jueves, 28 de julio de 2022

... 1, ¡GRITA!

Scream (Wes Craven, 1996)


Y he aquí que llegamos a la madre del cordero, el motivo de todo este recorrido por una saga que, reconozcámoslo, tampoco merece tanta atención, pero que es, quizá, la primera película de terror posmoderna que llegó al mainstream.

En un pequeño pueblo de la profundidad de los EEUU, una chica se está preparando para ver una película de terror. Suena el teléfono y aparece un desconocido que parece haberse equivocado, pero que no para de llamar de forma insistente hasta que establece un juego terrorífico, y con trampa, del que depende la vida del novio de la chica. La trampa funciona y el novio muere destripado, para inmediatamente dejar de jugar verbalmente y comenzar la caza de la víctima inicial, que era ella, y que termina con una muerte espantosa que se nos muestra lo justo para que no le pusieran la clasificación aquella en la que no se podría emitir en casi ningún cine. Aparece después la protagonistas de verdad, cuya muerte es, en realidad la que se busca, hija de una víctima de asesinato a la que pretenden destripar coincidiendo con el aniversario del de su madre, llevándose por delante a todo lo que entorpezca el plan y a toda persona a la que la protagonista le tiene algo de cariño. Todo ello con muertes tremendas, mucho suspense y un final inesperado con resolución mínimamente favorable para nuestra heroína. Hasta ahí, lo normal. Pero lo importante, y lo verdaderamente interesante, es el tratamiento de la historia

Y es que Scream (la buena, la de verdad, la fetén), se disfrazaba de película de terror adolescente para, a través de la mirada de su guionista, un Williamson que explícitaba su intención de descomponer el género para recomponerlo después, es en realidad una sátira perversa donde la verdadera víctima es el espectador.. 

Desde la propia promoción, Scream juega con el que la ve. La actriz más famosa del elenco, reclamo publicitario fundamental, y a la que presentan como protagonista, es la primera víctima del juego del asesino (en realidad, la segunda víctima formal, pero la primera con la que se establece el juego previo al asesinato), dejando al respetable completamente descolocado, entre otras cosas para que no lleguemos a pensar que el villano es el que es, por más que durante todo el metraje se den pistas más que suficientes para ello, e incluso para pensar que tiene un colaborador necesario, también evidente desde el inicio. 

Williamson no tiene reparos en ponernos delante todos los tópicos del género, de forma mucho más profunda que los chistes habituales de quién es el primero que muere, diseccionándolos para entregarse de pleno a ellos, ridiculizándolos hasta lo risible (la amiga vestida de colegiala que intenta escapar del asesino por el peor sitio posible, las normas que no se pueden incumplir y que se incumplen sistemáticamente, el personaje de Dewey, policía bonachón, paleto y con tics exagerados, la reportera que se mete donde no la llaman y parece interesada en que la maten, los amigos muertos que se la sudan a los vivos una vez pasado el susto inicial...) a la vez que analiza la influencia del final de siglo, los medios de comunicación o la utilización del fandom.

Cuenta, además, con un Wes Craven que por momentos se homenajea a sí mismo, a Carpenter (las escenas de la comisaría podrían haber salido de Asalto a la comisaría del Distrito 13), a Hooper, a Friedkin o a Murnau, y que es suficientemente perro viejo como para poder rodar las escenas de tensión con solvencia y a la vez que se la sude todo muchísimo, tanto como para parodiar lo mismo que homenajea. 

El final es antológico, la ridiculización del móvil de los asesinos, unos adolescentes con mommy issues de manual, que son liquidados por una heroína que comienza a jugar con ellos tal y como ellos han ido haciendo todo el tiempo, y que pasa de ser una pobre víctima a una especie de Ripley que ni siquiera deja que el susto final, propio de todo este cine, tenga lugar.

Hacía mucho que no la veía y lo cierto es que el tiempo la ha tratado bien. Si ya saben lo que pasa, vuelvan a echarle un vistazo y miren más allá de los muertos. Es realmente buena.

miércoles, 27 de julio de 2022

... 2, ...

 Scream 2 (Wes Craven, 1997)


La secuela de Scream es, ante todo, una muy digna segunda parte, inferior sin duda a la original, no sé si quizá intentando cerrar el debate que ya la misma película propone acerca de la práctica inexistencia de segundas partes que mejoren las iniciales.

Atesora la mejor escena de toda la saga, ese inicio que sería parodiado (de forma brillante me atrevo a decir) en, creo, la segunda parte de Scary Movie, pero que cuando la vimos en el cine nos dejó petrificados (asesinato con público que, en el júbilo del fan, ni siquiera se da cuenta de lo que está ocurriendo hasta que ya es demasiado evidente), así como continúa intentando escudriñar los estereotipos del género, si bien pierde parte de lo irónico y se empieza a regodear en la autorreferencia. 

