domingo, 25 de septiembre de 2022

La perdición de los hombres

 La perdición de los hombres (Arturo Ripstein, 2000)

 

 

No recordaba haber visto esta película, por más que ya al inicio me sonaban todas las imágenes y diálogos, y sigo sin recordar haberla visto por más que lo hubiera hecho cuando se estrenó. Quizá debido a que, pasados los años,  mi lectura de ella debe haber sido completamente distinta a la primera vez que la vi, lo que no es malo, por otra parte, creo que ahora la he conseguido entender mejor.

Estructurada en tres actos y un epílogo, la película comienza con el asesinato de un hombre a manos de dos conocidos, que lo llevan a su casa, lo amortajan y lo velan, debatiéndose entre el respeto al muerto y la rabia que les producía su comportamiento, llegando finalmente a robarle unos botines de serpiente que eran su única posesión de valor. Son esos asesinos los que verbalizan en varias ocasiones, durante ese primer episodio, que la motivación del asesinato tiene que ver con "las mujeres", tal y como canta el corrido mejicano, premisa de la que, se nos da a entender, trata el film. 

En la segunda parte vemos a las dos mujeres que han supuesto "la perdición" del muerto en comisaría, ambas con hijos de él, y que se pelean por el cadáver, como una especie de reconocimiento de su familia como la verdadera. Se centra la atención en una de ellas y su hija adolescente, la primera mujer del hombre, una aparente miserable que parece estar más preocupada por las posesiones (incluyendo el cadáver, pero también los botines de serpiente robados) que por cualquier otra consideración que tenga que ver con la pérdida y que, finalmente, será agraciada con el cadáver, para cuyo traslado le permiten la ayuda de un detenido, ni más ni menos que uno de los asesinos, que ha terminado en el calabozo por cualquier otra cosa. 

En el tercer acto se nos muestra el traslado a su casa del cadáver, y cómo, tras reconocer la mujer los botines que lleva el asesino, sale todo a la luz, llevándose por ello varios golpes, teniendo que devolver del botín y enfrentándose al dolor de la viuda y a que esta le haga consciente de su responsabilidad y sus errores. 

Posteriormente, y a modo de epílogo, Ripstein y Paz Alicia Garciadiego, nos muestran la vida del hombre y los acontecimientos que lo llevan a su muerte, contradiciendo la letra del corrido que no para de cantarse durante el metraje, y demostrándonos que le perdición del hombre (al igual que la de su asesino) sólo tiene que ver con el egoísmo y la estupidez.

 Patricia Reyes Spindola está soberbia, como de costumbre, en esta tragicomedia macabra en la que, sin embargo, sobra un epílogo demasiado largo que no aportaba mucho más de lo que ya se hablaba en el tercer acto, y además hubiera podido resumirse muchísimo con el mismo resultado y sin que terminara provocando esa sensación tediosa con la que concluye. 

Me recuerda mucho al cine mexicano más "social" de Buñuel (la gestión de la miseria, como en Los Olvidados), aunque por momentos el ambiente opresivo sea parecido, también, a El ángel exterminador, si bien Ripstein no pierde sus señas de identidad (esos planos secuencias larguísimos), y nos da una versión más moderna de una sociedad que, tal y como la presenta, continúa viendo como miserable y profundamente machista.

Me alegro de haberla vuelto a ver.

martes, 20 de septiembre de 2022

Banda aparte

 Bande à part (Jean-Luc Godard, 1964)


No hay mal que por bien no venga, y la reciente muerte de Godard ha servido para que recordarme que, a pesar de ser uno de los movimientos cinematográficos más influyentes de la historia, la nouvelle vague francesa casi no ha pasado por mi educación cinematográfica.

Me he dispuesto, por tanto, a intentar mitigar esa falta, y para ello he decidido empezar por una película de la que llevo años escuchando maravillas, y que puedo decir, sin lugar a dudas, que, como el resto de cine que he visto de aquella ola, no es la mejor opción para ver después de un día de intenso trabajo.

Modernísima, incluso ahora, Godard adapta una novela estadounidense como aparente forma de hacer un homenaje al cine negro, aunque a mi difícilmente me lo parece. La historia comienza con un coche recorriendo los suburbios de París en busca de la casa de Odille, una chica a la que Franz ha conocido en clases de inglés, y donde vive al cuidado de una pareja mayor que esconde mucho dinero, según Franz le cuenta a Arthur. Arthur seduce a Odille, a pesar de no querer nada serio con ella, traicionando a Franz, enamorado de la joven, a la que, a la vez, convencen para que les ayude a robar la fortuna que esconden sus hospederos. Odille se muestra ambivalente, aunque finalmente accede al plan inicial, que tendrán que cambiar en el último momento por varias circunstancias, llevando a un final seudotrágico, disfrazado de falso final feliz en el último momento.

Bande à part es otro de esos ejemplos de que Lars von Trier no sólo no inventó absolutamente nada cuando se sacó de la manga aquello de su proyecto Dogma, sino que hubo otros que lo habían superado con creces mucho antes de que él ni siquiera supiera que quería rodar cine.

Me gustan mucho alguno de sus hallazgos formales, la estructura casi teatral de algunas escenas, incluyendo movimietos coreográficos, no entiendo, por más que me hayan fascinado, algunas de las ocurrencias estructurales, y puedo entrever el aire de novela negra de lo que, a mi modo de ver, es la historia de tres jóvenes que se encuentran y quieren disfrutar de la libertad que les concede la juventud, pasando por alto su propia inexperiencia. 

Personajes que se definen completamente en poco más de unas líneas de diálogo y cuatro acciones concretas, varios aparentes fallos de racord perfectamente buscados, primeros planos espectaculares y una mímica que recuerda al cine mudo, un breve paso al color, en medio del blanco y negro, y la escena del baile... me ha dado más de lo que esperaba, por más que todavía no lo haya terminado de digerir.

viernes, 16 de septiembre de 2022

La Reina

The Queen (Stephen Frears, 2006)



Aprovechando la muerte de la recién fallecida reina más longeva de Europa, en La1 volvieron a emitir una cinta de aparente homenaje a la vez que justificación, y que le valió a Helen Mirren un más que merecido premio de aquellos del copyright.

Volví a verla porque me pilló de paso sin otra cosa que me atrajera más, y porque con las películas de Stephen Frears siempre me pasa lo mismo, me gustan.

La cinta gira en torno a una especie de fantasía de lo que le debió ocurrir en aquella semana horrible para la monarquía británica en la que murió Ladi Di, y la monarquía siguió queriendo ser la misma monarquía de siempre en un mundo que ya no era el mismo, y que teóricamente les exigía otra cosa, por más que al final el espíritu británico haya terminado imponiéndose.

Puede que lo mejor de la película sea la interpretación de Mirren, soberbia, pero por más que no sea, quizá, una gran película, me resulta muy interesante la escasa conmiseración que se tiene no sólo con los miembros de la familia real, sino especialmente con los políticos laboristas, aunque terminen salvando tanto a la Reina como a Tony Blair. 

Estamos ante una película muy británica,  con un tratamiento más parecido a las cintas noventeras de revoluciones irlandesas que a la grandilocuencia de un aparente homenaje a la figura real, posiblemente buscada y que aparece como natural en esta mirada, posiblemente más simpática de lo que merecía, al cargo real y a la carga que eso conlleva. 

Siempre he pensado que Frears sabe hacerlo muy bien. No deja de ser un artesano, pero un artesano listo y muy hábil, tanto como para saber transmitir la dureza autoimpueata en esa preciosa escena del ciervo, la única en la que la Reina llora amargamente, en un momento ya de gota que colma el vaso, de espaldas a la cámara y a la que alegra la vista del animal al que intenta salvar, igual que lo está intentando con su imagen.

Como ya he dicho, no es una grana película, quizá, pero me gusta.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Sandman

The Sandman (serie de TV, )


Desconocía la existencia del cómic original, por lo que, nuevamente, no voy a hablar de la adaptación del mismo. Tampoco de las dudas que me genera el que DC y Warner participen en su producción para Netflix cuando tienen servicio de streaming propio. Entre otras cosas porque eso me dejaría menos margen para hablar de lo realmente buena que me ha parecido la primera temporada de The Sandman. 

El dios del sueño viaja al mundo humano para atrapar a una pesadilla que ha huido de su reino, y es atrapado por error, en vez de su hermano Muerte, al que en realidad se buscaba, por un multimillonario británico que le roba sus "bártulos" de poder y lo mantiene preso a la vez que usa esos bártulos para conseguir todos sus sueños. Tras lograr escapar de su cautiverio, un siglo después, y vengarse del hijo de su captor, ya muerto, por más que fuera el único que le mostrara una cierta simpatía y ánimo de ayuda, descubre que su reino se ha ido al garete y necesita sus bártulos, desaparecidos de su dueño humano original hace décadas, para lograr restaurarlo. Su recuperación centrará la primera mitad de la temporada para, posteriormente, dar paso al control de un vórtice, humana que puede hacer que los límites del sueño y de la realidad se fusionen, acabando por tanto con el mundo tal y como lo conocemos. Es ahí donde Sueño/Morfeo, nuestro protagonista, conseguirá controlar a la pesadilla fugada, y descubre que al menos uno de los Eternos, sus hermanos, ha sido el que ha hecho todo lo posible por acabar con él, aunque ya antes hemos visto que no es el más popular entre la fratría. Su lucha con Lucifer en el Infierno para poder recuperar su máscara, en la que es capaz de vencer al ángel caído, animado por Deseo, su hermano/enemigo nos deja con un macguffin que, desgraciadamente, lo mismo nos quedamos con ganas de ver como se desarrolla, según las noticias que llegan acerca de su posible renovación en Netflix (ha funcionado muy bien, pero no tanto como esperaban siendo una serie tan cara).

Organizada como capítulos independientes que, aún avanzando en la historia, van explorando, precisamente, los comportamientos humanos e instintos que dan nombre a esos Eternos, se agradece una planificación sólida, unas motivaciones bien fundadas y explicadas, y que se nos muestre la evolución de los personajes de las que se nos habla (el capítulo del reencuentro con el "experimento" que le organiza Muerte es una auténtica delicia). No se apresura, pero el ritmo parece adecuado, juega con el género y los roles (parece que era uno de los puntos fuertes del cómic, según he podido leer) de forma natural, y lo sórdido no proviene tanto del continente sino de sus planteamientos (un mundo sin los hechos naturales que los Eternos ejemplifican, un mundo donde un humano tenga el poder de alguno de esos Eternos, un mundo en el que esos instintos puedan estar en guerra), así como del señalamiento de lo hipócrita del poder.

No es el MCU, no tiene nada que ver con las pobres adaptaciones de DC, ni con el traspaso del videojuego de The Witcher. Es otra cosa. Y es mejor.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Castlevania

Castlevania (serie de TV, Frederator Studios/Powerhouse Animation Studios/MUA Films/Project 51 Productions/Shankar Animation/Konami)

 


Castlevania es una serie de videojuegos desarrollados por la compañía japonesa Konami, que trata inicialmente de un cazador de vampiros que tiene que acabar con una versión mejorada y un tanto sórdida de Drácula, que empezaron a comercializarse allá por los noventa y que dio uno de mis videojuegos preferidos (y que más me costó terminar porque uno es torpe, por eso dejé de jugar) que fue su primera versión para la SuperNintendo.

