martes, 21 de febrero de 2023

Amsterdam

Amsterdam (David O. Russell , 2022)


Por más que no la conozco entera, y por más que me gustara Three Kings, no encuentro en la filmografía de David O. Russell razones para que los estudios le confíen tanto, la verdad. Pero me alegro mucho por él. Una vez visto este pastiche, no tanto por nosotros.

Amsterdam nos presenta la historia de dos veteranos en la Gran Guerra, un médico tullido que, repudiado por la familia rica de su esposa, dedica su desquiciado tiempo a intentar resolver las secuelas de otras pobres víctimas de las luchas de poder, y su mejor amigo, negro en un Nueva York no muy amigable para los de su raza, que son contactados con la hija de uno de sus oficiales durante la Guerra, el único que los trató como personas, fallecido en extrañas circunstancias de camino a USA. Esa misma hija será asesinada, y ellos culpados de ello, al inicio de la investigación que realizan para saber el motivo de la muerte de su querido superior, y que los conducirá a un antiguo amor y amiga de la postguerra que pasaron en el Amsterdam del título, y a una conspiración para introducir el nazismo en los Estados Unidos, aprovechándose de la posición propagandística, y sólo propagandística, de esos presuntos héroes de guerra.

Con todo ello se habla de racismo, de lo hipócrita de la cultura de "los veteranos" (venerados mediáticamente por los sectores conservadores, ninguneados políticamente y desechados socialmente), la salud mental, la deficiente asistencia sanitaria, la corrupción, el poder y la influencia que tuvo el ideario hitleriano en una parte importante de la alta sociedad americana (y en todas las europeas en realidad), que se ha ido trasladando hasta nuestros días.

¿Y qué hay de malo, entonces? Dirán. Pues el cómo, en realidad. El guión hila finísimo, pero de la forma más enrevesada posible sin llegar a resultar realmente complejo, y la dirección termina yendo en tantas direcciones que resulta confusa, ofreciendo cambios casi de género no sólo cada pocos minutos, sino a la vez en la misma escena. Amsterdam son veinte películas a la vez, sin que ninguna de ellas llegue a desarrollarse lo suficiente como para entender qué estamos viendo. Ni siquiera el tramo final, el más coherente en su desarrollo e ingenioso en resolución, el único en que en algún momento logra que la mezcla de géneros funcione, consigue mantener un pulso narrativo suficiente que ayude a que resulte emocionante. Es como si tuviera miedo de lograrlo.

Al final, deja cabos sueltos y sólo los momentos cómicos que incluyen al protagonista funcionan realmente, quizá porque Christian Bale está tan pasado de rosca que parece convertirse en una parodia involuntaria de su propio personaje. Y queda la sensación de que si no hubiesen querido ser tan ingeniosos, tan listos, tan artísticos, podrían haber logrado una estupenda película. Los mimbres estaban.

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