The Menu (Mark Mylod, 2022)
Estoy por hacer lo mismo que el artículo que me animó a verla , y recomendarla sin más, por intentar no desvelar nada, pero a la vez me muero de ganas de hablar de ella. A ver cómo lo hago.
Una pareja está en un muelle esperando un barco que los llevará a la cena en un restaurante estrella de un chef estrella. Ella parece desconfiar bastante de todo, incluyendo la exorbitante suma de dinero que ha costado una velada diseñada sólo para doce afortunados, mientras él siente una fascinación nada disimulada ante todo el elitismo culinario. Mientras esperan el barco, van llegando al muelle distintas personas, relacionadas de algún u otro modo con la cultura "michelinista" de la comida, salvo una pareja, que provoca una incomodidad llamativa en nuestra protagonista, pero que no es lo más tenso de la espera. Tensión (y recelo por su parte) que no mejora al llegar a la isla en la que se encuentra el restaurante (y que parece haberse dedicado exclusivamente a éste) y notar lo nerviosos que se ponen todo cuando comprueban que ella no era la pareja original de su acompañante, que no había avisado del cambio. A partir de ahí, y tras recorrer unas instalaciones en un tour que maneja unos niveles de tensión que ya les hubiera gustado a los responsables de The pale blue eye, empieza la cena, donde desde el principio, tenemos claro que algo va a pasar. Y hasta aquí puedo contar sin desvelar nada importante, aunque creo que he contado demasiado.
The Menu, tal y como el del restaurante donde se desarrolla, es una experiencia inmersiva, completa y con afán de resultar totalmente satisfactoria, donde se nos presenta lo que a todas luces no deja de ser una comedia dislocada, pero de la forma más opuesta posible a lo cómico, aunque sin perder el toque absurdo (y con momentos hilarantes). Es tensa desde el inicio hasta el final, no para de provocar "sensaciones" en forma de sorpresas, literalmente llega un momento en que desconfiamos de todo lo que estamos viendo, y aún así resulta emotiva y casi misericordiosa con sus personajes.
Más allá de la "crítica" a todo el negocio montado alrededor de la comida (que profundiza sin mucho problema, y a la que parece que es a lo que se le ha dedicado toda la atención crítica), es otro "Eat the Rich!" como lo era Glass Onion, sólo que con mucha peor baba (y casi resentimiento), y mucho más difícil de digerir, según lo que he ido leyendo.
Si bien necesitamos el momento dramático/melancólico a mitad de metraje para que se pueda producir el final en las condiciones en las que tiene que hacerlo, es posiblemente el único momento que desentona, porque el resto es impoluto. No hay una escena que sobre, ni siquiera una línea de diálogo que esté puesta por rellenar, casi que los planos parecen contados para que el espectador sienta lo que "el chef" quiere que se sienta, y sólo al final parece darse el lujo de recrearse un poco, sólo para que disfrutemos bien de la traca.
Lo mismo no es para todos los paladares, pero deberían, al menos, intentar probarlo.