lunes, 9 de enero de 2023

Black Adam

Black Adam (Jaume Collet-Serra, 2022)

 


Albergaba yo esperanzas, después de llegar James Gunn al intento de universo cinemático DC, y de esas maravillas de la locura y disfrute que son el último The Suicide Squad (y en menor medida Birds of Prey (And the Fantabulous Emancipation of One Harley Quinn)) y Peacemaker (serie de la que ya hablamos en estas páginas allá por verano), en que el camino sería más parecido a ese que al de la continuidad de las aburridísimas (y oscurísimas sólo en cuanto a luz) experiencias previas. 

Ya el último The Batman tendría que haberme dado una pista de lo contrario (parece ser que no escribí aquí lo mucho que me aburrí, tampoco voy a volver a verla para hacerlo ahora que me he dado cuenta), pero este Black Adam confirma que en Warner están más perdidos que el barco del arroz con qué es lo que van a hacer con todo el material de los cómics, cosa que confirmaron posteriormente cuando anularon prácticamente todo lo que había planificado (incluyendo la cancelación del contrato de un Henry Cavill que aparece, de hecho, al final de esta cinta a modo de cameo y posible anuncio de secuelas).

Esta película parece una metáfora de todo el desatino que envuelve los proyectos ligados al sello DC, fuera de los Batmans autorales. Quiere ser tantas cosas, tan profunda, tan intensa, tan interesante, tan emocionante... que no consigue prácticamente nada y, salvo las secuencias de acción, resulta terriblemente aburrida. Es previsible, el final se alarga mucho más de la cuenta, el arco del protagonista no tiene sentido y su colaboración con la "Sociedad de la Justicia" sólo sirve para dibujar unos superhéroes que no tienen mucho interés (y el único que lo tiene, de hecho, es sacrificado por el bien común). 

Dwayne Johnson hace de roca, nunca mejor dicho. Le sienta muchísimo mejor el tono disfrutón de Jungle Cruise, y ese padre atormentado que va buscando venganza y, de repente, deja de hacerlo para preocuparse lo justo por la humanidad, no termina de quedarle bien. Su dibujo como antihéroe parece sólo utilizarse para lograr un contrapunto cómico del que, cada vez que aparece, huye como de la peste, y sólo su interacción con el Doctor Destino funciona más o menos. Collet-Serra hace lo que puede con un guión que hace aguas por todas partes, aunque tampoco parece que la dirección se encamine más allá que a conseguir el efectismo que logre planos espectaculares y llevar a la gente a los cines, cosa que parece que lograron a medias.

Un despropósito.

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