Como aún Konami siguen publicando nuevas versiones, se tuvo a bien hacer una serie de animación, donde gradualmente han ido apareciendo todos los héroes y villanos de la saga, en forma de ánime occidentalizado, que tuvo una primera temporada espectacular. 

Sórdida como los videojuegos iniciales (como ya dije, mi pasado gamer queda muy, muy atrás en el tiempo) y muy sangrienta, ambientada en una especie de medievo que por momentos recuerda demasiado a siglos posteriores, tiene un desarrollo un tanto lento, muy centrada en las funestas consecuencias del pensamiento mágico-religioso y el culto al líder, así como las intrigas que generan el querer convertirse en nuevos líderes o ampliar poderes territoriales para conseguir el dominio absoluto. Todo ello en un ambiente moral más que distraído, que hace que la falta de escrúpulos sea, con mucho, la gran protagonista del relato.

La cuarta y última temporada se estrenó hace ya bastante, en forma de cierre prácticamente completo, y ahonda un poco en lo que había desgastado las anteriores, incluyendo una cierta infantilización, las múltiples triquiñuelas para alargar una historia que no daba para más, aunque es cierto que parte de sus capítulos finales cogen ritmo suficiente para que a los que nos gustó su inicio sintamos que no hemos estado perdiendo el tiempo.

Quizá no sea para no fans o nostálgicos, como es mi caso, pero no me parecido mala serie, aún con muchas de sus imperfecciones.

sábado, 10 de septiembre de 2022

El agente invisible

 The gray man (Anthony Russo, Joe Russo, 2022)

 


Ryan Gosling es un asesino convicto al que Billy Bob Thornton recluta como asesino para algo, a cambio de su excarcelación, al inicio de la película. Ese algo, según vemos en las siguientes escenas, tiene que ver con convertirse en mercenario para una gran comporación, y asesinar a alguien que, en un giro de los acontecimientos, resulta ser otro asesino reclutado por Billy Bob Thornton y que lleva una información que puede hacer caer a esa gran corporación, que no es otra que la CIA. Como no entrega esa información, se convierte en objetivo a matar de sus contratantes iniciales, eligiendo su jefe a un Chris Evans reconvertido en psicópata de manual, que se dedica a perseguirlo por distintos países europeos, de los que nuestro protagonista no para de huir, con la ayuda inestimable de una Ana de Armas que pasa de agente a repudiada, y que tampoco tenemos muy claro por qué hace todo eso. Un secuestro doble, la muerte de su mentora y varios giros de guión después, llevarán a nuestro protagonista a una traca final en un castillo croata, donde todo sale más o menos porque los de la CIA son muy tontos o muy corruptos. 

Y esto es El agente invisible, básicamente. Netflix se ha gastado todo el presupuesto en contratar a actores carísimos, a los directores de las últimas películas de Los Vengadores y a dinamitar media europa (incluyendo descarrilar tranvías en Praga) para darnos la enésima superproducción de acción de los últimos años, tan larga, aburrida y previsible como imprevisible y emocionante quiere ser. 

No hay nada que no hayamos visto antes, todo se centra en el espectáculo y su único punto de interés, porque es lo único que lo diferencia de muchos de estos productos, es que no parece haber redenciones de ningún tipo, cosa que personalmente agradezco.

Ana de Armas sigue siendo guapísima y muy fotogénica, eso sí.

martes, 6 de septiembre de 2022

The Boys

The Boys (serie de TV, Amazon Studios/Original Film/Point Grey Pictures/Sony Pictures Television)

  

Tarde, como siempre, termino de ver la tercera entrega de una de las series más exitosas de Prime Video, teniendo en cuenta los estándares de consumo inmediato actuales. Más he tardado aún en escribir su correspondiente entrada por un parón veraniego involuntario que mucho tiene que ver con el estrés y nada con intención de volver a abandonar esta página, de momento.

