Arny: Historia de una infamia (Miniserie de TV, Cuarzo Producciones, 2023)
El "caso Arny", para la gente que no lo conozca, investigó y juzgó, allá a mediados de los noventa, un caso de explotación sexual de menores en una serie de locales de ambiente en la Sevilla post-Expo'92, y produjo tal ruido que sirvió para seguir señalando la diversidad sexual como peligrosa en una ciudad no especialmente tolerante con lo diverso en aquellos entonces, y una persecución mediática a cualquier marica que pasara por ahí. Lo cuento con conocimiento de causa porque precisamente estaba yo empezando la Universidad en Sevilla aquel año, y recuerdo como influyó, negativamente, en la percepción de la libertad sexual y el riesgo que podríamos correr los no heterosexuales.
Entiendo que, precisamente para que no se vuelva a repetir, es necesario recordar no sólo que existió, sino lo que ya quedó claro entonces y han ido refrendando a lo largo de los años parte de los que generaron el propio caso mediático, el fraude que fue casi todo ello y lo mucho que afectó a gente que no tenía nada que ver, simplemente porque desde los medios de comunicación durante esos años noventa se nutrían sistemáticamente de basura, y daba voz (y mucho dinero) a cualquiera que hablara mal de cualquier personaje importante, por más que fueran consciente de la falsedad de sus testimonios. Todo ello unido a la cerrilidad de una jueza instructora que, con la excusa de proteger a los menores afectados, se emperró en negar las evidencias e, incluso, los propios testimonios de esos menores, que fueron uno por uno descidiéndose previo al juicio, llevaron a una caza de brujas de la que no se libró ni el Juez Decano de Menores de Sevilla, implicado colateralmente por aparente indicación de algún alto cargo policial.
La miniserie sirve, hasta cierto punto, para poner orden a todo el circo que se montó a nivel judicial y mediático, señalando las posibles corruptelas (policiales, inmobiliarias...) que no terminan de aclararse, y denunciando de forma dura las malas artes de la profesión periodística, apuntando con bala a medios concretos, y olvidando convenientemente otros que parece que a lo largo de los años no han tomado conciencia alguna del mal que pueden ejercer (recordemos que la productora que hace el documental fue fundada por Ana Rosa Quintana, una de las actuales reinas del sensacionalismo mañanero en televisión).
Resultan interesantes las entrevistas a los afectados, tanto en persona como familiares, aunque algunos no terminan de salir demasiado bien parados (entiendo el dolor de Jesús Vázquez y su interés en compartirlo, pero se hace a sí mismo un traje que le queda regular), pero, como pasaba en Salvar al Rey o en la miniserie sobre Dolores Vázquez, echo en falta una profundización, una real investigación, y, sobre todo algún tipo de conclusión, algo que ayude a compactar todo lo que se cuenta, y que pueda plantear alguna reflexión al espectador. Es como si les diera miedo hacerlo.
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