miércoles, 6 de julio de 2022

Sólo asesinatos en el edificio

Only murders in the building (serie de TV, Disney +)


No quería dejar pasar la oportunidad, ahora que están promocionando una segunda temporada de la que aún sólo están disponibles los tres primeros capítulos, para recomendar esta serie, posiblemente una de las sorpresas más agradables que nos trajo la postpandemia, por si queda alguien que no sepa de su existencia.

Tres desconocidos que viven en el mismo edificio de Manhattan se encuentran una noche  subiendo en el mismo ascensor. En medio de la subida a los pisos superiores, otro individuo entra, para bajar poco después en su piso. Cada uno de los desconocidos se dirige a su propio domicilio, del que tendrán que salir poco después por una alarma de incendio. Mientras bajan por las escaleras, cada uno observa movimientos extraños, de los que empiezan a preocuparse una vez se descubre que ese cuarto desconocido, durante la falsa alarma de incendio, se ha, aparentemente, suicidado, según concluye una policía de Nueva York muy preocupada por cerrar rápidamente el caso.

El trío de desconocidos, un antiguo actor de series policiacos, una joven que está, teóricamente, arreglando la casa de su tía, y un antiguo director prácticamente en bancarrota, terminan uniendo fuerzas, cada uno por sus propios egoístas intereses, para descubrir qué es lo que realmente ha ocurrido y, de paso, grabar un podcast con el que aclarar sus propias ideas y, de paso, ganar algo de notoriedad.

Como ya se puede intuir por el planteamiento, no se va a descubrir la pólvora, ni falta que hace. Lo grandioso de esta serie es que no pretende, en modo alguno, hacer algo original o renovar el mundo de las series. Estamos ante un Se ha escrito un crimen del siglo XXI, con su asesinato, sus entrometidos que investigan donde no deben, y se meten en líos por ello de los que escapan de aquella manera, giros más o menos inesperados y un aparente final feliz, solo enturbiado por un macguffin final, que por más que nos mostrarán al principio, no deja de sorprender, pero que se hace necesario para poder tener una segunda temporada.

Como escenario principal, un Nueva York, simbolizado por ese edificio, individualista, inhumano e hipócrita (la escena del ascensor del último episodio de la primera temporada es una obra de arte en ese sentido), heredera directa de la descrita en La hoguera de las vanidades, cuyas miserias se resaltan de forma quizá más sutil, aunque no menos mordaz. Este elemento, junto con el choque generacional entre los protagonistas (la conversación boomer-woke respecto a lecciones para ligar es hilarante), dan lugar a los momentos más divertidos,  y el desarrollo de las relaciones afectivas de unos y otros, contados con una sensibilidad envidiable, además de una presentación de personajes inspirados en las primeras Mujeres desesperadas completan uno de los pocos productos, fuera de las comedias puras, que me apetece seguir viendo.

Un cast perfecto, incluso la inexpresividad de Selena Gómez le queda genial al personaje, lleno de secundarios de lujo que cumplen papeles cruciales para el desarrollo de los protagonistas (Jane Lynch) o para el subtexto (el que interpreta Tina Fey es de las mejores aportaciones de todo la serie), además de un guión muy bien escrito y una dirección en punto tanto en los momentos de presunto suspense como, especialmente, en los cómicos, consiguen una serie ligera, sin pretensiones, entretenida y, en general, muy bien hecha, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

No es The Wire, no es A dos metros bajo tierra, no es Los Soprano, no es, ni siquiera, Flight of the Comcords,  ni lo pretende. No le hace falta.

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