Otra joya de la comedia americana de los cuarenta. Esta vez a cargo de un director alemán llegado para su bien en su juventud a Estados Unidos tras una larga trayectoria en su país de origen, y que filmaría algunos de los grandes clásicos de la comedia hollywoodiense, como Ninotschka o esta que nos ocupa.
To be or not to be no deja de ser una comedia de enredo típica que bromea con la ocupación polaca por parte de los nazis y la capacidad de una humilde compañía de teatro, que va a estrenar una obra llamada Gestapo justo el día en que los alemanes invaden el país, para zafarse de todos los controles dictatoriales y escapar a Londres.
La película comienza y termina con la llegada de Hitler a Varsovia (la primera ficticia y la segunda real), como personaje central del contexto histórico. Contexto en el que Lubitsch crea una comedia total, con sus (falsos) triángulos amorosos, sus caricaturizaciones de tipos (esencialmente de los actores), sus intrigas políticas, sus muchos gags a costa de malentendidos... todo para una cinta descacharrante que ha dejado múltiples secuencias para el recuerdo, especialmente la (reiterativa) huida del admirador del patio de butacas cada vez que Hamlet da inicio a su monólogo. Magistral.
To be or not to be no deja de ser una comedia de enredo típica que bromea con la ocupación polaca por parte de los nazis y la capacidad de una humilde compañía de teatro, que va a estrenar una obra llamada Gestapo justo el día en que los alemanes invaden el país, para zafarse de todos los controles dictatoriales y escapar a Londres.
La película comienza y termina con la llegada de Hitler a Varsovia (la primera ficticia y la segunda real), como personaje central del contexto histórico. Contexto en el que Lubitsch crea una comedia total, con sus (falsos) triángulos amorosos, sus caricaturizaciones de tipos (esencialmente de los actores), sus intrigas políticas, sus muchos gags a costa de malentendidos... todo para una cinta descacharrante que ha dejado múltiples secuencias para el recuerdo, especialmente la (reiterativa) huida del admirador del patio de butacas cada vez que Hamlet da inicio a su monólogo. Magistral.
2 comentarios:
Una película genial. Aquél diálogo shakespeariano es el núcleo del mensaje. La risa, sin duda, se oye mucho más lejos que el llanto.
La hemos comentado hace muy poco en el blog. Una obra maestra, tan grande como los cuernos de Jack Benny en la peli.
Saludos!
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