Lo metacinematográfico, que dará parte de los mejores momentos de la franquicia, comienza oficialmente con el estreno de la "Puñalada" original, basada en los sucesos de la primera, y cuyo estreno dará comienzo al derramamiento de sangre que no parará, con un patrón parecido al de su predecesora, hasta ese final en el teatro, donde todas las máscaras caen, y donde, de nuevo, vuelve a primar lo forzado, lo esperpéntico y lo autoparódico (la interpretación de la asesina como madre desquiciada es desternillante) que hicieron de la primera la joyita que algunos creemos que es.

Se toma más en serio de la cuenta durante todo el metraje, sorprende menos que la original (aunque no creo que pretendiera lo contrario) y tiene diálogos francamente vergonzantes. Pero aún así, guarda sorpresas, el ritmo es el correcto, no tiene prácticamente paja y otorga cierto significado (el final de la adolescencia oficial y el inicio del recorrido a la edad adulta, con la llegada de las responsabilidades por los propios actos) al recorrido que Williamson nos quiere enseñar. Me gusta, no voy a engañarles.

martes, 26 de julio de 2022

... 3, ...

 Scream 3 (Wes Craven, 2000)


El final de la historia del Scream original, con ya unos personajes que han pasado su etapa formativa y comienzan la edad adulta, los traslada a Hollywood, precisamente al rodaje de una de las secuelas de "Puñalada", la serie de slasher basada en los protagonistas, para cerrar la adolescencia de Sydney y que pudiera enfrentar la edad madura ya libre de peligros.

Wes Craven sigue dirigiendo muy bien, pero Kevin Williamson se desligó del proyecto (aparece como coguionista, pero parece ser que más a modo honorífico) y su falta se nota. Scream 3 es, con mucho, la peor de toda la saga, a pesar de los cameos, de hablar de las miserias de Hollywood y de situar la conflictiva (también hay que tener huevos cuando la producían los Weinstein) en una situación de abuso a una actriz. 

Es, quizá, la única en la que todas las pistas acerca de los posibles asesinos no orientan a él, cosa que, junto con el cameo de Carrie Fisher, es lo más destacable, el resto anda muy perdido e intenta dar unas explicaciones psicológicas más risibles que otra cosa. Al final, vuelven a aparecer los mommy issues como modo de explicarlo todo, pero ni el humor ni algún que otro asesinato más o menos original consiguen salvar los muebles. Por no hablar de que nuestros protagonistas están aún más torpes de lo que ya solían ser y que Sydney se convierte, por arte de magia, en una niñita desvalida, cliché del que, precisamente, huía su personaje como de la peste desde la primera película. 

Un despropósito comparado con los anteriores, muy superior a la mayoría de sus contemporáneas del género, por otra parte.

lunes, 25 de julio de 2022

... 4, ...

 Scre4m (Wes Craven, 2011)


Quizá queriendo tirar de una nostalgia que aún no había dado tiempo a desarrollarse, y coincidiendo con los diez años desde el estreno de su presunto final, Miramax quiso relanzar la franquicia haciendo una versión enfocada a los millenials que aún eran demasiado jóvenes cuando el estreno de las originales, pero que, por más que parece que gustó más que alguna de sus predecesoras, no tuvo el suficiente impacto para lograr su continuación.

La historia se retoma una década después de los acontecimientos de Scream 3, Sydney ahora es una escritora de éxito de libros de autoayuda, Gale se casó con Dewey y está más amargada de lo que ya era habitual viviendo en Woodsboro, y Dewey es ahora el sheriff del pueblo. No tiene otra cosa mejor que hacer la publicista de Sydney que organizar una firma de libros en su pueblo natal coincidiendo con el aniversario de todos y cada uno de los episodios anteriores, lo que da pie a que un nuevo par de asesinos comiencen a hacer de las suyas con tal de cargarse a nuestra protagonista, con el único móvil de lograr notoriedad ante el auge de las redes sociales.

Quiero suponer que esa mirada pollaviejista de la juventud del momento, a la que todo el guión va mostrando un desprecio más que evidente, fue parte del descalabro y de lo que iba a ser el fin de la serie, pero tampoco volquemos sobre ese único elemento la culpa del desastre, porque la película de por sí tiene mucha responsabilidad en ello.

Por más que el comienzo (ese chiste metacinematográfico que se repite para dar inicio al film) sea descacharrante y posiblemente lo mejor de toda la cinta,  hay que dar cierto crédito a Williamson por intentar reinventar la rueda y dar un marcado carácter paródico a determinadas situaciones, incluyendo un final que resulta casi hilarante. El resto del metraje, sin embargo, no deja de ser una concatenación de sustos más o menos previsibles, con una historia interna mínima, un discurso metalingüístico paupérrimo y lleno de obviedades y unas situaciones límites que llegan al ridículo. 

