jueves, 30 de junio de 2022

La crónica francesa

 The French Dispatch (of the Liberty Kansas Evening Sun) (Wes Anderson, 2021)


Quiero dejar claro algo desde el principio. Aunque no lo haya dicho nunca, entre otras cosas porque estuve diez años sin escribir este blog y, según la búsqueda que he hecho, no había escrito nada de ninguna obra anterior suya, en este blog se banca a Wes Anderson. Y mucho.

Lo digo desde ya para que nadie espere un comentario objetivo. Me fascina todo de su cine, incluso sus títulos menos conseguidos y, en ese sentido, esta película la he disfrutado quizá más que ninguna otra. Porque este Wes Anderson es más Wes Anderson que nunca, con todo lo bueno y lo malo que eso puede acarrear.

Parece, según he leído, que el propio director afirmó en su momento que esta película es un homenaje a The New Yorker. No va a servir de nada a la hora de mi opinión respecto a ella, porque de The New Yorker conozco, básicamente, su existencia, pero sí me parece importante tenerlo en cuenta porque, referencias aparte, sirve a Anderson para potenciar esa parte estética que tanto caracteriza sus obras, y que en esta parece convertirse en la base sobre la que cimenta todo el resto de su estructura.

Me parece un acierto, movido teóricamente por el querer hacer una revista en movimiento, el que Anderson se deshaga de la historia principal y se dedique a contarnos las faltas anécdotas (con más falsas anécdotas dentro) que siempre nos cuenta, sin el lastre que supone para ello el endeble hilo argumental que sostienen frágilmente el resto de sus largos.

Más allá de eso, no hay ninguna otra novedad respecto a su cine previo. Los personajes son estereotipos andersianos, interpretados por muchos de los mismos actores de siempre, las situaciones y diálogos son chirriantes, fruto de la fantasía y el mundo interior de su autor, con el mismo sentido del humor extraño y único y las mismas situaciones finales que consiguen emocionar casi sin querer, en medio del absurdo, como si a Anderson le diera vergüenza abrazar directamente el drama.

Pero lo mejor (o peor, según los gustos) es la planificación. Como ya dije antes, Anderson parece organizar todo en base a postales que filma, con su gusto estético habitual, y terminan convirtiéndose en fotografías perfectas, como en una revista, que al final se mueven.

Como dije al principio, con esta opinión no puedo ser confiable, soy (casi) incondicional. Si no la han visto, háganlo sabiendo lo que hay y, como decía hace un par de semanas el amigo dvd, dejándose llevar. Es imprescindible para poder disfrutarla.

lunes, 27 de junio de 2022

Doctor Extraño en el multiverso de la locura

 Doctor Strange in the Multiverse of Madness (Sam Raimi, 2022)


Coincido en parte con aquello que decían que dijo Scorsese acerca del Marvel Cinematic Universe. Porque, efectivamente, resultado de cada una de las películas aparte, esto no es cine. Es una obra de ingeniería que trata de unir muchos eslabones de una cadena para presentar de forma coherente una historia que, eventualmente, llega a un punto final (que siempre es intermedio), para acercar sus múltiples series de cómics a gente que no ha llegado antes a ellos,por falta de interés o cualquier otro motivo.

En ese sentido, y de forma mucho más inteligente que lo que hasta hace poco se atrevía a hacer DC, no sólo van abonando el campo para películas que tienen previstas dentro de casi una década, sino que la fórmula es bastante simple. Historias más o menos lineales de aventuras, con una historia, en general, muy bien montada, efectos especiales de última generación, personajes identificables y , en general, simpáticos, y acción clásica con coreografías/planos cuasi pictóricos, por aquello de dar cierto empaque de epicidad.

Los productos resultantes mantienen un mínimo de calidad, aunque difícilmente se puede ver ningún tipo de seña autoral, viniendo de un estudio tan perfecto de cómo hacer que el producto funcione. Pero, incluso dentro de la serie, hay mejores y peores productos. 

En ese sentido, esta segunda parte oficial de la serie del Doctor Extraño se queda un poco en la media,  no porque sea peor que otras, sino porque, visto los resultados tan interesantes que ha dado la exploración del multiverso en el universo Spiderman (y habló, más que de No way home, de esa maravilla de la animación llamada Spiderman: un nuevo universo), esta cinta no llega a explotar esas posibilidades, que hubiera sido lo más interesante, ni de lejos. Toda la historia es demasiado lineal, todo demasiado ordenado, sobre todo teniendo el cuenta lo que su título promete, que no da.

Aunque no es lo único en lo que el título es engañoso, porque, seamos sinceros, por más que el que más salga en pantalla sea Extraño, la verdadera protagonista de todo esto es Wanda Maximov, convertida ya oficialmente en La Bruja Escarlata, dentro de la evolución natural de un personaje que, por mucho que los fans se hayan sentido decepcionados, era lógico que fuera por donde ha ido.

Porque Wanda no es, nunca fue, una superheroína. De hecho, lo que la convierte en una rareza y, posiblemente, el mejor personaje de la franquicia, son precisamente sus luces y, especialmente, sus sombras. Esas que se vieron desde su primera aparición en Los Vengadores y llegaron a desarrrollarse completamente en esa pequeña joyita televisiva que fue Wandavision. Una pobre alma solitaria que se va arrimando adonde la lleva la búsqueda de afecto, y que es capaz de usar sus poderes para esclavizar a un pueblo si hace falta, con tal de cubrir sus carencias emocionales y buscar una vida normal. En ese sentido, y con un regalo como es, Elisabeth Olsen está inconmensurable, otorgando al personaje toda la profundidad que tiene, y siendo capaz, en el mismo plano, de pasar de ser aterradora a dar la más absoluta de las penas.

Para todo ello ae agradece que esté Sam Raimi al volante, sigue siendo muy buen director y, por más producto de estudio que sea, parece haber sido capaz de darle un tono un poco más tenebroso y varios chistes visuales de humor muy negro, solo usando la planificación de forma muy inteligente, y el resultado final es resultón, más corto de lo habitual (cosa que se agradece) y con un uso del CGI menos dedicado alargar el metraje que a servir simplemente de escenario para lo que está contando.

viernes, 24 de junio de 2022

The good place

 The good place (Michael Schur, 2016-2019)


Si bien mi tiempo de series se lo sigo dedicando en estos momentos a mis chicos preferidos de Philly, no quería dejar de dedicarle unas palabras a la serie que, posiblemente, más me alegró el confinamiento, porque hasta entonces no hice caso de los que la recomendaban, no fuera a ser que si aceptaba el criterio de la gente que sigo en twitter me diera un ictus.

Intentaré ser breve, aunque no prometo nada.

Reconozco que a esta serie le guardo más cariño de lo que, quizá, debería. Todo gracias a un estilo optimista, paradójico en la mayoría de ocasiones, y a una primera temporada que es para poner de ejemplo de comedia televisiva.

La historia inicial no es más que un aparente fallo en el procesamiento de información del “más allá”, de tal forma que Eleanor, una sinvergüenza declarada, termina siendo asignada al “Sitio bueno”, una especie de cielo donde hasta se te llega a asignar una pareja de oficio, teóricamente, la ideal para ti. Ese error, no detectado, pero que Eleanor aprovecha bajo la amenaza de ser trasladada al “Sitio malo”, provoca una serie de desastres que intentará compensar, sin demasiado éxito aparente.

Y hasta ahí voy a contar, porque como ya he dicho, la primera temporada, cuya resolución es memorable, entre otras cosas, por la lectura que hace respecto a la hipocresía,las buenas intenciones y hasta las últimas tendencias en decoración, debería ser obligatoria y no la quiero espolear demasiado.

El problema pasa por la continuación de la historia, complicada a partir de ahí, pero que por más intentos, más personajes memorables, más ocurrencias divertidas… se termina estancando y repitiendo más de la cuenta hasta que, en su cuarta y última temporada, y partiendo precisamente de una historia que repetirá lo acontecido en la primera, vuelve a retomar el nivel para conseguir un cierre casi redondo. Quizá se deba en parte a Maya Rudolph, que ya sabemos que sube el nivel de todo en lo que aparece, pero tras una cierta decepción en su periodo medio, me terminó dejando mucho mejor sabor de boca de lo que esperaba. Y un cierto rayo de esperanza en una época muy dura para todos.

Los extraño mucho a todos, especialmente a Janet.

jueves, 23 de junio de 2022

Little Monsters

 Little Monsters (Abe Forshyte, 2019)


Le acabo de poner un 7 en Filmin y no me lo explico. Entre otras cosas porque esta película, que me sorprende mucho que se presentara (creó que hasta compitió) en Sitges, no deja de ser una comedia romántica del subgénero “con niños” que cumple todos los clichés de todas las comedias de ese tipo. Con la única diferencia de que aquí añaden zombies al mejunje.

Un señor que  no soporta a los niños, porque él mismo todavía no ha superado su propia infancia, conoce a su sobrino y a otro montón de niños insoportables, se apunta de acompañante a una excursión con ellos para intentar ligar con la maestra, y pasan cosas que hacen que madure inmediatamente y se termine redimiendo, con final romántico feliz incluido.

Hasta ahí, todo contado de la misma forma que se ha contado mil veces, en un tono incluso más infantil de lo habitual, y sin mayor interés. Como el añadido inicial de los zombies, que es el conflicto que sirve para la redención de nuestro héroe, inicialmente, incluso, contado demasiado de forma family-friendly.

