Cualquier disco de Los Planetas es una experiencia única. Y a este yo le tengo un cariño especial, probablemente porque encierra algunas de las letras más sutiles de toda su discografía, sutileza para la expresión de sentimientos de una intensidad que bien podrían haber merecido una copla. Desde esa ira del desamor de la espléndida Santos que yo te pinte, el sarcasmo de Anuncio para coches o Vas a verme por la tele, a la nostalgia del amor en la magnífica La cara de Niki Lauda, y, sobre todo, y ante todo, Un buen día, una de sus mejores canciones, disfrazada de oda a un estilo de vida, pero cuyo final, donde aparece escondida una subrepticia declaración de amor ("no he vuelto a pensar en ti hasta que he llegado a casa, y ya no he podido dormir como siempre me pasa"), a mi me pone todavía los pelos de punta.
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