Termina siendo más larga de lo que debería y sobran la mitad de los personajes y situaciones. Pero para echar la tarde, la verdad es que entretiene, que es de lo que se trata.

domingo, 24 de julio de 2022

5,...

 Scream (Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillet, 2022)


No sé si se habrán enterado de que Prime Video ha estrenado, dentro de su suscripción, el último producto de la serie del grito, sólo han hecho ochenta anuncios distintos para ello, pero ya está disponible para verla en sus propios domicilios, que es lo que este adolescente en los noventa hizo en cuanto se enteró.

La franquicia Scream surge como una rara avis dentro del cine slasher, a modo de trilogía conclusa donde, cine de terror adolescente mediante, realizar un estudio del desarrollo del mismo durante sus treinta años de existencia oficial, analizando sus esquemas y retorciéndolos a modo de relanzamiento, que, de hecho, salió muy bien. En lo que se convirtió no vamos a hablar ahora, porque no es lo que toca, pero sí que su influencia y éxito fueron tal que incluso llevaron a un intento de relanzar la propia serie a inicios de la anterior década, que no salió bien. Aunque de eso hablaremos mañana.

Hoy toca hacer una reseña de la última de las propuestas que se ha realizado aprovechando el tirón, y que, visto el éxito y lo mucho que ha gustado a los incondicionales del género, tiene toda la pinta de que acabará con la presunta trilogía que se anunciaba con ella, aunque no descarten que ese sea sólo el inicio.

Hábilmente, entre otras cosas porque los protagonistas originales ya están mayores para hacer lo que hacían en los noventa, lo que se hace en esta ocasión es una "recuela", término que la misma película ha puesto en valor, y que consiste en emular lo que ya se hizo con la última trilogía oficial de Star Wars: una secuela de las originales, pero reiniciando la serie con personajes nuevos (y, me imagino que si el espíritu es el mismo que el de la saga galáctica, cargándose poco a poco a los originales a modo de cierre).

La película funciona calcando, a veces hasta los propios planos, la película original. Los personajes son similares, hay una subhistoria nueva, porque de alguna forma tienen que estar relacionados los nuevos protagonistas con los antiguos, pero el esquema y el desarrollo es el mismo. No sólo son obvias todas las referencias (incluyendo metacinematográficas), sino que hasta la traca final se desarrolla en el mismo sitio donde terminaba el primer film, dejando claras sus intenciones y el homenaje que se quiere hacer.

Es divertida, en el sentido en el que puede ser divertida una película cuyo leit-motiv es encontrar a asesinos que se dedican a abrir en canal a gente, está bien rodada y los diálogos no dan demasiada vergüenza ajena, que ya es algo de agradecer en este tipo de producciones, y tiene momentos cómicos, no sé si voluntarios (la motivación de los asesinos, virgen santísima...), pero en el homenaje se olvidan de lo más importante de la película original, la auto-ironía.

Y es que, por más disfrutable que sea, el problema (y posiblemente el secreto de su éxito en los años venideros) pasa por ser una película de un género menor que se toma demasiado en serio. Entiendo que esa es su gran baza, dado al público que va dirigido, esa generación Z que cree haber descubierto la pólvora incluso a los que ya estuvimos allí (esos consejos que dan los supervivientes iniciales y que los listísimos protagonistas se pasan por el forro, consiguiendo, efectivamente, lo mismo que les advirtieron que iba a pasar) y que parece más preocupada en darle intensidad a cualquier cosa que en disfrutar de lo que le ponen por delante. Precisamente, de eso peca este film, busca tanto la trascendencia y  quiere ser tan lista que termina patinando. Será que pasé la adolescencia con las originales y, por tanto, no voy a ser yo quien vaya al cine a ver las nuevas películas, pero, personalmente, me gustan menos así.

miércoles, 20 de julio de 2022

El pacificador

Peacemaker (serie de TV, HBOMax)


La llegada de James Gunn a DC le ha sentado estupendamente, como ya demostró esa segunda Escuadrón Suicida, liberada de los Snyder y demás nolanianos, más centrada en la acción y el disfrute del espectador que en resultar importante. 

Precisamente es James Gunn el elegido para rescatar a un personaje que no creíamos que fuera a volver a aparecer tras los hechos de esa película, y el que, guardando el mismo espíritu que el producto cinematográfico del que proviene, crea una serie desvergonzada, irreverente y divertidísima, donde hay una serie de tramas que, en realidad, son lo que menos importan.