Pero en eso que al guionista le da por meter chistes de formas inesperadas, tanto visuales como verbales, con especial saña en el ejército estadounidense, que es el que lo lía todo y que pareciera sacado de Aterriza como puedas, para que en medio de toda ese producto predecible surja la sorpresa, la risa y varias escenas milagrosamente ingeniosas (toda la última parte de escape y salvación, incluyendo el bombardeo celebrado por los niños como fuegos artificiales justo después de un tiroteo que los ha aterrorizado, es inteligentísimo de puro absurdo), el poquito de gore (no es que sea gran cosa) llega en el momento más predecible, y a la vez, cuando ya habíamos perdido toda esperanza para ello, y, aunque se echa de menos, teniendo en cuenta lo alocado de la premisa, que esa locura se hubiera desarrollado más que la trama amorosa, me ha dejado con una sonrisa en los labios.

Será que con los años me he vuelto más ñoño.


martes, 21 de junio de 2022

El olivo

 El olivo (Icíar Bollaín, 2016)


Pues como no sabía si tenía ganas de caldo, cayeron seguidas dos tazas. Decíamos ayer muchas cosas acerca de mis impresiones generales del cine de Bollaín, muchas de ellas replicables al hablar de esta película, por más que, en general, me parece que el resultado es más redondo.

En cierta medida recuerda a su debut, una historia sencilla y un viaje en carretera en el que sus protagonistas se descubrirán a sí mismos, se realiza, como punto de partida, un retrato inteligente de una familia en apariencia normal, en conflicto continuo simbolizado por la venta de un olivo milenario, en el que parte de la familia deposita una salida para su crisis económica, mientras el resto, abuelo y nieta, viven como un atentado contra su propia unión y vida, y cuya recuperación, años después, por parte de la nieta en un intento de salvar a un abuelo que lo ha perdido todo y parece no tener nada por lo que seguir viviendo, es el leit-motiv del viaje, emprendido con un supuesto engaño que nadie se creería, acompañado de su compañero, interés amoroso no explícito, y su tío preferido, que prefiere que lo tomen por tonto para no tener que afrontar sus propios demonios.

Esa búsqueda, tan infructuosa como estúpida, sirve de metáfora de la búsqueda adolescente de la resolución de imposibles, que termina, obviamente, con un mazazo de realidad, por más que al final haya un rayo de esperanza.

Un guión mucho más solvente que el de La boda de Rosa, si bien no escapa a sus errores habituales (reconversiones casi milagrosas, ayudas demasiado efectivas…), sirve a la directora para hablar de las injusticias, especialmente económicas, y de la hipocresía de las grandes corporaciones, de forma menos sutil de lo deseable, dado el tono general, pero efectiva y sin restar a la historia que está contando.

Resulta emocionante, reconfortante por momentos aunque muy triste en otros, si se animan a verla, estará disponible en Rtveplay durante bastante tiempo, según explica la propia web. Merece la pena.

lunes, 20 de junio de 2022

La boda de Rosa

 La boda de Rosa (Icíar Bollaín, 2020)


Nunca fui especialmente fan del cine de Bollaín, hacía lustros que no veía una película suya, y probablemente no me hubiese puesto a ver esta película si no me la hubiese encontrado el pasado sábado en La 1.

Una señora, la tal Rosa, piedra angular de una familia por la que ha tenido que hacer demasiados sacrificios, decide casarse con ella misma a modo de compromiso con su persona, para poder ser feliz, y para ello organiza un acto simbólico a la que pide que asistan sus familiares más cercanos, esos para los que lo ha dado todo, y estos deciden pasarse por el arco del triunfo todo lo que ella les ha pedido, y empiezan a enredar para hacer la gran boda que creen que merece, en un intento, fundamentalmente, de distraerse de sus propias miserias, lo que provocará las iras y cambios de planes de la protagonista, vuelta a ningunear en pos de su supuesto bienestar dentro de una familia que, como dice la mejor frase de toda la cinta, “habla mucho pero nunca escucha”.

Todo ello sirve a Bollaín para elaborar una comedia seudoromántica ligera, con toques dramáticos justos, donde trata aspectos claves del feminismo, ejemplificado sobre todo en la carga histórica de la mujer como cuidadora, que a pesar del paso del tiempo, se vuelve a repetir con su hija.

Buenas intenciones aparte, y es lo que me ha pasado siempre con todas las cintas que he visto de esta directora, el tratamiento tiende a lo maniqueo, en este caso con mujeres sororísimas y hombres que no entienden qué hay de malo en ningunearlas, por más que lo intenta arreglar en algunos momentos de la escena final. 

El guión es irregularísimo, funciona sorprendentemente bien los momentos más cómicos (algunos realmente hilarantes, como ese desfile  por el paseo marítimo de  los invitados a  la no-boda), pero falla estrepitosamente en los momentos más dramáticos, cuyos diálogos en momentos recuerdan a las reflexiones propias de  los telefilmes de sobremesa. La dirección oscila en ese sentido, momentos rotundos con otros cuya planificación no llego a entender, por más que el conjunto sea aceptable.

