad, siga aún siendo capaz de generar expectación es digno de estudio. También es verdad que de estudio del público, porque creerse las expectativas cuando se promete recuperar el espíritu de las publicaciones originales a la vez que el de las películas de los noventa, transportándola al público del siglo XXI contando con muchos actores famosos adultos que, Gwendoline Christie aparte, nadie de ese siglo XXI ha visto actuar, y con el renombre de un Tim Burton en horas más que bajas y del que a estas alturas hace ya mucho que casi nadie espera nada, al menos bueno, es más para que nos hiciéramos mirar el empeño en fascinarnos por lo más mínimo que se nos prometa, la verdad. Pero el punto de partida es ese, y tal y como era de esperar con esos mimbres, al final nada.

No me entiendan mal, Wednesday es una serie honesta que, salvo la escena inicial en el colegio normalizado (único guiño real a las películas de Barry Sonnenfeld) da lo que promete desde el inicio, una tontería de misterio para púberes con todos los tópicos posibles de las series tontas de misterios para adolescentes, incluyendo marginaciones, conflictos, intereses amorosos no correspondidos y señalar mucho a un presunto culpable para que no nos fijemos en la trampa, evidentísima una vez termina todo, en la que nos hemos visto envueltos desde el principio. Todo eso acompañándolo de estética gótica chic y bailecitos a imitar en Tik Tok. Y en ese sentido, y si no somos especialmente exigentes con las incoherencias en el guión, la serie es disfrutable tanto por la trama general como por la factura, impecable, eso sí. Por más que todo se alargue mucho más de la cuenta y se terminen dedicando tres capítulos a lo que podría haberse solucionado en diez minutos, pero todo sea por completar el número mínimo de horas para que las suscripciones se renueven.

El problema para el público no adolescente, y especialmente para los que disfrutamos de las películas en los noventa, es que, por más protagonista interesante que tenga, por más que haya un par de momentos de humor gris, más que negro, por más que haya destellitos de lo que nos dieron previamente, y prometieron durante todo el tiempo en que estuvieron anunciándola, el personaje principal se convierte en otra adolescente queriendo ser especial ya en el primer capítulo, ni está ni se le espera la mala baba, el señalamiento directo de la maldad del humano frente al monstruo, la socarronería, los planos imposibles, las carreras, la diversión... Una lástima. Volví hace no mucho a ver Addams Family Values, que no deja de ser un capítulo alargado de lo que podría haber sido una serie cojonuda, y me sigue pareciendo una comedia fabulosa.