viernes, 16 de diciembre de 2022

Avatar: el sentido del agua

Avatar: The way of water (James Cameron, 2022)



Dado que lo de tener fe en las secuelas de Pocahontas in outer space ha llegado al punto en que gran parte de la crítica ya había decidido que le iba a gustar antes de verla, he decidido, tras ver el tráiler, hacer lo mismo, pero en el sentido contrario.

No sé si en algún momento me veré obligado a tragarme algo que, ya para atraerme al cine, me venden como más de lo mismo, LITERALMENTE (los humanos vienen a atacar nuestro planeta, esta vez por agua en vez de por tierra), pero por mi parte se va a meter al cine a ver una postal en movimiento de TRES HORAS Y CUARTO, nada más y nada menos, Rita la Cantaora. Y el perrito que la acompaña la puede acompañar si quiere a verla. Por más CGI “monumental” ( lo he leído) que lleve, prefiero cualquiera de Marvel, al menos no quieren engañar a nadie.

jueves, 8 de diciembre de 2022

Argentina 1985

Argentina 1985 (Santiago Mitre, 2022)


 
Toda esa gente que se queja de cómo las plataformas están arruinando el cine no han vivido en su vida en una ciudad de provincias donde, si hay algún cine cerca, no emitirían nunca una película como Argentina 1985. Por lo que personalmente agradezco mucho a Amazon que la tenga en su catálogo desde poco después de su estreno.

No seré yo quien diga que esta es una de las mejores películas del año, ya hay cientos de webs que lo afirman y que sí que han tenido acceso (y ganas) para ver el resto con lo que hacer la comparativa, lo que sí que es cierto es que estamos ante una película enorme, monumental, a la que no consigo encontrarle un pero. 

Argentina 1985 trata la historia del Fiscal designado para hacerse cargo de la acusación del juicio civil contra los militares que llevaron a cabo el "Proceso de Reorganización Nacional" argentino, esa dictadura que sumió al país en el terror y la ruina, tras el vergonzoso juicio militar que los exoneraba de toda responsabilidad. Un cargo que conlleva una responsabilidad de la que nadie puede exonerarlo, la del Fiscal, que nadie quiere, a la que nadie ayuda, que es puesta continuamente en duda por todas las partes implicadas, que se boicotea, que le lleva a recibir amenazas (hasta el punto de tener que sacar a su familia de Buenos Aires) y para la que sólo logra ayuda de un grupo de jóvenes recién licenciados que no tienen nada que perder, y un ayudante idealista que puede perderlo todo.

Habla, con profundo respecto, del dolor y el miedo de las víctimas, a las que da voz e, incluso, justifica cuando no quieren tenerla, y señala sin miramientos a los culpables, tanto los que se sientan en el banquillo, como los que no (las presiones sociales, de los militares, del gobierno, el manejo de los jueces...), mostrándose reacia a aceptar el veredicto de compromiso que finalmente se logró.

Y lo hace con un tono, hasta cierto punto, amable. Con momentos de intriga, de humor, de drama, de miedo, mezclando costumbrismo familiar y maquinaciones políticas, y haciéndonos partícipes de la idea de que la vida es puro teatro (por lo que, precisamente, el personaje de Somigliana es tan importante para lo que pasa en la sala), y de que el esfuerzo por la lucha por la justicia debe ser conjunto, no personal.

Se apoya en un guión estupendo, una dirección inmaculada que articula sin fisuras momentos casi videocliperos con otros largos e intimistas, y, sobre todo, unos actores que están para chillarles, especialmente un Ricardo Darín que se lo come todo desde la primera a la última escena. Es emocionante, divertida, ágil, trepidante... todo por momentos y todo a la vez.

Aún hay sitios en los que está en el cine. Si tienen la suerte de poder disfrutarla en pantalla grande, háganlo. Por los que no pudimos.

miércoles, 7 de diciembre de 2022

After life

After life (serie de TV, Netflix)

 


Ricky Gervais puede ser controvertido como cómico, y mucho más controvertido cuando habla en serio, no vamos a discutirlo. Incluso podríamos decir que a nivel personal parece un imbécil, y poca gente nos llevaría la contraria. Pero lo que es innegable es que es listo como él solo. Y para muestra, esta serie, que no deja de ser The Office, la buena, la de la BBC, en versión dramática.

Tony es un señor que enviuda de una mujer a la que considera maravillosa, y decide que no quiere seguir viviendo en un mundo sin ella. Entre otras cosas porque vive en un pueblucho de la campiña inglesa donde no hay mucho que hacer, no tiene amigos, su padre está demenciado, vive en una residencia y todos los días tiene que recordarle que su mujer está muerta, y trabaja en un periodicucho local que no cubre ninguna noticia importante, con una serie de compañeros que dan más pena que otra cosa. Intenta suicidarse, a pesar de que su perro se lo impida, y como no lo consigue en primera instancia, decide darse a la autodestrucción, a pesar de que toda la gente que conoce le tiene cariño e intenta ayudarle, porque está cabreadísimo con el mundo y ha decidido compartirlo con él de la forma más explícita posible. Su enfado no será entendido por nadie, ni siquiera por quienes, como Anne, comparten pérdida, y entre el apoyo de esta última para que tome conciencia de sus actos y varios acontecimientos que llevarán a episodios trágicos, parece que Tony irá tomando conciencia de que hay otros caminos. 

En la segunda temporada se va tratando ese cambio de actitud (que no lo es tanto) y la aceptación del inicio de su nueva vida sin Lisa (que así se llama la muerta). Tras una primera temporada durísima, donde el humor, caustiquísimo como es marca de la casa, aparecía como alivio a lo que nos estaba contando, esta segunda,  como el cambio que se produce en Tony, va dejando atrás el ego del protagonista para centrarse en los que lo rodean, y convertirlo, hasta cierto punto, en una extensión de su mujer fallecida, esa cuidadora incansable que lo cuidó tanto que no paró de dejarle vídeos para que, una vez no estuviera ella, él fuera capaz de seguir adelante con su vida (por más que no le haga ni puto caso). Y, en ese sentido, Gervais  retrata la miseria en todas sus vertientes (moral, ética, personal...) con una mordacidad envidiable, aunque, sin embargo, de una forma sensible y empática que cuesta más detectar en sus productos cómicos.

Si bien la serie podría haber terminado (con un final más que digno) con esa segunda temporada, parece que decidieron hacer una tercera para que Gervais hiciera otra serie donde demostrara que él es capaz, como un Cameron cualquiera, de recurrir a la sensiblería facilona llegado el momento, y donde se olvidara casi completamente del arco de su protagonista, para volver al punto cerril inicial, aunque con una motivación externa para seguir viviendo que pasa por no intentar hacer nada por ser feliz que no dependa del otro (tal y como parece que hacía su mujer). Se centra en el resto de personajes, elimina un par de los mejores de las temporadas previas y no da nada que se parezca a lo previo, aunque la escena final sea muy bonita y valga para cerrar de forma lacrimógena algo que no lo era tanto. A mi me sobraba.


domingo, 4 de diciembre de 2022

Archer

Archer (serie de TV, FX Productions/Floyd County Productions)


Hará poco más de un mes que Netflix estrenó en España la ¿última? temporada de una serie que lleva trece años siendo, creo, injustamente ignorada por el mainstream. Y hace ya casi tres semanas que me tragué la última, y demasiado corta, temporada en dos tardes, y que llevo pendiente hablar de ella porque no sé qué es lo que tengo que decir de Archer más que animar al que no la haya visto a qué lo haga. Y que la disfrute.

Oficialmente, Archer es una serie de animación para adultos, si es que eso quiere decir algo. Archer comienza como una comedia de acción, en forma de animación realista, y que se inspira en la vida de Stearling Archer, espía de profesión en la empresa de su madre, que no sólo comparte con su progenitora interés profesional, sino una lista completa de cualidades que convierten a ambos en seres francamente despreciables hechos el uno para el otro, con más que evidentes traumas compartidos y un alcoholismo galopante que sólo preocupa a los demás.

