Por mucho que después de la separación de la pareja (creativa) Jeunet y Caro, el primero se haya dedicado a contar cuentos de hadas (y por mucho que me guste Amelie), hay que reconocer que el toque oscuro de Marc Caro es mucho más interesante. Y a pesar de que en esta película ya no hace tareas de producción, será porque es la siguiente a la maravillosa La ciudad de los niños perdidos, sigue manteniéndolo.
Cuando todos creíamos que Ripley había muerto, llega la ingeniería genética para ofrecernos una película más en la línea del primer Alien que de sus dos predecesores. El guión es un asco, hay que reconocerlo, pero Jeunet es un gran director, capaz de sacar oro de semejante porquería, y de, con un sentido estético envidiable, y un sentido de la acción como otros muchos grandes, realiza una de las mejores películas de la saga, a pesar de que a priori todo pareciera indicar lo contrario.
Como nota curiosa, se la ofrecieron a Álex de la Iglesia, claro que entonces hacía películas estupendas, y no Los crímenes de Oxford.
Cuando todos creíamos que Ripley había muerto, llega la ingeniería genética para ofrecernos una película más en la línea del primer Alien que de sus dos predecesores. El guión es un asco, hay que reconocerlo, pero Jeunet es un gran director, capaz de sacar oro de semejante porquería, y de, con un sentido estético envidiable, y un sentido de la acción como otros muchos grandes, realiza una de las mejores películas de la saga, a pesar de que a priori todo pareciera indicar lo contrario.
Como nota curiosa, se la ofrecieron a Álex de la Iglesia, claro que entonces hacía películas estupendas, y no Los crímenes de Oxford.
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