Versión animada de la serie de cómic homónima publicado por Wildstrom y Dynamite Entertainment entre 2006 y 2010 (wikipedia dixit), The Boys, la serie, fue estrenada en 2019 con mucho ruido, tanto de marketing como de un público que la abrazó como una especie de versión adulta de los universos superheroicos. 

En un mundo, contemporáneo al nuestro, en el que hay personas con poderes especiales, que los dedican, debidamente gestionados de forma jerárquica por una gran corporación y el beneplácito del Gobierno de los EEUU, a convertirse en presuntos héroes salvapatrias, aunque su trabajo fundamental parece ser el dedicarse a la autopromoción para conseguir ingresos para esa gran compañía que los abandera. Esos superhéroes, sospechosamente parecidos a los grandes superhéroes de los franquiciados de renombre, pero caricaturizados en sus defectos, no miden las consecuencias de sus actos, porque ya están lo suficientemente cubiertos como para no asumir responsabilidades, y abusan de su poder con consecuencias funestas para mucha gente sin poderes. Es ahí cuando aparecen "Los Chicos", un grupo de casi mercenarios motivados por la venganza, y que dedican sus esfuerzos a eliminar a todos los "supers" posibles, convencidos de que no hacen nada bueno en este mundo. El punto de partida viene de la incorporación a este grupo de Hughie, un pardillo cuya novia ha sido atravesada por un superhéroe con velocidad, y única voz inicialmente sensata en un grupo que ha llegado a convertirse en los mismos psicópatas contra los que dicen luchar, a la vez que Luz Estelar, superheroína pueblerina y naif, llega a incorporarse a Los Siete, especie de Liga de la Justicia en la que todos los superhéroes aspiran a ser admitidos ante la promesa de fama y dinero.

Desde el principio se nos posiciona contra esa construcción superheroica, presentada como una gran familia, cuando lo que hay es un odio acérrimo basado en la envidia de los unos contra los otros y el temor al Patriota, especie de Superman con problemas afectivos graves y un sentido de la empatía inexistente, con el abuso que sufre Luz Estelar y la nula ayuda por parte del resto de integrantes del equipo. Pero eso es sólo la primera piedra. The Boys es, ante todo, y más allá del tono humorístico y casi gore, una crítica feroz a la hipocresía de la sociedad norteamericana, donde no se libran ni los predicadores pederastas ni los políticos sin escrúpulos que ejercen de policía de la moral ajena, ni mucho menos el capitalismo. Lo que no deja de ser también hipócrita viniendo de la compañía del, hasta ahora, hombre más rico del mundo (a base de prácticas no demasiado éticas que digamos). 

Todo ello envuelto en un desarrollo bien construido sobre una aparente autoconciencia del ridículo, una acción impoluta, unos efectos especiales bastante más que decentes y un exceso sanguinolento y sexual del que adolecen los productos mainstream habituales. 

Con el avance de las temporadas, se han hablado de los peligros de las redes sociales (incluyendo el auge del fascismo disfrazado de caras amables que luchan por la justicia), de la escasa repercusión de la cultura de la cancelación y de que, al final, hay momentos en los que tienes que aliarte con tu enemigo porque todo puede ir a peor. 

No hay ni un sólo personaje que no esté lleno de aristas, los "buenos" se drogan, matan y mutilan en la misma proporción (y a veces hasta más) que los villanos, llegando, en esta última temporada, a la casi deshumanización completa en el caso de Carnicero, que parece, no obstante, solucionarse parcialmente al final de la misma. 

Quizá sea por todo eso por lo que cada vez cuesta más verlo. Me da la impresión de que el humor ha perdido espacio y cada vez se pone todo más serio. Y con serio me refiero a real. Ultrapoderosos abusando de su poder de forma pública con una multitud alentándolos como héroes, quizá pensando que a ellos no les va a llegar el momento de que les explote la cabeza. ¿Les recuerda a algo?