Drag Race España. Season 2 (A3 player premium, 2022)
Siguiendo el camino de lo básico, y a pesar de la entrada de ayer, para lo que después de tanto tiempo sin escribir, aún no estaba preparado, aprovecho para hacer unos comentarios, ya con un par de semanas de distancia, de mis impresiones acerca del desarrollo de la segunda edición de la franquicia española de la gallina de los huevos de oro de Rupaul. Por si alguno de los que van llegando a este blog no tiene televisión ni acceso a prensa digital, empezaré por los principios.
Nuestra, más o menos, querida Rupaul empezó su andadura famosil allá por los noventa, tras su reconversión a drag queen femenina, gracias a la ayuda del marketing y de, reconozcámoslo, su propia inteligencia para venderse y darle a los gays what the gays want.
Canciones de más o menos éxito, películas infumables de recorrido escaso fuera de los nichos de cine lgtbiq+ y, sobre todo, muchas colaboraciones con distintos artistas reconocidos (el Don't go breaking my heart, con Elton John, se hizo mundialmente famoso y tiene uno de los videoclips más divertidos que he visto en mi vida) le ayudaron a mostrar no ya su arte, sino su propia personalidad, que la llevó a tener incluso un talk-show en VH1.
Tras distintos proyectos más o menos fallidos, pero como referente mainstream indiscutible de un mundo, el del transformismo, ninguneado históricamente a nivel artístico, allá por 2009 presenta un nuevo proyecto en una cadena minoritaria dirigida a público gay (Logo tv), que con muy pocos medios y unos premios irrisorios, empezaba a buscar a la que pudiera ser su posible sucesora como icono (el ego de las drag queens daría para un par de cientos de entradas, así que mejor lo dejamos por aquí).
Para ello seleccionan a 9 concursantes y realizan un programa, mezcla de talent y telerrealidad, que pasó desapercibido para el gran público (durante años se la llamó "la temporada perdida" porque, literalmente, no había forma de encontrarla en ninguna plataforma fuera de USA), pero con un éxito relativo que llevó a que el formato se viera renovado.
Más allá del infame filtro que hace que todo se vea borroso, y que durante años ha sido lo único que se ha destacado de esa primera temporada, el acierto de los productores (incluido Rupaul) fue elegir distintos tipos de drags (en ese sentido, y teniendo en cuenta el número de participantes, puede que estemos ante el casting más heterogéneo de la versión USA) y, a partir de ahí, sentar las bases de lo que en realidad se buscaba, que era otra Rupaul.
La temporada 2, ya en un formato más digno, comenzó su andadura coronando a la mejor de las reinas, pero las más odiada por todas sus compañeras y el público, y el que se filtrara el nombre de la ganadora de la temporada 3 antes, incluso, de haber comenzado la emisión del mismo, llevó a hacer cambios en el formato que potenciaron lo que se convirtió en la`protagonista indiscutible a partir de la siguiente temporada, y lo que fundamenta realmente todos los programas de telerrealidad: la edición.
Porque al final lo que la gente no parece terminar de entender es que todos estos formatos, disfrazados de lo que se disfracen, van de contar historias que televisivamente den contenido. Y si para eso tenemos que crear villanos, héroes o hacer decisiones aleatorias de a quién mandamos para casa, pues se hacen y a seguir facturando.
La productora del bicho, World of Wonder, viendo que, aún con cada vez menos vergüenza en que se vieran los entresijos, el programa seguía teniendo éxito, no sólo consiguió que el show saltara a televisiones de más alcance (VH1, Paramount +), sino que comenzó a crear nuevos formatos, tanto en su propia plataforma de streaming como en forma de nuevos shows televisivos, que no sólo influyeron en el desarrollo del programa original (para nutrir a los All Stars, temporadas donde reinas que han perdido la suya compiten para volver a intentar ganar, necesitamos potenciales ganadores que pierdan, por ejemplo) sino que lograron un microuniverso parecido a lo que tiene Mediaset, pero protagonizado por gente con verdadero talento.
En esas que comenzaron a externalizar el formato fuera de los EEUU, en base a franquicias locales (Tailandia, UK, Canadá, Holanda, Australia-Nueva Zelanda), con desigual suerte, pero con el mismo éxito, hasta que Antena 3, que por más que en abierto cada vez se parezca más a la Fox americana, en su plataforma de pago han sido bastante más listos y ofrecen todo tipo de contenido, incluyendo bastante dirigido al colectivo lgtbiq+ (una cosa es que nos consideren objeto de terapia y otra que no puedan facturar a pesar de ello), compró los derechos y se puso manos a la obra.
