Broadway Danny Rose (Woody Allen, 1984)
Parece que últimamente hay que pedir perdón por ver el cine de Allen, pero no será este espacio desde donde se haga, porque aquí se le tiene respeto al cine e interesa relativamente poco la vida de los que lo hacen.
En ese sentido, negar la genialidad de prácticamente todas las comedias hasta finales de los 90 de un personaje que, especulaciones aparte, nunca me ha resultado simpático, no es algo que me plantee, y mucho menos de esta pequeña joya que no recuerdo haber disfrutado hasta hace poco.
Danny Rose es un representante de artistas improbables, absurdos y difícilmente representables, cuya entrega hará que se vea inmiscuido en un lío de faldas de su representado más importante, terminando perseguido por la mafia de New Jersey, para ser finalmente traicionado por su representado y la amante de éste, origen de todos sus problemas con la cosa nostra.
Allen aprovecha su talento para la comedia irreverente y los gags visuales, además de a una Mia Farrow cambiadísima y que pocas veces estuvo mejor, para realizar su particular homenaje al mundo del show businnes americano, y especialmente a los cómicos que se dedican a ello, que estaba empezando a ser devorado por la publicidad y el mainstream.
Todo ello en una película de noventa minutos, porque no se necesita más, de situaciones absurdas, familias patológicas, estafadores de distinta calaña, diálogos endiablados que se superponen entre ellos, y todo con un ritmo envidiable que sólo cesa para que cojamos resuello entre carcajada y carcajada.
Si no saben separar al autor de su obra, no la vean. Aunque se perderán una de las mejores comedias de los ochenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario