lunes, 7 de enero de 2008

Una historia verdadera.

Una historia verdadera. (David Lynch, 1999).


Recopilaremos parte de lo que hemos visto en navidades. Y es que, a pesar de que las cadenas públicas se empeñan en ñoñear las deleznables fechas programando estupideces de contenido dulzoide, hay cadenas de pago, deuvedeses y muchas otras opciones de entretenimiento para no morir de un coma glucémico.
Como primera opción, la película más formal y menos extraña, aparentemente, de Lynch, es la elegida. La historia es la de un anciano que recorre miles de kilómetros montado en una segadora, camino de casa de un hermano con el que no se habla, y al que le ha dado un infarto, para hacer las paces. Eso es todo el argumento. Nada más. Lo demás es belleza. Personajes extravagantes, afectividad susurrada, ritmo pausado y paisajes soberbios conforman el grueso, lo importante, de una de las películas más bellas de los últimos tiempos. A verla.

No hay comentarios: