Este es otro libro que me compré por la portada (no esta, la de la edición del Círculo), porque aunque quiera pasar por intelectual, soy así de básico. Lo estaba contando antes cuando se me colgó el ordenador. También decía que nada que ver con las que puse a caldo el jueves pasado. El resto del post se fue a tomar por donde amargan los pepinos, junto con mi paciencia con Timofónica. Retomaré como pueda.
Keyes propone un juego, con un estilo parecido a lo bestselleriano pero que no termina de encajar ahí, en el que a través de las narraciones de cuatro mujeres se nos da a conocer a Paddy de Courcy, el supuesto tipo encantador del título, dotado de una serie de perversiones que harían pasar por bueno al mismísimo Maquiavelo. Porque a pesar de que la historia, en ese aire de modernidad que hace que el maltrato a las mujeres sea tratado como base del asunto, es mucho más.
De Courcy es político y Keyes lo utiliza, rodeándolo a él y a todo su entorno de toda la mala uva y el cinismo imaginable, incluso a su feminista compañera de partido, para dejar a la clase política como lobos sedientos de sangre.
Pero a pesar del leit motiv, lo que nos cuenta Keyes es la historia de cuatro mujeres desesperadas que no tienen nada que envidiarle a las de Wisteria Lane. Es más, algunas tienen mucho más sentido del humor.
Lola huye a la otra punta de Irlanda huyendo de de Courcy y de una periodista, y alentada por su inefable grupo de amigos, para terminar liándose con un surfero y organizando noches de travestis para poder cobrar el paro.
Grace, la periodista, maquina lo imposible tras habérsele incendiado el coche, entrevista a personajes a los que detesta y soporta, junto con su pareja, a unas familias, especialmente la suya propia, dignas del exilio (aunque con momentos sumamente divertidos).
Marnie, la hermana de Grace, se sumerge en el alcohol para intentar mitigar el dolor de una vida que no le gusta, lo que acabará destrozándosela aún más.
Y Alicia quiere haber salido victoriosa cuando no es así.
Dos historias, las primeras, más cómicas, se mezclan con dos mucho más amargas y consiguen realizar un libro ameno e interesante, quizá un poco rayando lo panfletario en ocasiones, pero que Keyes suaviza a costa de cargarse las buenas reputaciones de todos sus personajes salvo la del novio de Grace. La superficialidad y el humor negro se alternan con lo dramático sin que prácticamente se note, y las escenas de la familia de las hermanas Gildee son memorables. Como ejemplo la del tabaco que ilustra la frase de esta semana. Aunque me temo que no será la única que saldrá de aquí.
Keyes propone un juego, con un estilo parecido a lo bestselleriano pero que no termina de encajar ahí, en el que a través de las narraciones de cuatro mujeres se nos da a conocer a Paddy de Courcy, el supuesto tipo encantador del título, dotado de una serie de perversiones que harían pasar por bueno al mismísimo Maquiavelo. Porque a pesar de que la historia, en ese aire de modernidad que hace que el maltrato a las mujeres sea tratado como base del asunto, es mucho más.
De Courcy es político y Keyes lo utiliza, rodeándolo a él y a todo su entorno de toda la mala uva y el cinismo imaginable, incluso a su feminista compañera de partido, para dejar a la clase política como lobos sedientos de sangre.
Pero a pesar del leit motiv, lo que nos cuenta Keyes es la historia de cuatro mujeres desesperadas que no tienen nada que envidiarle a las de Wisteria Lane. Es más, algunas tienen mucho más sentido del humor.
Lola huye a la otra punta de Irlanda huyendo de de Courcy y de una periodista, y alentada por su inefable grupo de amigos, para terminar liándose con un surfero y organizando noches de travestis para poder cobrar el paro.
Grace, la periodista, maquina lo imposible tras habérsele incendiado el coche, entrevista a personajes a los que detesta y soporta, junto con su pareja, a unas familias, especialmente la suya propia, dignas del exilio (aunque con momentos sumamente divertidos).
Marnie, la hermana de Grace, se sumerge en el alcohol para intentar mitigar el dolor de una vida que no le gusta, lo que acabará destrozándosela aún más.
Y Alicia quiere haber salido victoriosa cuando no es así.
Dos historias, las primeras, más cómicas, se mezclan con dos mucho más amargas y consiguen realizar un libro ameno e interesante, quizá un poco rayando lo panfletario en ocasiones, pero que Keyes suaviza a costa de cargarse las buenas reputaciones de todos sus personajes salvo la del novio de Grace. La superficialidad y el humor negro se alternan con lo dramático sin que prácticamente se note, y las escenas de la familia de las hermanas Gildee son memorables. Como ejemplo la del tabaco que ilustra la frase de esta semana. Aunque me temo que no será la única que saldrá de aquí.
2 comentarios:
La keyes tiene la capacidad de mezclar situaciones dramáticas con momentos hilarantes con una gran maestría. Yo lo llamo mi "literatura para no pensar" y, curiosamente, este fin de semana he terminado el mismo libro que tú. No se si has leido todos sus libros pero lo único que le critico es que casi todos tengan la misma línea.. Eso si, si te han gustado las hermanas Gildee no dejes de conocer a las hermanas Walsh.
Son libros sencillos, fáciles de leer, con el trasfondo justo para que no te levante dolor de cabeza de mucho pensar.
PD: Molichino!!!
Nunca mejor dicho.
P.D.: Y yo que seguía creyendo que era violeta.
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