Trabajar en una empresa de espionaje supone una cierta laxitud moral, cosa de la que no se salva ni Lana, quizá el único personaje medianamente normal, pero es que el resto de miembros del ISIS (sí, así se llama la empresa de espionaje que trabaja en gran parte para el gobierno de los EEUU) se mueven entre el desquicie y la perversión, cuando no ambas cosas. Tanto que, cuando el Gobierno de los EEUU termina cerrando una empresa que no hace más que dar problemas, el modo de ganarse la vida que encuentran es dedicarse al tráfico de drogas.

Se bromea con la violencia, el sexo, las inseguridades, la delincuencia, los experimentos científicos inmorales, la muerte, la explotación, el capitalismo… cualquier cosa que sea de dudosa moralidad va a ser alguna de las características de algunos de unos personajes a los que, a pesar de todo, se les va cogiendo cariño, tanto como a su impresentable protagonista.

No hay ningún tipo de evolución en los personajes, al menos no a mejor. Parece que cada historia quiere superar en locura a la anterior y, ciertamente, casi siempre lo consigue, a base de descolocarnos cada vez que puede, cambiar de género cada vez que tiene oportunidad, y no parecerse nunca a ella misma.

Optó por poner en coma a su protagonista durante tres de sus temporadas, dedicando cada una de ellas a uno de sus sueños, donde vivía vidas similares con personajes similares a los de su vida real, pero inspirado en épocas diferentes, permitiendo explorar otras estéticas, y homenajear estilos cinematográficos diferentes, hasta que Archer se despierta al final de la temporada 10.

Las dos últimas temporadas son de duelo, el primero el que tiene que hacer Archer sobre su vida previa al coma y su mayordomo/esclavo muerto, y la segunda, involuntaria, la que tuvieron que hacer frente los creadores con el fallecimiento de la grandísima Jessica Walter, voz de Mallory Archer, fallecida el año pasado y a la que se le dedica un último episodio de la duodécima temporada que llega de forma precipitada, en forma de desenlace completo, y sin que dejar abierta posibilidad de continuación aparente. Aunque, a pesar de que ella ya no esté, ojalá me equivoque.

sábado, 3 de diciembre de 2022

El país de los sueños

Slumberland (Francis Lawrence, 2022)

 


Una niña repugante a la que su padre ha criado en un faro, completamente alejada de lazos sociales (que el padre tampoco mantiene) y sumergida en un mundo infantil que el padre se resiste a abandonar, tiene que enfrentar el mundo tras el trágico fallecimiento de este, ayudada por un tío al que no conoce y no sabe qué hacer con los niños, y, a pesar de que es tan inteligente que es capaz de desenvolverse sin problemas en contextos nunca vividos, refugiándose en el mundo de sueños que su padre le contaba, en el que buscará, con la ayuda de Jason Momoa con un poco de barriga (demostrando así su versatilidad), un imposible para volver a ver a su padre muerto, no terminan de aclarar durante todo el metraje para qué. Y hasta ahí voy a contar, no porque si suelto un par de spoilers vaya a desvelar nada que no se intuya desde el minuto tres, al menos cualquier adulto funcional, sino por un poco de respeto.

Quicir, la misma historia de elaboración de la pérdida que hemos visto treintaycinco millones de veces, basado aparentemente en una novela infantil que desconozco, y que no tiene el más mínimo interés en resultar interesante a otro público que no sea al que va dirigido. 

Personalmente, me ofendió muchísimo más la tontuna aquella de La Escuela del Bien y del Mal, pero por lo que he visto debo ser el único. Parece ser que toda la crítica estadounidense está muy enfadada porque una película da lo que anuncia, básicamente una película infantil de manual acerca de la pérdida, con algunas buenas ideas visuales y una estética y efectos especiales conseguidos. No sé si tendrá que ver con la misma idealización de la infancia que lleva a subir a los altares a la mitad de las mierdas que vimos en los ochenta (y que nos siguen gustando por lo afectivo, porque siguen siendo películas más que discretitas), o lo mismo es que creían que Netflix iba a estrenar en época prenavideña una sesuda crítica a la fábrica de desadaptados sociales que es el "home-schooling" yanqui, terminando con su pertinente tiroteo en la escuela de élite, yo qué sé. A mi, personalmente, me ha dado lo que me prometía: nada.