Mención aparte los actores, Candela Peña y Natalie Poza están monumentales, el resto sirve profesionalidad por más que les tocara bailar con las partes más endebles, y Ramón Barea sigue siendo uno de nuestros mejores secundarios, capaz de transmitir cualquier cosa con sólo mover una ceja.

No quiero que me malinterpreten, no estamos ante un truño, me parece una película digna, muy divertida por momentos, pero demasiado irregular. Como muchas otras de las que escribí en su momento en este blog, no creo que con el tiempo la recuerde, pero es agradable de ver y el mensaje es importante. La tendrán durante un tiempo en rtveplay, por si quieren echarle un vistazo una tarde de estas.

domingo, 19 de junio de 2022

La escopeta nacional

 La escopeta nacional (Luis García Berlanga, 1978)


El mismo año en que estrenábamos Constitución, oficializando el presunto fin del franquismo, Berlanga y Azcona nos regalaban esta obra de arte por la que, desgraciadamente, no parece que hayan pasado los años. Porque como se están encargando de demostrar nuestros políticos en las distintas campañas electorales, especialmente en esta última andaluza cuyos resultados se conocerán hoy, la misma situación y el mismo estilo de protagonistas podrían estar organizando alguna que otra campaña de algún partido al que no me referiré aquí.

No puedo evitar, desde que empecé a escuchar aquello de los “chiringuitos ideológicos”, acordarme de esa frase inmortal, maravillosamente actuada por Saza, de “Apolítico, total. De derechas, como mi padre”, de la que es una pena no tener un meme que lanzarle a la cara a todos los que medio siglo después siguen repitiendo, sin que falte una coma, todo el ideario franquista con el que justifican su repulsa al cambio,y que esta película compendia para, de forma inmisericorde, cebarse en lo hipócrita y ridiculo del mismo.

Astracanada ejemplar, las miserias  del Marqués de Leguineche y familia, desquiciados por su propia desgracia, fruto de su ineptitud, pero de la que prefieren hacer responsable a otros, no sólo disecciona, de forma mucho más explícita que en su obra anterior, la podredumbre de los tejemanejes de los que sostuvieron el régimen. También quiso servir de advertencia de las corruptelas de un país que tenía que salir de ellas para poder dejar atrás los males del pasado, por más que, lamentablemente, estemos tardando bastante más de lo que deberíamos.

Hubo un par de continuaciones, menos redondas que la original, y el cine de Berlanga, más libre, nunca volvió a ser el mismo que cuando tenía que esquivar la censura, pero como obra del inicio de su, llamémosla, decrepitud cinematográfica, no deja de ser un monumento sustentado tanto por el propio guión como por unos actores que pocas veces han estado en un estado de gracia tan continuo. Especial mención, en ese sentido, a la gran Amparo Soler Leal en el que, posiblemente, fuera el papel más exitoso de su carrera.

En fin, que como parece que vamos a tener que volver a ir a cacerías para poder hacer negocios de los que se aprovechen gente de buena familia, me parecía buena opción para el día de hoy. Si no la han visto, cosa que dudo, o hace tiempo que no lo hacen, puede ser buen día para disfrutarla. En medio de tanto asco, al menos podremos reírnos a gusto.

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sábado, 18 de junio de 2022

Drag Race España. Season 2

 Drag Race España. Season 2 (A3 player premium, 2022)


Siguiendo el camino de lo básico, y a pesar de la entrada de ayer, para lo que después de tanto tiempo sin escribir, aún no estaba preparado, aprovecho para hacer unos comentarios, ya con un par de semanas de distancia, de mis impresiones acerca del desarrollo de la segunda edición de la franquicia española de la gallina de los huevos de oro de Rupaul. Por si alguno de los que van llegando a este blog no tiene televisión ni acceso a prensa digital, empezaré por los principios. 

Nuestra, más o menos, querida Rupaul empezó su andadura famosil allá por los noventa, tras su reconversión a drag queen femenina, gracias a la ayuda del marketing y de, reconozcámoslo, su propia inteligencia para venderse y darle a los gays what the gays want. 

Canciones de más o menos éxito, películas infumables de recorrido escaso fuera de los nichos de cine lgtbiq+ y, sobre todo, muchas colaboraciones con distintos artistas reconocidos (el Don't go breaking my heart, con Elton John, se hizo mundialmente famoso y tiene uno de los videoclips más divertidos que he visto en mi vida) le ayudaron a mostrar no ya su arte, sino su propia personalidad, que la llevó a tener incluso un talk-show en VH1.

Tras distintos proyectos más o menos fallidos, pero como referente mainstream indiscutible de un mundo, el del transformismo, ninguneado históricamente a nivel artístico, allá por 2009 presenta un nuevo proyecto en una cadena minoritaria dirigida a público gay (Logo tv), que con muy pocos medios y unos premios irrisorios, empezaba a buscar a la que pudiera ser su posible sucesora como icono (el ego de las drag queens daría para un par de cientos de entradas, así que mejor lo dejamos por aquí).

