Hay espectáculos pequeños que son capaces de dar mucho más que macroconciertos. Martirio, la gran Martirio, el personaje y no la persona, se ha ido convirtiendo en aquello que no parecía en sus inicios, una gran dama de la canción. De la copla, para ser más exactos.
El pasado sábado ofreció, ante unos pocos espectadores (no estaba la policía para contarnos, pero dudo que pasáramos de cien) un precioso y larguísimo concierto que se nos pasó volando.
Celebra actualmente sus veinticinco años de carrera, esa carrera que surgió como una especie de espantajerío y que poco a poco se ha ido afianzando en lo que siempre fue: una cantante que ha querido hacer algo diferente a través de un género tan popular como inmerecidamente maltratado como es la copla. Y lo ha hecho, como bien demuestra este espectáculo: ha sabido mezclar copla (y sevillanas) con blues, con jazz, con tango... con versiones y canciones originales que siguen esos preceptos de hacer elegante lo que antes parecía que no lo era.
Martirio, el personaje, realizó un recorrido a su carrera, empezando por El productor, maravillosa e irónica canción de la búsqueda de la fama, y terminando por su eterno himno, ese Estoy mala que tanto escuchamos algunos en nuestra infancia y que tantas sonrisas y risas sigue provocando.
Un público escaso pero entregado disfrutó, aplaudió y vitoreó unas canciones interpretadas (porque Martirio interpreta, no sólo canta) de forma exquisita acompañada sólo de guitarra (su hijo Raúl) y piano (Jesús Lavilla, creo recordar), pero que gracias a un buen sonido y a una iluminación muy bien trabajada, lograron un espectáculo delicioso, cálido y agradable. Y seguimos demostrando que para hacer buena música hace falta muy poco dinero. Lo fundamental es el talento.
El pasado sábado ofreció, ante unos pocos espectadores (no estaba la policía para contarnos, pero dudo que pasáramos de cien) un precioso y larguísimo concierto que se nos pasó volando.
Celebra actualmente sus veinticinco años de carrera, esa carrera que surgió como una especie de espantajerío y que poco a poco se ha ido afianzando en lo que siempre fue: una cantante que ha querido hacer algo diferente a través de un género tan popular como inmerecidamente maltratado como es la copla. Y lo ha hecho, como bien demuestra este espectáculo: ha sabido mezclar copla (y sevillanas) con blues, con jazz, con tango... con versiones y canciones originales que siguen esos preceptos de hacer elegante lo que antes parecía que no lo era.
Martirio, el personaje, realizó un recorrido a su carrera, empezando por El productor, maravillosa e irónica canción de la búsqueda de la fama, y terminando por su eterno himno, ese Estoy mala que tanto escuchamos algunos en nuestra infancia y que tantas sonrisas y risas sigue provocando.
Un público escaso pero entregado disfrutó, aplaudió y vitoreó unas canciones interpretadas (porque Martirio interpreta, no sólo canta) de forma exquisita acompañada sólo de guitarra (su hijo Raúl) y piano (Jesús Lavilla, creo recordar), pero que gracias a un buen sonido y a una iluminación muy bien trabajada, lograron un espectáculo delicioso, cálido y agradable. Y seguimos demostrando que para hacer buena música hace falta muy poco dinero. Lo fundamental es el talento.
2 comentarios:
Oí el primer disco de Martirio hasta la saciedad.
Me encantaba, muy especialmente sus versiones sin gritos ni amaneramientos absurdos de las coplas más conocidas.
Después, por algún motivo, le perdí la pista.
Creo que el lanzamiento que le hicieron le ha hecho daño como artista, con una imagen que no se corresponde con su auténtico "palo".
Debería haber sido promocionada como una especie de Diana Krall (o cómo se escriba)
Es mucho mejor que Diana Krall. Ella por lo menos no copia.
Es cierto que el lanzamiento, como ya dije, tipo espantajo que realizaron al principio, la mermó mucho. No sólo tú le perdiste la pista, creo que se la perdimos la mayoría.
Afortunadamente el tiempo coloca a algunos donde les corresponde estar.
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