Violencia y desnudos gratuitos, sesos colgando o chistes deliberadamente ofensivos, de los que se hace mofa, el viaje de El Pacificador de psicópata justiciero a compañero de un equipo desastroso al que nadie de los que está ahí quiere pertenecer, se ve fácil, se ve divertido y no tiene sentido alguno, siendo los "malos" una especie alienígena ecologista, y los buenos una serie de humanos amorales que lo hacen todo "por la misión" o, en el caso de El vigilante, por una falta completa de empatía y una satisfacción pueril por la muerte ajena.

El subtexto está ahí (pero es potente, por si a alguien le interesa), John Cena no es buen actor, pero tampoco hace falta, el resto de actores están fantásticos y las situaciones son hilarantes (el inútil del grupo es el salvador de la mitad de las situaciones límite). James Gunn nos sigue instruyendo en sus gustos musicales, tanto en conversaciones de sus protagonistas como en la coreografía de las escenas, de hecho, se lo toma todo como un juego y llega incluso al descacharramiento de hacer mofa de las escenas postcréditos propias de todo el cine de superhéroes, usándolas para no aportar ninguna información y poner personajes a hacer el ridículo. 

No sé si lo he expresado bien, pero me lo he pasado bomba. Y teniendo en cuenta que no sé si me he enterado de la mitad de las bromas y que sólo son ocho capítulos de poco más de media hora, no descarto que vuelva a caer de aquí a no mucho tiempo, aunque sólo sea por volver a ver los créditos iniciales, de los mejores que he visto en televisión en mucho tiempo.

martes, 19 de julio de 2022

Porco rosso

Kurenai no buta (Hayao Miyazaki, 1992)


Se cumplían ayer veinticinco años, según leí, del estreno de la película que significó el inicio de la expansión internacional de los productos de Studio Ghibli, y qué mejor que su aniversario para volver a revisitar esta joyita.

Porque a ver, ¿a quién no le va a gustar una fábula antibelicista que advierte de los peligros del fascismo, protagonizada por un desertor de la aviación italiana, convertido mágicamente en cerdo y que se refugia trabajando como cazarrecompensas contra unos piratas aéreos en la única zona del país donde no ha metido aún sus garras el férreo control del fascio, contado con gusto estético exquisito, pinceladas de neorrealismo y romanticismo y una banda sonora que emociona desde el primer acorde?¿A quién no le va a gustar?

Vista con perspectiva, Porco Rosso es un producto muy japonés para estar situado en la Italia de entreguerras (esa fascinación de los señores por las adolescentes...), y que peca de infantil en algunos aspectos, pero, aún teniendo eso en cuenta, la madurez le ha sentado estupendamente. Como con todo el cine de Miyazaki siempre tengo la impresión de que, ante tal despliegue sensorial, termino perdiéndome parte de lo que me quiere contar, pero al final la emoción, que es lo que se busca, aparece sin tener que recurrir ni a los fuegos de artificio o las tragedias forzadas que se utilizan habitualmente para lograrlo. Es una aparente historia sencilla, contada aparentemente de forma sencilla, pero esconde mucho más de lo que parece al primer visionado. Aunque lo que quiere dejar claro, lo deja clarísimo. 



lunes, 18 de julio de 2022

Relatos salvajes

 Relatos Salvajes (Damián Szifron, 2014)


Situaba a esta película mucho más atrás en los dos mil que el año en que se estrenó, no sé si porque la confundí con alguna otra de esas coproducciones hispano-argentinas que, de vez en cuando, se hacen con un arsenal de premios y se convierten en películas de visión "obligatoria", pero me desconcertó saber que era relativamente reciente. No sé si será el machaque que dieron con ella en su momento. 

Tampoco sé si esa fue la razón de que no le hiciera caso antes, o quizá el que muchos de estos productos tampoco son para tanto (algunos, de hecho, me han parecido soberanas estafas, pero no quiero hablar de Marcelo Pyñeiro ahora), pero tras mucho evitarla, el otro día me la volví a encontrar en el catálogo de Rtve play (que vuelvo a recomendar visitar, es gratuito, sin anuncios, y tienen películas estupendas) y anoche me acordé de ella y me puse a verla.

Seis relatos tragicómicos, plagados de humor muy negro, más cortos los tres primeros, más desarrollados los tres últimos, sin ningún tipo de conexión aparente, y en los que los personajes, de un modo u otro, dejan vía libre a sus instintos, sirven a Szifron para dibujarnos una humanidad amoral en un país corrupto, donde las élites se libran, la ética no existe y las relaciones familiares son anormales (esa madre acariciando el pecho del hijo tras la camisa...). Seis relatos donde nadie sale especialmente bien parado, pero que muestra esos desenlaces como parte de una narrativa que no parece juzgar lo que se hace ni por qué se hace. Por eso somos capaces de empatizar con los protagonistas, por más despreciables que sean.

