martes, 20 de septiembre de 2022

Banda aparte

 Bande à part (Jean-Luc Godard, 1964)


No hay mal que por bien no venga, y la reciente muerte de Godard ha servido para que recordarme que, a pesar de ser uno de los movimientos cinematográficos más influyentes de la historia, la nouvelle vague francesa casi no ha pasado por mi educación cinematográfica.

Me he dispuesto, por tanto, a intentar mitigar esa falta, y para ello he decidido empezar por una película de la que llevo años escuchando maravillas, y que puedo decir, sin lugar a dudas, que, como el resto de cine que he visto de aquella ola, no es la mejor opción para ver después de un día de intenso trabajo.

Modernísima, incluso ahora, Godard adapta una novela estadounidense como aparente forma de hacer un homenaje al cine negro, aunque a mi difícilmente me lo parece. La historia comienza con un coche recorriendo los suburbios de París en busca de la casa de Odille, una chica a la que Franz ha conocido en clases de inglés, y donde vive al cuidado de una pareja mayor que esconde mucho dinero, según Franz le cuenta a Arthur. Arthur seduce a Odille, a pesar de no querer nada serio con ella, traicionando a Franz, enamorado de la joven, a la que, a la vez, convencen para que les ayude a robar la fortuna que esconden sus hospederos. Odille se muestra ambivalente, aunque finalmente accede al plan inicial, que tendrán que cambiar en el último momento por varias circunstancias, llevando a un final seudotrágico, disfrazado de falso final feliz en el último momento.

Bande à part es otro de esos ejemplos de que Lars von Trier no sólo no inventó absolutamente nada cuando se sacó de la manga aquello de su proyecto Dogma, sino que hubo otros que lo habían superado con creces mucho antes de que él ni siquiera supiera que quería rodar cine.

Me gustan mucho alguno de sus hallazgos formales, la estructura casi teatral de algunas escenas, incluyendo movimietos coreográficos, no entiendo, por más que me hayan fascinado, algunas de las ocurrencias estructurales, y puedo entrever el aire de novela negra de lo que, a mi modo de ver, es la historia de tres jóvenes que se encuentran y quieren disfrutar de la libertad que les concede la juventud, pasando por alto su propia inexperiencia. 

Personajes que se definen completamente en poco más de unas líneas de diálogo y cuatro acciones concretas, varios aparentes fallos de racord perfectamente buscados, primeros planos espectaculares y una mímica que recuerda al cine mudo, un breve paso al color, en medio del blanco y negro, y la escena del baile... me ha dado más de lo que esperaba, por más que todavía no lo haya terminado de digerir.

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