jueves, 13 de marzo de 2008

Carretera perdida.

Carretera perdida (David Lynch, 1996)


Ayer, chateando con J., y haciendo repaso a las bandas sonoras que tengo por alguna parte en casa o en el ordenador, recordé lo que me gusta la de esta película. Y lo que me gusta esta película en general.
El cine de Lynch es difícil. Tiene dos tipos de películas, unas, las menos, más "clásicas" podríamos decir, donde demuestra lo buen director que es (ver
referencia en este mismo blog a Una historia verdadera, por ejemplo), y otras, las más polémicas, las más complicadas, de las que esta Carretera Perdida es quizá, el máximo exponente. Rara hasta decir basta, con una estructura circular que no se entiende, fascinante, atrayente, y sin ningún tipo de explicación posible, es, como todo el cine más perturbado o perturbador de Lynch (escójase la opción que se desee), una experiencia básicamente sensorial.
Visualmente arriesgada, con una serie de primeros planos imposibles, juegos de luces y sombras de marcado tinte impresionista, sonoramente perturbadora (la cantidad y calidad de efectos sonoros es apabullante), y tremendamente incómoda en determinados momentos, no es apta para gente estrecha de miras.

Cosa a la que contribuye especialmente su espléndida banda sonora, desde David Bowie (en esa espléndida escena de créditos que os dejo vía youtube) hasta Ramstein, pasando por el habitual de la casa Angelo Badalamenti, que además de realizar algunas composiciones memorables (que luego estropearían haciendo versiones bakalas), es el artífice de todos los ruidos (y digo bien, ruidos) que se escuchan a lo largo del film. Ya he dicho que es una película para sentir. No busqueis coherencia, no busqueis trama definida, no busqueis explicaciones... Si vuestra película preferida es Pretty Woman, no perdais el tiempo. No os va a gustar.

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