Sinceramente, me queda mi duda respecto a su coherencia interna, y en ese sentido no sé se fue demasiado generoso con ella. Personalmente, la he disfrutado mucho y es algo que me importa más bien poco.

domingo, 17 de julio de 2022

Thor: Love and Thunder

 Thor: Love and Thunder (Taika Waititi, 2022)

 


No voy a ahondar mucho en la temática del nuevo Thor, porque, como ya dijimos hace poco al hablar de la última del Doctor Extraño, el esquema de todos los productos del MCU es parecido (presentación más o menos divertida, conflicto, desarrollo donde todo sale mal para que siempre parezca que los héroes van a fracasar, y desenlace final más o menos feliz) y, en ese sentido, esta última inclusión del Vikingo Espacial no se sale de la norma, aunque, como ya pasó enThor: Ragarok, es casi en lo único en que parece continuar el estilo narrativo del franquiciado. 

He leído mucho sobre esta película, normal cuando casi es lo único que tienen programado la mayoría de cines habituales, y, a partir de ella, leía el otro día un artículo interesante en Espinof que se quejaba de lo desproporcionado de la Fase IV del ciclo MCU respecto a las anteriores, entre otras cosas porque no queda claro en ningún momento adonde se dirige.

Efectivamente, parece que eso está siendo un problema para la mayoría de los fans, entiendo que fundamentalmente para los que conocen los cómics. Afortunadamente, no me encuentro en esa lista y no me parece que el que no haya un destino claro sea, en sí, un handicap. Sobre todo porque creo que lo que están haciendo, tras el parón que supuso la pandemia y el desconcierto con algunas subfranquicias (está por ver qué harán con Black Panther tras el fallecimiento de Chadwick Boseman), es, por un lado, empezar a presentarnos a los nuevos personajes que sustituirán a los caídos, y, por otro, cerrar determinados arcos, en forma de homenaje (ya hablé cuando Extraño del personaje de Wanda), para otros que no van a volver a aparecer. Pero sobre todo, me parece que esa especie de dispersión en el objetivo final ayuda a que podamos disfrutar de cada película como unidad independiente, cosa que a esta Love and Thunder le sienta estupendamente.

Tal y como ya hizo en Ragnarok, Waititi parece tener bastante libertad a la hora de desarrollar la trama, y, en este caso, y con disfraz de película de aventuras, lo que nos viene a contar es una estupenda comedia romántica (también he leído a más de uno decir que es "la mejor comedia romántica de la historia", supongo que porque para ellos la historia debió comenzar allá por los noventa) que ayuda a clausurar el ciclo del primer Thor y, finalmente, lo deja libre para poder desarrollar nuevos argumentos sentimentales.

Como de costumbre, la factura es perfecta, no llega a las dos horas (por poco), lo que es muy de agradecer, y, también en la línea de su predecesora, es una película que se toma mucho menos en serio que todo el resto de subfranquicias (aún menos que los Guardianes de la Galaxia), logrando un producto disfrutable, con mucho humor, en ocasiones en base al ridículo, y que tiene perfecta conciencia de su escasa trascendencia. Y eso, tras tanto Nolan y tanto aire de grandiosidad, para mi es un plus.

jueves, 14 de julio de 2022

El hombre que nunca estuvo allí

 The man who wasn’t there (Joel Coen, 2001)

 

 

Los Coen son otros de los que, con bastante frecuencia, se han podido leer reseñas en este blog por la propia preferencia del que escribe por la obra de estos hermanos. ¿Que por qué, entonces, he tardado más de veinte años en ver esta película, cuando sí he hecho lo propio con obras posteriores? Pues no lo sé, sinceramente. Posiblemente una mezcla de desidia que siempre me ha hecho dejarla para más tarde y publicidad que han hecho que opte antes por otras de supuesta mayor envegadura. Sólo quiero decir que me arrepiento mucho. 

Una historia de detectives, centrada en un personaje que, accidentalmente, termina asesinando al amante de su esposa, sirve a los hermanos para relatarnos un viaje existencial acerca de un tipo que nunca ha sido dueño de su vida, marcada por la inercia de dejar que los otros decidieran por él, que sólo es capaz de tomar unas pocas decisiones con resultados desastrosos, y que, fruto de ello, ni siquiera le es posible decidir nada sobre su propia muerte.