Para ello seleccionan a 9 concursantes y realizan un programa, mezcla de talent y telerrealidad, que pasó desapercibido para el gran público (durante años se la llamó "la temporada perdida" porque, literalmente, no había forma de encontrarla en ninguna plataforma fuera de USA), pero con un éxito relativo que llevó a que el formato se viera renovado. 

Más allá del infame filtro que hace que todo se vea borroso, y que durante años ha sido lo único que se ha destacado de esa primera temporada, el acierto de los productores (incluido Rupaul) fue elegir distintos tipos de drags (en ese sentido, y teniendo en cuenta el número de participantes, puede que estemos ante el casting más heterogéneo de la versión USA) y, a partir de ahí, sentar las bases de lo que en realidad se buscaba, que era otra Rupaul.

La temporada 2, ya en un formato más digno, comenzó su andadura coronando a la mejor de las reinas, pero las más odiada por todas sus compañeras y el público, y el que se filtrara el nombre de la ganadora de la temporada 3 antes, incluso, de haber comenzado la emisión del mismo, llevó a hacer cambios en el formato que potenciaron lo que se convirtió en la`protagonista indiscutible a partir de la siguiente temporada, y lo que fundamenta realmente todos los programas de telerrealidad: la edición.

Porque al final lo que la gente no parece terminar de entender es que todos estos formatos, disfrazados de lo que se disfracen, van de contar historias que televisivamente den contenido. Y si para eso tenemos que crear villanos, héroes o hacer decisiones aleatorias de a quién mandamos para casa, pues se hacen y a seguir facturando.

La productora del bicho, World of Wonder, viendo que, aún con cada vez menos vergüenza en que se vieran los entresijos, el programa seguía teniendo éxito, no sólo consiguió que el show saltara a televisiones de más alcance (VH1, Paramount +), sino que comenzó a crear nuevos formatos, tanto en su propia plataforma de streaming como en forma de nuevos shows televisivos, que no sólo influyeron en el desarrollo del programa original (para nutrir a los All Stars, temporadas donde reinas que han perdido la suya compiten para volver a intentar ganar, necesitamos potenciales ganadores que pierdan, por ejemplo) sino que lograron un microuniverso parecido a lo que tiene Mediaset, pero protagonizado por gente con verdadero talento.

En esas que comenzaron a externalizar el formato fuera de los EEUU, en base a franquicias locales (Tailandia, UK, Canadá, Holanda, Australia-Nueva Zelanda), con desigual suerte, pero con el mismo éxito, hasta que Antena 3, que por más que en abierto cada vez se parezca más a la Fox americana, en su plataforma de pago han sido bastante más listos y ofrecen todo tipo de contenido, incluyendo bastante dirigido al colectivo lgtbiq+ (una cosa es que nos consideren objeto de terapia y otra que no puedan facturar a pesar de ello), compró los derechos y se puso manos a la obra.



Emitió una primera temporada demasiado precipitada (posiblemente porque después había que estrenar el formato italiano, tan erróneo, arbitrario y desastroso como sólo los italianos pueden hacerlo, y lo digo en el buen sentido), con errores notables tanto en la edición (no terminábamos de saber los motivos de las eliminaciones a tenor de que los jueces sólo se dedicaban a juzgar los modelos que lucían en pasarela) como en la post-producción (vergüencita ajena de todos los retos de actuación y/o canciones/lyp-sings, incluyendo el desafío final), pero que llegó a ser la temporada regular mejor puntuada en imdb, entre otras cosas, por una cierta apuesta por la diversidad y el estar dirigido al público local, más que repetir los clichés estadounidenses, además de que al formato le sienta estupendamente que su conductora (Supremme de Luxe es la presentadora más empática de todos los jurados) no sea de cera.

Ganó la que todos sabíamos que iba a ganar desde el primer programa, lo que después de unas cuantas decisiones rarísimas en el resto de versiones, también hizo que el programa ganara puntos, y ya con más tiempo, más presupuesto y más patrocinadores, se dio luz verde a una segunda temporada que terminó, oficialmente, hace una semana.

Desde el principio de esta, se hizo evidente que los responsables de la versión española parecían haber oído las críticas de los seguidores, y se gastó más dinero, se hizo un trabajo de post-producción mucho más refinado, los jurados bajaron el tono de los chistes a algo menos parecido a la versión marica de Pajares y Esteso y, si bien el primer programa fue una pasarela donde ya se eliminó a una reina que no pudo lucir su talento (porque la prueba no iba se eso), en el segundo lo redimieron con un talent que fue, con mucho, el mejor episodio no sólo de la temporada, sino también de la mayoría del resto de versiones. 

Supremme ha estado más humana de lo que ya es, sin impostura alguna, se hablan de temas que preocupan al colectivo, de forma cálida, razonable y que justificaría el que se emitiese en abierto, precisamente para salir del nicho de mercado y normalizar la actividad de unas artistas completas que las pasan canutas para poder hacer lo que hacen, pero, y ahí empiezan los problemas, poco a poco la temporada se ha ido convirtiendo, parafraseando a Filler Queen, en un show para maricas hecho por maricas viejas.

El reto de los anuncios de España, patrocinado por una marca de gofres de forma fálica, fue quizá el momento más vergonzante, con una serie de pruebas donde todo giraba en torno a chistes (verbales y físicos) acerca del follar y drogarse, las decisiones del jurado terminaron eliminando a reinas con perfiles menos femeninos a pesar de los resultados de las pruebas en las que se basaban, los capítulos se han ido alargando en base a edición para lograr contar lo que querían contar, con una impostura manifiesta, y la ganadora ha sido tan evidente como en la primera temporada, pero su edición como la enemiga a batir nos ha dejado a muchos con la sensación de que se ha impartido justicia, pero sin emoción ninguna.

Luego ya ha estado el fandom, que cada vez es más tóxico y sigue sin entender que el programa lleva siendo así desde sus inicios, pero eso es algo que con gente que no razona, tampoco vamos a poder arreglar.

Si exceptuamos que ha ido de más a menos, la temporada ha sido claramente superior a la primera, la mayoría de los retos han tenido momentos espectaculares y otros más emotivos, y todo, objetivamente, ha estado mejor. Pero aún así, a muchos nos ha dejado a medias.

Personalmente, lo mejor de todo el programa ha sido su ¿spin-off?, Sí lo digo, también en la plataforma de pago, donde hemos disfrutado a The Macarena, primera expulsada de la temporada 1, ver en directo los capítulos acompañada de algunas de sus compañeras de temporada, con sentido del humor, chistes que ya querrían para los jurados los guionistas, emoción, humildad y, sobre todo, visión crítica, dando voz a los espectadores, incluso en contra de la producción, sin ningún tipo de miedo, y demostrando que la echaron la primera porque era la que más podría haberle hecho sombra a Carmen Farala. Ojalá un All Stars hecho exclusivamente para que lo gane ella. Sí lo digo.


viernes, 17 de junio de 2022

1984

 1984 (Michael Radford, 1984)


Tengo varios problemas a la hora de enfrentarme a valorar esta película, aunque quizá el más importante sea que mi cerebro decidió, allá por la adolescencia, fusionar esta obra con Un mundo feliz, y aún habiendo releído ambos en varias ocasiones, sigo confundiendo las historias una vez pasan un par de semanas desde que las termino. En ese sentido, y habiendo transcurrido mucho tiempo desde que volví a cualquiera de ellas, no creo ser la persona más indicada para hablar de lo fidedigno de su más famosa adaptación al cine.

En segundo lugar, y no menos importante, están mis propios prejuicios. He leído tantas cosas, y prácticamente ninguna realmente buena, respecto a ella, que he dejado pasar los años hasta que por fin me he decidido a echarle un vistazo. Y, para mi sorpresa, y sin entrar, como ya dije antes, en la adaptación, me he sorprendido para bien durante casi todo el metraje.

La primera escena, resumen del contexto histórico en el que se desarrolla toda la trama, me ha parecido una obra de arte. Apenas cinco minutos para encuadrar y describir un mundo hostil, opresivo y regulado por un totalitarismo alienante, al que no queda más remedio que adaptarse para sobrevivir, es el punto de partida del conflicto de una suerte de héroe que lo que busca, sobre todo, es una vida humana, una vida normal.

Es esa descripción, ese conflicto y la perpetua presencia de la vigilancia en forma del Gran Hermano (tanto en forma de pantallas omnipresentes como en el resto de equipos de la Policía del pensamiento, presentadas en ocasiones en planos casi pictóricos tenebrosos pero de composición impecable) donde están sus grandes bazas. 

El tono intimista inicial, donde prácticamente todo el texto son diálogos internos del protagonista, quizá peca de querer parecer arte y ensayo, no terminando de comprender las motivaciones del protagonista hasta bien entrada su historia seudo-amorosa con Julia, aunque a lo mejor era eso lo que se pretendía.

Sin embargo, la dificultad viene al final. Esa larguísima media hora, una vez descubierta la traición al Partido, donde se descubre hasta qué punto el poder falsifica a su antojo la información (incluso engañando a los que inicialmente tienen que falsificarla) para conseguir un mundo dominado donde todo esté bajo su propio control. 

John Hart está sublime. Richard Burton interpreta un último papel que le queda como un guante, pero ni entre los dos sostienen un desenlace que se antoja demasiado alargado y, a la vez, demasiado precipitado. 

