Scream 2 (Wes Craven, 1997)
La secuela de Scream es, ante todo, una muy digna segunda parte, inferior sin duda a la original, no sé si quizá intentando cerrar el debate que ya la misma película propone acerca de la práctica inexistencia de segundas partes que mejoren las iniciales.
Atesora la mejor escena de toda la saga, ese inicio que sería parodiado (de forma brillante me atrevo a decir) en, creo, la segunda parte de Scary Movie, pero que cuando la vimos en el cine nos dejó petrificados (asesinato con público que, en el júbilo del fan, ni siquiera se da cuenta de lo que está ocurriendo hasta que ya es demasiado evidente), así como continúa intentando escudriñar los estereotipos del género, si bien pierde parte de lo irónico y se empieza a regodear en la autorreferencia.
Lo metacinematográfico, que dará parte de los mejores momentos de la franquicia, comienza oficialmente con el estreno de la "Puñalada" original, basada en los sucesos de la primera, y cuyo estreno dará comienzo al derramamiento de sangre que no parará, con un patrón parecido al de su predecesora, hasta ese final en el teatro, donde todas las máscaras caen, y donde, de nuevo, vuelve a primar lo forzado, lo esperpéntico y lo autoparódico (la interpretación de la asesina como madre desquiciada es desternillante) que hicieron de la primera la joyita que algunos creemos que es.
Se toma más en serio de la cuenta durante todo el metraje, sorprende menos que la original (aunque no creo que pretendiera lo contrario) y tiene diálogos francamente vergonzantes. Pero aún así, guarda sorpresas, el ritmo es el correcto, no tiene prácticamente paja y otorga cierto significado (el final de la adolescencia oficial y el inicio del recorrido a la edad adulta, con la llegada de las responsabilidades por los propios actos) al recorrido que Williamson nos quiere enseñar. Me gusta, no voy a engañarles.
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