Quizá lo que más me gusta de esta película es su estética, y no porque el resto sea desdeñable, sino porque Laughton crea una película casi pictórica, inimitable en cuanto al desarrollo de los decorados, esos cuya falsedad no parece haber intención de esconder, quizá en un intento de hacernos llegar la artificiosidad de la historia que cuenta.
Una historia que es una de las grandes películas de intriga (casi de terror me atrevería a decir) de todos los tiempos, sostenida por un eficiente guión y unos magníficos actores, que gracias a la también espléndida dirección, son capaces de transmitirnos esa amalgama de incoherencias de lo religioso llevado a su máximo delirio.
El personaje de Mitchum, el pastor que asesina y roba para conseguir poder continuar con su peculiar transmisión de la palabra de ese dios que se lo permite todo, es digno de un estudio en profundidad que no vamos a hacer aquí (y menos especialmente hoy que estoy espesito), pero resulta fascinante y terrorífico en su maldad. Shelley Winters, especializada en madres que no salen bien paradas (mírese si no la Lolita de Kubrick) compone un personaje portentoso en su sumisión a su perverso segundo marido y la religión que practica (impagable la escena de su discurso rodeada de antorchas).
Y eso hablando de los actores, que como ya digo no es lo que más me llama la atención. Porque si nos pusiéramos a analizar cada una de las escenas, cada uno de los planos, cada uno de los juegos de luces, cada uno de los decorados, cada uno de los cuadros que nos regala Laughton para hacer aún más creíble o increíble la historia que nos cuenta, más central o imaginaria, estaríamos aquí hasta mañana. Y yo trabajo, así que tengo que dormir.
Una historia que es una de las grandes películas de intriga (casi de terror me atrevería a decir) de todos los tiempos, sostenida por un eficiente guión y unos magníficos actores, que gracias a la también espléndida dirección, son capaces de transmitirnos esa amalgama de incoherencias de lo religioso llevado a su máximo delirio.
El personaje de Mitchum, el pastor que asesina y roba para conseguir poder continuar con su peculiar transmisión de la palabra de ese dios que se lo permite todo, es digno de un estudio en profundidad que no vamos a hacer aquí (y menos especialmente hoy que estoy espesito), pero resulta fascinante y terrorífico en su maldad. Shelley Winters, especializada en madres que no salen bien paradas (mírese si no la Lolita de Kubrick) compone un personaje portentoso en su sumisión a su perverso segundo marido y la religión que practica (impagable la escena de su discurso rodeada de antorchas).
Y eso hablando de los actores, que como ya digo no es lo que más me llama la atención. Porque si nos pusiéramos a analizar cada una de las escenas, cada uno de los planos, cada uno de los juegos de luces, cada uno de los decorados, cada uno de los cuadros que nos regala Laughton para hacer aún más creíble o increíble la historia que nos cuenta, más central o imaginaria, estaríamos aquí hasta mañana. Y yo trabajo, así que tengo que dormir.
3 comentarios:
No te preocupes, no podemos competir con una "Laughtonmaníaca" llamada Gloria. Cualquier cosa que quieras saber sobre don Charles no tienes más que asomarte a su blog "Rooting for Laughton". He esbozado una sonrisa porque con la reseña de esta película fue que mi blog empezó a ser frecuentado por gente no conocida; todo un desvirgamiento...
¿La película? Bueno... Una obra maestra intemporal... nada más...
Lo buscaré, lo buscaré...
Cierto es que Gloria es la que mas sabe sobre Laughton, por ello no me atrevo a dedicarle un post. Coincido en que esta peli es terrorifica. Anoche la vi sola en casa y no pegúe ojo!
Wodehouse, de pilarsmps.blogspot.com/ Gracias
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