jueves, 30 de junio de 2022

La crónica francesa

 The French Dispatch (of the Liberty Kansas Evening Sun) (Wes Anderson, 2021)


Quiero dejar claro algo desde el principio. Aunque no lo haya dicho nunca, entre otras cosas porque estuve diez años sin escribir este blog y, según la búsqueda que he hecho, no había escrito nada de ninguna obra anterior suya, en este blog se banca a Wes Anderson. Y mucho.

Lo digo desde ya para que nadie espere un comentario objetivo. Me fascina todo de su cine, incluso sus títulos menos conseguidos y, en ese sentido, esta película la he disfrutado quizá más que ninguna otra. Porque este Wes Anderson es más Wes Anderson que nunca, con todo lo bueno y lo malo que eso puede acarrear.

Parece, según he leído, que el propio director afirmó en su momento que esta película es un homenaje a The New Yorker. No va a servir de nada a la hora de mi opinión respecto a ella, porque de The New Yorker conozco, básicamente, su existencia, pero sí me parece importante tenerlo en cuenta porque, referencias aparte, sirve a Anderson para potenciar esa parte estética que tanto caracteriza sus obras, y que en esta parece convertirse en la base sobre la que cimenta todo el resto de su estructura.

Me parece un acierto, movido teóricamente por el querer hacer una revista en movimiento, el que Anderson se deshaga de la historia principal y se dedique a contarnos las faltas anécdotas (con más falsas anécdotas dentro) que siempre nos cuenta, sin el lastre que supone para ello el endeble hilo argumental que sostienen frágilmente el resto de sus largos.

Más allá de eso, no hay ninguna otra novedad respecto a su cine previo. Los personajes son estereotipos andersianos, interpretados por muchos de los mismos actores de siempre, las situaciones y diálogos son chirriantes, fruto de la fantasía y el mundo interior de su autor, con el mismo sentido del humor extraño y único y las mismas situaciones finales que consiguen emocionar casi sin querer, en medio del absurdo, como si a Anderson le diera vergüenza abrazar directamente el drama.

Pero lo mejor (o peor, según los gustos) es la planificación. Como ya dije antes, Anderson parece organizar todo en base a postales que filma, con su gusto estético habitual, y terminan convirtiéndose en fotografías perfectas, como en una revista, que al final se mueven.

Como dije al principio, con esta opinión no puedo ser confiable, soy (casi) incondicional. Si no la han visto, háganlo sabiendo lo que hay y, como decía hace un par de semanas el amigo dvd, dejándose llevar. Es imprescindible para poder disfrutarla.

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