Aún así, merece la pena. Aunque no recuerdo que el libro me haya dejado nunca tan mal cuerpo.

miércoles, 15 de junio de 2022

Los Mitchell contra las máquinas

 The Mitchells vs the Machines(Michael Rianda, Jeff Rowe, 2021)


Durante años el mundo de la animación de calidad ha ido asociada a algunas marcas, como Pixar y Ghibli, que fuera de la omnipresente Disney, para la que ha trabajado la primera de ellas desde el principio, copaban los puestos de películas preferidas por la crítica especializada en estos temas, producciones de manga aparte.

Ocasionalmente surgían otras producciones (ya hablamos de Antz en su momento) que competían en la misma liga, pero que no dejaban de ser raras avis dentro de un panorama tendente a la infantilización y las historias estereotipadas.

Afortunadamente, el mundo va cambiando, y tras la retirada de Miyazaki y el cierto estancamiento en Pixar a inicios de los 2010 (esa secuela de Cars...), han ido surgiendo propuestas de otros estudios que, cada vez más, compiten en igualdad de condiciones si no, como es el caso, superando a la competencia.

Leía en su momento mucha queja de cómo esta película no se había llevado el premio aquel del copyright que terminó ganando Encanto. Sin haber visto la segunda, y teniendo en cuenta que esos premios tienen la misma credibilidad que lo que cuentan El Condenas o Alpiste, sí que es cierto que hubiese sido una oportunidad estupenda para destacar una película cuyos méritos son muchos, empezando por hacer algo diferente a lo que lleva haciendo Disney toda la vida.

Por más que en principio no lo parezca. Al final la trama no deja de ser un conflicto entre un inadaptado y el resto de la sociedad, empezando por una familia propia que es de todo menos perfecta, y que se ven envueltos en una situación peligrosa de la que acaban saliendo como héroes.

Lo que la diferencia del resto de producciones hollywoodienses habituales es, precisamente, el tratamiento. Comedia de acción desenfrenada, la generadora de una guerra de robots es una inteligencia artificial que se siente abandonada por su dueño, y que decide, a modo de venganza, cargarse a toda la humanidad.

Y eso es sólo el principo de una concatenación loquísima de situaciones absurdas dentro de la que hay espacio para criticar la falsedad de la exposición en redes sociales, el endiosamiento de determinados gurús que terminan perdiendo el norte en aras de conseguir notoriedad y, sobre todo, contarnos una historia de lo difícil que es el paso a la independización de nuestra familia, no sólo para los hijos sino, especialmente, para los padres.

Porque de eso, concretamente, trata toda la película. De un duelo familiar narrado con tal sutileza que ocupa poco más que un par de escenas de todo el metraje, pero cuya lectura queda con más intensidad que la de todos los chistes visuales, que son muchos y estupendos.

Una gozada, oigan.

lunes, 13 de junio de 2022

Spiderman: No way home

 Spiderman: No way home (Jon Watts, 2021)


Acaban de anunciar que estrenarán en cine a principios de septiembre, de momento sólo en EEUU y Canadá, un montaje extendido de esta última película del superhéroe, con "más diversión". No sé si será una broma o el enésimo intento de exprimir al espectador de la forma más absurda, pero, a priori, me parece totalmente innecesario.

Mi desconocimiento del mundo del cómic es mayúsculo, lo poco que sé, lo sé de las versiones cinematográficas, y en ese sentido el MCU (incluso lo hecho fuera de Marvel) ha dado muy buenos frutos en cuanto a cine de entretenimiento, tanto que básicamente mi educación cinematográfica en los últimos años se ha reducido a ver y revisar una tras otra todas sus producciones, harto de tanta pandemia y tanta otra desgracia conjunta. 

Me he ido divirtiendo mucho con los Iron manes, los Vengadores y, sobre todo, las últimas de Thor (algún día Thor: Ragnarok será considerada como la obra magna del pulp que es), pero si alguna de las sub-sagas ha mantenido cierta coherencia interna es la última del hombre araña, en esa especie de acompañamiento a la madurez del adolescente que termina, de forma casi forzada, es esta última película.

La ruptura del multiverso, aparente propósito para preparar la continuidad del MCU de la mano del Dr. Extraño, provocada por la propia egomanía adolescente del "sálveme yo y a tomar por culo el resto", tiene como consecuencia el que Peter se tenga que enfrentar no sólo a la mayoría de los villanos de las tres últimas sagas del hombre araña, sino a su propia evolución en el futuro y a las consecuencias de sus actos.

Más reflexiva que sus predecesoras, aunque sin olvidar la acción habitual, es una especie de revisitación de Logan, donde el héroe aprende que no está solo en el mundo, pero que para que los demás no sufran su condición, tiene que estarlo. 

