Poco puedo decir acerca de casi cualquier película de Allen. Esta es, quizá, la más divertida. Al menos es la única que les suele gustar a todos los que no le gusta el cine de Allen, y eso que ninguna otra película se parece más al cine de Allen que esta. Solo que en esta Allen aprovecha lo mejor de su cine, incluyendo plagios a si mismo, para hacer su película más ágil y que deja menos lugar a dudas acerca de su maestría. Y es que el reencuentro con Diane Keaton (y la separación de la insoportable Mia Farrow) le sentó muy bien. Especialmente memorables algunas situaciones y frases, destaco la misma que digo siempre: "Cada vez que escucho a Wagner me entran ganas de invadir Polonia".
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