El protagonista, Ed Crane, barbero de profesión por pura inercia, y que es un cero a la izquierda en todo lo referente a lo que le sucede, nos relata ese propio viaje desde su perspectiva descreída, desinteresada, cuando no molesta, respecto a las relaciones humanas, y que sólo consigue afectarse con la emoción de los otros. Una especie de síndrome de Asperger adaptado en apariencia, que llega a corromperse por el mismo sentido racional y práctico que tiene de todo lo que le ocurre, pero es consciente, cuando no se lo hacen saber, de su propia insignificancia, pero cuya personalidad llega a impregnar todo el metraje, medido, espléndidamente bien planificado y con una economía en el lenguaje cinematográfico que hace que, sólo en un par de minutos y sin que haga falta mayor explicación, lleguemos a entender, por ejemplo, la relación del protagonista con su esposa.

Heredera de todo el cine negro europeo (hecho también por todos aquellos cineastas alemanes que en los años treinta colonizaron Hollywood), con referencias casi inacabables (desde el expresionismo alemán al noir francés e incluso a la Lolita de Kubrick), supone un homenaje a todo lo que los Coen son, sin que por ello pierdan sus rasgos distintivos (el humor es especialmente negro) a pesar de no parecerse demasiado la gran mayoría de sus películas.

Resulta incómoda, opresiva incluso en momentos de luz, tenebrosa en ocasiones y muy poco amable para con lo humano. Y, aún así, y a pesar de su final, casi esperanzadora. He tardado demasiado en verla, pero ojalá poder volver a verla por primera vez.

martes, 12 de julio de 2022

Un cadáver a los postres

 Murder by death (Robert Moore, 1976)


Es curioso ese fenómeno por el que películas de poco éxito se convierten con los años en títulos de culto. Y más curioso todavía que ese título se lo intenten endosar a una película que se estrenó en el Festival de Venecia, fue una de las diez películas más taquilleras de su año, no tiene ninguna intención de no pertenecer al mainstream y siempre ha gozado de las simpatías de la crítica. 

Etiquetas absurdas aparte, este Asesinato por muerte (como título no sería bueno, como juego de palabras es maravilloso) es una auténtica delicia y, gracias a Kenneth Branagh, vuelve a ser tan pertinente  como en los setenta.

Parodia, con mucho ánimo crítico, de la literatura y cine policiacos de detectives que más que investigar, adivinan, un desconocido cita a los cinco detectives más brillantes del mundo, con el pretexto de una cena y el propósito de ridiculizarlos, para que investiguen un asesinato que aún no se ha cometido, en una casa apartada de todo y perfectamente acondicionada para dar miedo. Los detectives aceptan la invitación, porque eso es lo que hacen los de las novelas policiacas, y comienzan, desde antes incluso de llegar a la casa, a competir por demostrar su superioridad frente al resto.

Intentos de asesinato frustrados, motivos personales para justificar no se sabe cuántos asesinatos, descubiertos desde la nada, un mayordomo ciego, una cocinera muda, un millonario excéntrico y cinco detectives, copias exactas de varios de los más famosos de la época, atrapados en sus propios clichés, son sólo parte de un espectáculo plagado de bromas visuales y juegos de palabras constantes, hasta ese final tan absurdo como el de la literatura de la que se burla.

Un cast espléndido, con David Niven y Maggie Smith rezumando britanidad, Peter Sellers bordando su enésima caracterización racial probablemente ofensiva o Peter Falk, haciendo sin querer una parodia de Colombo (el personaje que servía de inspiración era otro, pero da lo mismo) son, posiblemente, las caras más famosas de unos actores que están en estado de gracia, acompañados de un Truman Capote, metido en la piel de un involuntario crítico literario, que parece estar disfrutando cada una de las escenas en las que aparece.

Quizá el único pero que tengo que ponerle es un exceso de orden, recuerda demasiado a lo teatral, que hace pensar que, quizá, se toma más en serio a sí misma de lo que debería, y que hace que el final se haga un poco largo a pesar de contar con algunos de las mejores bromas de toda la película. Y es que, como demostraría años después Aterriza como puedas, a este tipo de cine le sienta estupendamente el caos.




sábado, 9 de julio de 2022

Veneciafrenia

 Veneciafrenia (Álex de la Iglesia, 2021)


Si algo ha caracterizado la carrera de de la Iglesia, desde luego, no ha sido la regularidad. Cosa que, personalmente, me entristece, teniendo en cuenta que el inicio de su filmografía fue brillante (si exceptuamos, precisamente, su debut en el largometraje, aquella Acción Mutante que no era más que un corto muy alargado, ya en estas páginas recogimos mi fascinación por Mirindas asesinas, El día de la bestia, Perdita Durango, Muertos de risaLa comunidad, y posiblemente sea uno de los directores de los que más se han hablado en estas páginas desde sus inicios) , pero al que el siglo XXI parece que se le ha quedado largo, artísticamente hablando.