Sinceramente, no sé qué van a contar más, quizá rellenar algún huequillo de guión de no mucha importancia para la trama y el mensaje, pero, a priori, no me interesa lo más mínimo una versión con X minutos más. Porque no hace falta. Por más que al final tengo claro que me la voy a meter por el culo.

sábado, 11 de junio de 2022

Animales fantásticos y cómo encontrarlos: Los secretos de Dumbledore

Fantastic Beasts: The secrets of Dumbledore (David Yates, 2022)

 


Resulta, como mínimo, curiosa, la obsesión que tiene la JotaKa en avisarnos de los peligros del fascismo ajeno. Del suyo propio ya no tanto, pero eso es un tema que no trataremos aquí, porque no es el sitio y no quiero hacerme mala sangre.

Tercera y, presuntamente, última parte de las precuelas ideadas para seguir amortizando el fenómeno Harry Potter, más allá de terminar de conocer la historia que explicaría los futuros acontecimientos de la saga original, no debería generar mucho más interés, si es que a alguien que no fuera ya fan de la saga le interesara lo más mínimo.

No me entiendan mal, no es una mala película. Pero tampoco buena. Como toda esta serie, no deja de ser una obra de ingeniería diseñada para darle al fan lo que el fan quiere, prescindiendo de todo lo que pudiera imprimirle cierto carácter o, siquiera, algún atisbo de cambio a lo ya exhibido en producciones anteriores.

Estética reconocible, formalmente estupenda, las escenas de acción e intriga funcionan en la medida en que han funcionado desde que Yates se hiciera cargo de la saga, no aporta nada, pero entretiene para pasar un sábado por la tarde, sobre todo si, como es el caso, ni siquiera te tienes que mover de casa porque ya la han estrenado en HBO max. 

El guión, por otra parte, es un queso gruyere, más interesado en conectar la historia con la de Potter que en desarrollar una historia coherente y unos personajes que salgan del cliche. Y todo peca de facilón hasta decir basta.

Las actuaciones son solventes, pero eso parece tener más que ver con los actores contratados que con la calidad de lo que tienen que defender. Eso sí, la sustitución de Deep por Mikkelsen, rebajando el desquicie de Grindelwald y convirtiéndolo en alguien mucho más siniestro que circense, le ha sentado bien, dentro de lo que cabe.

miércoles, 8 de junio de 2022

It's always sunny in Philadelphia

 

Resulta curioso que, según se repite sistemáticamente durante todo 30Rock, la ciudad más aburrida/triste de EEUU sirva de emplazamiento a una de las series de comedia más divertidas de la historia.

Porque, aparte de revisar (y retirar) entradas el blog, en estas estoy, amigos. Sólo 17 años he tardado, cuando ha llegado parcialmente (faltan las últimas cuatro temporadas) a Disney +, en ponerme por fin a disfrutar de una serie de la que sólo he oído bondades (al menos, desde las opiniones que me interesan) desde mucho antes de que dejara de escribir estas páginas.

Tres cretinos dirigen un bar, donde trabaja una camarera, hermana de uno de ellos, que es la única que en la primera temporada parece contar con algo de sentido común, hasta que entra en plano el padre de ambos (un Danny de Vito que está para aplaudirle con las orejas), demostrando que la genética es poderosa y la cretinez es propia no sólo de su familia, sino de todo el que se cruza por su camino.

Todos intentan buscar fortuna en un mundo que parecen no entender, a base de desarrollar los peores planes que se les ocurren (en ocasiones delirantes), de los que sacar provecho, contado como una especie de reducción al absurdo de lo cotidiano de la vida en los EEUU. En un capítulo visto hoy, por ejemplo, se quejaban de tener que pagar la sanidad "como si fuéramos un país comunista", sin ir más lejos.

Funcionan bien los diálogos, funcionan bien los secundarios, funciona extraordinariamente bien la comedia física y funcionan especialmente las bromas que tienen que ver con la masculinidad y el intentar "no ser racistas", sin parar de demostrar lo contrario.

Leía hace unos meses que "ahora mismo no se podría rodar el primer capítulo", y puedo estar de acuerdo. En este mundo en que las formas parece que importan más que el fondo, la temática de ese capítulo piloto, piedra angular de lo que será el desarrollo posterior de la serie, y que viene a enseñarnos de forma casi cruel la miseria que son, y que van a enfrentar, nuestros protagonistas, tiene suerte de haberse rodado en 2005.

lunes, 6 de junio de 2022

Pasarán más de mil años…

… o eso al menos ha parecido. 

Más de diez años hasta que he vuelto a recordar que tenía un blog, que me servía para tener una justificación para ver cine, que me gustaba escribir más allá de un post de Twitter.

Después de ese tiempo, casi todos los amigos se han dedicado a otras cosas, alguno que ya ni me recuerde sigue por ahí, suficiente,

Me noto anquilosado, es lo que tiene la sobrepráctica del pragmatismo. Y tengo que rehacer todo esto, borrar cosas y plantearme qué es lo que voy a hacer con ello. Pero lo haré, y será pronto. Me muero de ganas, y hace mucho que no me pasaba eso.