jueves, 12 de enero de 2023

Wonder Woman 1984

Wonder Woman 1984 (Patty Jenkins, 2020)


Visto el resultado, no me extraña que tardaran más de la cuenta en ponerla en HBOMax ni que la promoción, dentro de la propia plataforma, haya sido más bien testimonial. Estamos ante un producto que, como Black Adam, intenta buscar un camino propio, en este caso mezclando el intensito cine de superhéroes DC con una comedia romántica, abarca más de lo que puede, quedando cortísima en casi todo, a la vez que desaprovecha un más que generoso metraje en un anecdotario que no para de repetir las mismas ideas y que consigue hacerla aburridísima.

Se desperdician los personajes de villanos, las tramas las hemos visto mil veces, se habla de la pérdida, los sacrificios, la redención, sin profundizar absolutamente nada en ello, las redenciones son absurdas, y Wonder Woman se pasa media película volando porque Gal Gadot entre las nubes es muy fotogénica, supongo. 

Kristen Wiig tiene un personaje que podría haber sido estupendo si los guionistas se hubieran acordado de él, claro que no parece ni que recordaran cómo hacer una estructura mínimamente coherente, y da hasta lastimica ver cómo agotan a Cheetah y como, después de dos horas y media, ese final es tan burdo y tramposo.

La dirección no se diferencia de la que cualquier artesano de Hollywood podría haber hecho, los actores hacen lo que pueden, y hasta los efectos especiales parecen cutres. Todo tan mal que no merece la pena ni perder más tiempo hablando de ella.

miércoles, 11 de enero de 2023

Puñales por la espalda

Knives out (Rian Johnson, 2019)

 


Cuando se estrenó Knives Out a todo el mundo le supuso un soplo de frescura, cuando lo que presentaba era más viejo que el hilo negro, básicamente una película en la línea de todo el cine y series de televisión detectivescas de los 60-80, esas en las que se basa el Cluedo, y que se parodiaban en Murder by death,  especialmente esos que mezclaban el misterio con lo cómico, tipo Murder she wrote y, sobre todo, Columbo, cuya versión modernizada encarna a la perfección un Daniel Craig que parece estar huyendo como de la peste de James Bond.

La historia es que llevábamos tanto tiempo sin un divertimento de este tipo que cualquiera que nos hubieran presentado y que se hubiera hecho con un mínimo cuidado nos iba a encantar, y supongo que sus artífices eran conscientes de ello. Pero en un ejercicio de interés que, últimamente, cada vez vemos menos en el cine de las mayors hollywoodienses, realizan un guión perfecto, que apoyándose en varias direcciones estupendas (incluyendo la de arte) y unos actores en perpetuo estado de gracia, nos ofrecen esta pequeña joyita que ha tenido continuación reciente (y esperemos que sea la primera de muchas) en esa otra obra de arte que es Glass Onion, de la que precisamente hablamos ayer.

Ya dijimos todo acerca de la estructura, de su estructura juguetona y de la complicidad con el espectador, que es traicionado para su propio deleite en un giro final respecto al presunto asesinato principal que no sólo termina siendo originalísimo, por su rareza (aunque recuerdo no ser la primera vez que lo he visto en pantalla), sino que enfrenta a nuestros protagonistas a una difícil situación final para con que el responsable asuma la culpa, resuelta en parte gracias a una anécdota que se viene repitiendo como alivio cómico durante todo el metraje, y con un acting final tan tramposo y repetitivo como efectivo, conectando con un chiste que se hace en la primera parte del metraje. 

Si su segundo episodio, igual de autoconcluso que éste, se centra en los ricos modernos, este se presenta como un caso de asesinato en una familia rancia, con sus trumpistas, sus demócratas antitrump, sus nazis masturbatorios y su racismo disfrazado (geniales los chascarrillos con el origen geográfico de la enfermera), en forma de misterio típico (todos tienen razones para haber matado al asesinado) cuya investigación pone de manifiesto los trapos sucios de la alta sociedad americana, a la vez que su no conclusión en la forma en la que todos ellos esperan deja al descubierto su miseria, moral más que económica.

Y al final, siempre hay un rico, un hijo de papá, que se cree por encima del bien y del mal y que va a salirse con la suya, tan soberbio que es capaz de poner a prueba al resto, conocedor de que nada va a hacer que se le castigue, pero que, al menos en la ficción, no se sale con la suya.

Y Ana de Armas está espectacular.

martes, 10 de enero de 2023

Puñales por la espalda: el misterio de Glass Onion

Glass Onion: A Knives out Mystery (Rian Johnson, 2022)


Mucho miedo me dio que Netflix anunciara esta película. Su predecesora me gustó tantísimo que temía lo que hubieran podido hacer con ella para ajustarla al tono de la plataforma. Afortunadamente, parece que lo único que han hecho es permitirle a Johnson desmelenarse del todo, sólo exigiendo que se mantuviera la marca en el título original, aún en contra del criterio de éste. Visto el resultado, poco me importa.

Glass Onion es la versión hipervitaminada de su predecesora, tan aparentemente libre como hipócrita, que presenta un misterio en forma de divertimento en el juego se establece con el espectador, pero a la vez con su complicidad. 

La estructura aparentemente es igual, se nos presenta un misterio que parece que va en un sentido, pero en medio del camino nos hacen partícipes de que no, que la verdad ni siquiera se parecía a lo que creíamos que estaba pasando, para, finalmente, darnos la misma hostia que al verdadero asesino al descubrirlo.

Sólo que todo es más aquí. Más estrellas (el cameo, vía zoom con nuestro detective protagonista, de distintos detectives televisivos, incluida Angela Lansbury, es impagable, más ahora), más vueltas de tuerca, más idas de olla, más ridículos detectivescos, y más traca final, traca real en este caso, necesaria para forzar que se asuman las consecuencias de los actos.

Situar el desarrollo de la historia en el confinamiento no sólo da chistes visuales sublimes (el cameo de Hugh Grant lleno de harina y con el bote de masa madre…), sino que subraya realmente de lo que trata la película, la escasa vergüenza del rico que se cree con derecho a todo porque lo es, y que en realidad lo es, teniendo un remedio para poder estar jugando en una isla privada sin preocuparse por el COVID cuando todo el mundo estaba encerrado en sus casas, 

Es el mismo “Eat the rich!”  hipócrita hollywoodiense que el de su precursora, centrado en este caso en los nuevos ricos, esos que parecían wokes y han terminado desenmascarándose como nazis liberales en lo económico, con especial inquina hacia ese presunto genio, que todo el mundo tiene como tal porque él mismo lo ha ido diciendo, y que, en realidad, lo que tiene es mucha pasta de sus padres y muchos amigos conseguidores. Desde luego, para ser un estreno previsto hace un año, no ha podido llegar en un momento más adecuado. Me pregunto si Elon Musk también se vestía en su momento como el Tom Cruise incel de Magnolia

lunes, 9 de enero de 2023

Black Adam

Black Adam (Jaume Collet-Serra, 2022)

 


Albergaba yo esperanzas, después de llegar James Gunn al intento de universo cinemático DC, y de esas maravillas de la locura y disfrute que son el último The Suicide Squad (y en menor medida Birds of Prey (And the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn)) y Peacemaker (serie de la que ya hablamos en estas páginas allá por verano), en que el camino sería más parecido a ese que al de la continuidad de las aburridísimas (y oscurísimas sólo en cuanto a luz) experiencias previas. 

Ya el último The Batman tendría que haberme dado una pista de lo contrario (parece ser que no escribí aquí lo mucho que me aburrí, tampoco voy a volver a verla para hacerlo ahora que me he dado cuenta), pero este Black Adam confirma que en Warner están más perdidos que el barco del arroz con qué es lo que van a hacer con todo el material de los cómics, cosa que confirmaron posteriormente cuando anularon prácticamente todo lo que había planificado (incluyendo la cancelación del contrato de un Henry Cavill que aparece, de hecho, al final de esta cinta a modo de cameo y posible anuncio de secuelas).

Esta película parece una metáfora de todo el desatino que envuelve los proyectos ligados al sello DC, fuera de los Batmans autorales. Quiere ser tantas cosas, tan profunda, tan intensa, tan interesante, tan emocionante... que no consigue prácticamente nada y, salvo las secuencias de acción, resulta terriblemente aburrida. Es previsible, el final se alarga mucho más de la cuenta, el arco del protagonista no tiene sentido y su colaboración con la "Sociedad de la Justicia" sólo sirve para dibujar unos superhéroes que no tienen mucho interés (y el único que lo tiene, de hecho, es sacrificado por el bien común). 

Dwayne Johnson hace de roca, nunca mejor dicho. Le sienta muchísimo mejor el tono disfrutón de Jungle Cruise, y ese padre atormentado que va buscando venganza y, de repente, deja de hacerlo para preocuparse lo justo por la humanidad, no termina de quedarle bien. Su dibujo como antihéroe parece sólo utilizarse para lograr un contrapunto cómico del que, cada vez que aparece, huye como de la peste, y sólo su interacción con el Doctor Destino funciona más o menos. Collet-Serra hace lo que puede con un guión que hace aguas por todas partes, aunque tampoco parece que la dirección se encamine más allá que a conseguir el efectismo que logre planos espectaculares y llevar a la gente a los cines, cosa que parece que lograron a medias.

Un despropósito.

domingo, 8 de enero de 2023

Rogue one: una historia de Star Wars

Rogue one: A Star Wars Story (Gareth Edwards, 2016)


Es interesante volver a ver Rogue one después de ver Andor, aunque yo lo hice por otros motivos, porque se entiende muchísimo mejor lo que ocurre en la película, incluyendo diálogos puntuales que parecne un intento sutil de remarcar ciertos aspectos desagradables, tan sutiles que no guardábamos siquiera memoria de ellos. Pero no nos adelantemos.

No me quiero extender mucho, porque no hace falta, no estamos hablando de Bergman. Pero no puedo asegurar que lo consiga, entre otras cosas porque esta es, con mucho, mi película preferida de la franquicia Star Wars (con permiso de The Empire Strikes Back), y además la mejor, en mi poco humilde opinión.