Emitió una primera temporada demasiado precipitada (posiblemente porque después había que estrenar el formato italiano, tan erróneo, arbitrario y desastroso como sólo los italianos pueden hacerlo, y lo digo en el buen sentido), con errores notables tanto en la edición (no terminábamos de saber los motivos de las eliminaciones a tenor de que los jueces sólo se dedicaban a juzgar los modelos que lucían en pasarela) como en la post-producción (vergüencita ajena de todos los retos de actuación y/o canciones/lyp-sings, incluyendo el desafío final), pero que llegó a ser la temporada regular mejor puntuada en imdb, entre otras cosas, por una cierta apuesta por la diversidad y el estar dirigido al público local, más que repetir los clichés estadounidenses, además de que al formato le sienta estupendamente que su conductora (Supremme de Luxe es la presentadora más empática de todos los jurados) no sea de cera.
Ganó la que todos sabíamos que iba a ganar desde el primer programa, lo que después de unas cuantas decisiones rarísimas en el resto de versiones, también hizo que el programa ganara puntos, y ya con más tiempo, más presupuesto y más patrocinadores, se dio luz verde a una segunda temporada que terminó, oficialmente, hace una semana.
Desde el principio de esta, se hizo evidente que los responsables de la versión española parecían haber oído las críticas de los seguidores, y se gastó más dinero, se hizo un trabajo de post-producción mucho más refinado, los jurados bajaron el tono de los chistes a algo menos parecido a la versión marica de Pajares y Esteso y, si bien el primer programa fue una pasarela donde ya se eliminó a una reina que no pudo lucir su talento (porque la prueba no iba se eso), en el segundo lo redimieron con un talent que fue, con mucho, el mejor episodio no sólo de la temporada, sino también de la mayoría del resto de versiones.
Supremme ha estado más humana de lo que ya es, sin impostura alguna, se hablan de temas que preocupan al colectivo, de forma cálida, razonable y que justificaría el que se emitiese en abierto, precisamente para salir del nicho de mercado y normalizar la actividad de unas artistas completas que las pasan canutas para poder hacer lo que hacen, pero, y ahí empiezan los problemas, poco a poco la temporada se ha ido convirtiendo, parafraseando a Filler Queen, en un show para maricas hecho por maricas viejas.
El reto de los anuncios de España, patrocinado por una marca de gofres de forma fálica, fue quizá el momento más vergonzante, con una serie de pruebas donde todo giraba en torno a chistes (verbales y físicos) acerca del follar y drogarse, las decisiones del jurado terminaron eliminando a reinas con perfiles menos femeninos a pesar de los resultados de las pruebas en las que se basaban, los capítulos se han ido alargando en base a edición para lograr contar lo que querían contar, con una impostura manifiesta, y la ganadora ha sido tan evidente como en la primera temporada, pero su edición como la enemiga a batir nos ha dejado a muchos con la sensación de que se ha impartido justicia, pero sin emoción ninguna.
Luego ya ha estado el fandom, que cada vez es más tóxico y sigue sin entender que el programa lleva siendo así desde sus inicios, pero eso es algo que con gente que no razona, tampoco vamos a poder arreglar.
Si exceptuamos que ha ido de más a menos, la temporada ha sido claramente superior a la primera, la mayoría de los retos han tenido momentos espectaculares y otros más emotivos, y todo, objetivamente, ha estado mejor. Pero aún así, a muchos nos ha dejado a medias.
Personalmente, lo mejor de todo el programa ha sido su ¿spin-off?, Sí lo digo, también en la plataforma de pago, donde hemos disfrutado a The Macarena, primera expulsada de la temporada 1, ver en directo los capítulos acompañada de algunas de sus compañeras de temporada, con sentido del humor, chistes que ya querrían para los jurados los guionistas, emoción, humildad y, sobre todo, visión crítica, dando voz a los espectadores, incluso en contra de la producción, sin ningún tipo de miedo, y demostrando que la echaron la primera porque era la que más podría haberle hecho sombra a Carmen Farala. Ojalá un All Stars hecho exclusivamente para que lo gane ella. Sí lo digo.