Y no porque no sepa dirigir, los únicos momentos salvables de esta Veneciafrenia, precisamente, tienen que ver con su buena mano para el suspense, sino por lo errático de sus proyectos y, sobre todo, de la calidad de sus guiones, siempre en colaboración con su inseparable Guerricaechevarría, que siempre han sido su punto débil, y que en algunos casos, como el que nos ocupa, provoca más vergüenza ajena que otra cosa.

En Venecia aparece un asesino de turistas, cuyo disfraz conocemos desde la primera escena, y que parece tener relación con un movimiento popular en contra del turismo de masas que se está cargando la ciudad. A esto que llegan allí cinco post-adolescentes españolitos a hacer el cafre, coincidiendo con que es carnaval, y entre que ya los fichan desde el inicio y son el tipo de turistas al que no me extraña que cualquier camarero les escupa en las bebidas, se convierten en objetivo claro.

Parece ser que de la Iglesia quería hacer un homenaje al cine giallo, y no sé si entendió que para ello el guión tenía que no tener ningún sentido, los actores tenían que hacer todo lo posible por estar espantosos y no tener el más mínimo registro (bueno, siendo justos, Ingrid García-Johnson tiene tres) ni la más mínima evolución y todo se tenía que apostar al ambiente. Si es eso lo que pretendían, lo consiguieron. Lo de que eso se pueda considerar un homenaje, ya es otra cosa.

En fin, que entre una presentación del ambiente larguísima, que lo único que consigue es que deseemos con todas nuestras fuerzas es que los protagonistas mueran lo antes posible y con el mayor dolor y sufrimiento, el nudo se hace eterno y juega demasiado con la ingenuidad y buena intención del espectador, para llegar a una parte final donde, por fin, todo el dineral que se gastarían en conseguir esa fotografía tiene algún sentido, y de la Iglesia demuestra que sabe dirigir suspense, por más que todo lo que ocurre no tenga sentido ni en el más básico de los slashers. Y todo para, finalmente, revelar un plan que bien podría haber ideado cualquier malo de la Patrulla Canina y llevarnos a un final seudo-feliz, marca de la casa, sorprendente, ante todo, por lo anticlimático y por dejar muchas cosas en en tintero.

Resumiendo, si esta cinta fuera un Transatlántico de aquellos contra los que protestan los venecianos, no tendrían que preocuparse. Se habría hundido sin ni siquera haber avistado puerto.

miércoles, 6 de julio de 2022

Sólo asesinatos en el edificio

Only murders in the building (serie de TV, Disney +)


No quería dejar pasar la oportunidad, ahora que están promocionando una segunda temporada de la que aún sólo están disponibles los tres primeros capítulos, para recomendar esta serie, posiblemente una de las sorpresas más agradables que nos trajo la postpandemia, por si queda alguien que no sepa de su existencia.

Tres desconocidos que viven en el mismo edificio de Manhattan se encuentran una noche  subiendo en el mismo ascensor. En medio de la subida a los pisos superiores, otro individuo entra, para bajar poco después en su piso. Cada uno de los desconocidos se dirige a su propio domicilio, del que tendrán que salir poco después por una alarma de incendio. Mientras bajan por las escaleras, cada uno observa movimientos extraños, de los que empiezan a preocuparse una vez se descubre que ese cuarto desconocido, durante la falsa alarma de incendio, se ha, aparentemente, suicidado, según concluye una policía de Nueva York muy preocupada por cerrar rápidamente el caso.

El trío de desconocidos, un antiguo actor de series policiacos, una joven que está, teóricamente, arreglando la casa de su tía, y un antiguo director prácticamente en bancarrota, terminan uniendo fuerzas, cada uno por sus propios egoístas intereses, para descubrir qué es lo que realmente ha ocurrido y, de paso, grabar un podcast con el que aclarar sus propias ideas y, de paso, ganar algo de notoriedad.

Como ya se puede intuir por el planteamiento, no se va a descubrir la pólvora, ni falta que hace. Lo grandioso de esta serie es que no pretende, en modo alguno, hacer algo original o renovar el mundo de las series. Estamos ante un Se ha escrito un crimen del siglo XXI, con su asesinato, sus entrometidos que investigan donde no deben, y se meten en líos por ello de los que escapan de aquella manera, giros más o menos inesperados y un aparente final feliz, solo enturbiado por un macguffin final, que por más que nos mostrarán al principio, no deja de sorprender, pero que se hace necesario para poder tener una segunda temporada.

Como escenario principal, un Nueva York, simbolizado por ese edificio, individualista, inhumano e hipócrita (la escena del ascensor del último episodio de la primera temporada es una obra de arte en ese sentido), heredera directa de la descrita en La hoguera de las vanidades, cuyas miserias se resaltan de forma quizá más sutil, aunque no menos mordaz. Este elemento, junto con el choque generacional entre los protagonistas (la conversación boomer-woke respecto a lecciones para ligar es hilarante), dan lugar a los momentos más divertidos,  y el desarrollo de las relaciones afectivas de unos y otros, contados con una sensibilidad envidiable, además de una presentación de personajes inspirados en las primeras Mujeres desesperadas completan uno de los pocos productos, fuera de las comedias puras, que me apetece seguir viendo.

Un cast perfecto, incluso la inexpresividad de Selena Gómez le queda genial al personaje, lleno de secundarios de lujo que cumplen papeles cruciales para el desarrollo de los protagonistas (Jane Lynch) o para el subtexto (el que interpreta Tina Fey es de las mejores aportaciones de todo la serie), además de un guión muy bien escrito y una dirección en punto tanto en los momentos de presunto suspense como, especialmente, en los cómicos, consiguen una serie ligera, sin pretensiones, entretenida y, en general, muy bien hecha, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

No es The Wire, no es A dos metros bajo tierra, no es Los Soprano, no es, ni siquiera, Flight of the Comcords,  ni lo pretende. No le hace falta.

domingo, 3 de julio de 2022

Obi-Wan Kenobi

 Obi-Wan Kenobi (serie, Disney+)


Lo de que la única preocupación de los dueños de la franquicia de Star Wars es seguir sacándole los cuartos a los fans, y cada vez les importan menos sus propios productos audiovisuales, es algo de lo que ya nos dimos cuenta hace más de veinte años, cuando estrenaron La amenaza fantasma, de la que ya dijimos poco bueno en este blog allá por 2009. El cómo, después de esas espantosas precuelas, la cosa ha ido todavía a peor me parece hasta meritorio.

Y es que, alguna otra producción digna aparte, todas fuera de la historia original (hablo de Rogue One o The Mandalorian), la progresiva infantilización del universo Star Wars (partiendo de que ya era infantil de base) se ha ido agudizando hasta llegar a este proyecto, que sonrojaría hasta a un niño de teta si no fuera por todo el halo publicitario que ha convertido en mítico algo que simplemente era un divertimento.

Pero empecemos por el principio. Obi-Wan Kenobi fue un personaje efímero, presentado como legendario, dentro de la primera Star Wars. Su relevancia en la historia era servir de puro detonante, y desaparecía pronto para no tener que dar muchas más explicaciones, 

Se convirtió en personaje principal de las precuelas, como maestro y, casi creador, del futuro Darth Vader, y en base a ello, desde hace años, se escuchaba la idea de un proyecto sobre el personaje. De hecho, se anunció primero una película al estilo de lo que se hizo con Han Solo, que, nunca se supo por qué, terminó guardándose en un cajón, y finalmente, hace un par de años, cuando ya sólo los muy fans lo esperaban, y supongo que a raíz del éxito de The Mandalorian, decidieron hacer una miniserie que explorara parte de su estancia en Tatooine al cuidado de Luke Skywalker, me imagino que por terminar de hilar algo (el encargo de cuidarlo que le hizo Padme en su lecho de muerte y su práctica desconexión de Luke al inicio de Star Wars) que tampoco necesitaba ser hilado, no vaya a ser que a la gente le de por pensar y, ya puestos, se den cuenta de que la trama de toda la historia es un colador.

Pues puestos al lío, contratan a un montón de gente de renombre (cuando veía en los créditos que uno de los guionistas era Andrew Stanton, director y/o guionista de algunas de mis películas favoritas de Pixar, incluyendo Wall-E,  me quedé atónito), supongo que para echar por tierra su reputación, visto el resultado.

Y es que ahí está el quid de la cuestión. Teniendo en cuenta que la serie no es más que una sucesión de escenas de “en el peor escenario posible, escapamos del Imperio” que ya hemos visto mil veces, sólo que aún más inverosímiles y peor rodadas, ¿para qué ese despliegue? Todo es un sinsentido con escenas de acción artríticas, muertos de los que nadie se preocupa en asegurarse de que lo están, y un plan de aniquilación, incluyendo a La Fuerza, que sólo se cumple de forma aleatoria, todo sea para estirar el chicle y conseguir no uno, sino dos encuentros Kenobi-Vader que terminan como si tal cosa.

En fin, enésima demostración de que haga lo que haga Disney con la factoría no va a tener mayor interés, parece una burla a los fans, con especial sadismo teniendo en cuenta la importancia del protagonista. Si aún les gusta algo de este universo, no pierdan el tiempo y revísense La remesa mala, serie de animación infantil que le da cien mil vueltas a esta. Al menos a los fans infantiles parecen tenerle algo más de cariño, no por algo serán los que terminen viendo las siguientes diez trilogías que se saquen de la manga.

Eso sí, debe andar rondando los cincuenta, pero qué guapo sigue siendo Ewan McGregor.