Y lo es, entre otras cosas, porque hace lo que la continuación de la original señala (y ya con eso nos volvimos locos dado el infantilismo del resto), que es dejar claro que existen matices, que la bondad y la maldad es relativa y nunca son absolutas, y que hay héroes que han tenido que ser villanos para poder realizar la heroicidad por la que se les celebra. No solo eso, Rogue one se aleja del canon de princesas, herederos, políticos y magos galácticos (que sólo aparecen en forma de cameos para unir la trama a la de la trilogía original) para centrarse en los verdaderos héroes, los olvidados, los que hacen el trabajo sucio para que luego llegue el Jedi de turno a rematar, cuando ya de ellos no quedan ni las cenizas.

La historia de la consecución de los planos de la Estrella de la Muerte, que llevarán a su destrucción en el presunto Episodio IV de la saga oficial, no sólo fue la primera de las películas off-canon, sino la que más se aleja de la superficialidad del resto de la franquicia, y la que más se acerca a lo que puede ser un desarrollo de personajes. Y a la vez es una película con una trama relativamente sencilla, con una estructura básica similar a las películas originales, y que, quizá, más se acerca al espíritu inicial de lo que presentaba George Lucas. 

Su tipo de final es inédito para este producto, no sólo siendo potentísimo por lo que cuenta, sino, sobre todo, por lo que significa la caída, uno a uno, de los salvadores. Ese es el tema central de la película, al final, lo terrible de la guerra por más que luzca divinamente en pantalla.  Porque Rogue One no deja de ser la película antibélica que del resto siempre se intuyó, y cuyo mensaje ha continuado con el paso a la pequeña pantalla de ese Cassian Andor que acompaña a la protagonista de esta historia, además de la saga del Mandaloriano y de Bobba Fett. Ojalá se dejen de Kenobis y sigan por este camino.


Andor

Andor  (serie de TV, Lucasfilm)

 


No sabía yo hasta el anuncio de esta serie que Cassian Andor, aspirante a coprotagonista de Rogue One, tenía una base de fandom tal y como para merecer una serie. A lo mejor, de hecho, no lo sabían ni siquiera sus fans hasta que Disney+ lo decidió, también podría ser, pero la cosa es que existe y (¡oh, sorpresa!) parecen haberse enfadado mucho con el desarrollo de una serie que, como consumidor del universo Star Wars es, con mucho, de lo mejor que se ha hecho en esta franquicia, ahí ahí con la primera temporada de The Mandalorian.

Empiezo a pensar que el personal no tiene muy claro lo que es una serie, y demanda estímulos continuos, con capítulos donde constantemente estén pasando cosas para estar todo el tiempo emocionados, despreciando el noble arte de contar una historia con sus tiempos, sus reflexiones y sus pequeños pasos para poder entender de lo que se trata, vomitando a boca llena su desdén en redes sociales, haciendo cuanto más ruido mejor porque entienden que así conseguirán que hagan su versión, la buena, la fetén, la que ni siquiera está en su cabeza pero los showrunners y guionistas tienen que adivinar, porque si no, ¿qué hacer?, ¿crecer?

Pero ese no es el tema, afortunadamente. El tema es reivindicar (tarde para los estándares del streaming, también es verdad) una serie que cuenta la historia de uno de los pocos personajes del universo Star Wars con aristas, y el cómo pasa de buscarse la vida como contrabandistas a ser un peón de lo que será la futura Rebelión, como todas ellas, nacida desde el pueblo e instrumentalizada por los poderosos, que no quedan en buen lugar, ni siquiera los presuntamente "buenos".  

Durante doce capítulos donde sí pasan muchas cosas (quizá no tan trepidantes como algunos esperan, pero, desde luego, mucho más lógicas que toda Obi-Wan Kenobi, por poner un ejemplo concreto) va construyendo a paso lento, pero firme, lo que será su capítulo final, el objetivo que se buscaba narrativamente, y posible inicio (si los números dan) para las siguientes temporadas.

Como la película de la que surge, Andor es más oscura, madura y tiene una visión más adulta de lo que nos está contando, lo que personalmente agradezco, que todo el resto de Star Wars. Por más que hay algún que otro giro extraño en el guión, todo tiene sentido para conducir al personaje principal adonde tiene que llegar, y Diego Luna, en ese sentido, cumple con creces.

Visualmente no se le puede poner un pero, lo que no sorprenderá a nadie, el resto del reparto cumple más que bien, y hay un par de personajes (los presuntos villanos) que tienen un recorrido que normalmente se les niega, y que auguran una prometedora continuidad. Ojalá las horas esas que miden les den para confirmar nuevas temporadas. Por más que haya fandom al que no les guste. Total, no les va a gustar nada...


domingo, 1 de enero de 2023

Propósitos de año nuevo

Me ha encantado retomar este blog, tantos años después, con lo que mi único propósito es continuar con él, en realidad.

Aunque sería un detalle si consiguiera publicar a tiempo y no tuviera pendiente ocho entradas, incluyendo esta, que tendría que haber publicado ayer.

FELIZ 2023.