martes, 16 de agosto de 2022

Stranger Things

Stranger Things (serie de TV, Netflix/21 Laps Entertainment)


A los Duffer Brothers se les ocurre que pueden intentar hacer una serie, aprovechando la nostalgia por los ochenta, de suspense/terror metiendo todas las referencias posibles (desde Los Goonies o Cuenta conmigo a Poltergeist), a Netflix le parece una buena idea y allá por 2016 ya (creía que fue posterior, pero el internet me dice lo contrario) se estrena la primera temporada de la que es actualmente la única serie original de Netflix que parece conseguir una repercusión importante de forma continua.

Niños inadaptados buscando a su amigo perdido, junto con su inadaptadada madre y el inadaptado hijo mayor de esta, descubren un mundo paralelo en el que su amigo está atrapado por unas fuerzas malignas,  y consiguen aparentemente liberarlo con la ayuda de un experimento gubernalmental en forma de niña con superpoderes que ha vivido aislada toda su vida. Todo ello con música de la época, una ambientación donde no falta un calentador y un leve tono de denuncia para hacerlo todo más contemporáneo. 

La primera temporada funcionó a pesar de plantear un desarrollo más reflexivo y menos acelerado que la mayoría de sus semejantes actuales, en parte porque se aseguraba un target muy amplio, desde el actual hasta todos esos cuarentones que todavía no han terminado de superar su adolescencia y no paran de quejarse de que les han "destrozado la infancia" cada vez que se hace un remake de alguno de sus iconos infantiles. Pero también porque, reconozcámoslo, estaba muy bien rodada y escrita, centrándose más en promover la tensión que el susto, y con una optimización de recursos, en ese sentido, muy de agradecer. Señalo esto último porque es importante.

Estaba claro que el filón se tenía que aprovechar y, mcguffin previo, se han seguido rodando temporadas en las que, teóricamente, se acompaña a los personajes en su viaje por la adolescencia, mientras se incorporan nuevas tramas y personajes, y el mundo oscuro y la maldición del pueblo en el que, por más cosas raras que pasen, todos siguen viviendo, sigan haciendo de las suyas, aunque todo sea cada vez más forzado.

La cuarta temporada, teóricamente penúltima, se estrenó en dos partes, vayan ustedes a saber por qué, y sigue siendo tendencia en la plataforma meses después de la publicación de su capítulo final, que debe ser el motivo por el que aún no se han decidido a darle carpetazo por más que, perdónenme que les diga, esta última temporada viene a confirmar que, como serie, hace ya rato que murió de éxito.

Con el tiempo los defectos se han ido aumentando, y por más que la trama general sigue siendo resultona y entretenida, y los que la vemos queremos saber qué les ocurre a los personajes porque les tenemos cariño, nada justifica el continuar rizando un rizo que ya está quemado de tanto rizador, con capítulos larguísimos justificados por tramas secundarias que no aportan nada a la principal, un montón de secuencias de tránsito que podrían haberse ahorrado, conversaciones repetitivas con lo que explicar lo que no hace falta, y una lentitud en el desarrollo que, en momentos, llega a ser desesperante. Se ha terminado de sustituir la construcción del clímax por el efectismo, y por más que, al final, las secuencias de miedo funcionan, todo en medio es tan confuso e innecesario que a más de uno nos ha terminado cansando. Especial mención para sus dos últimos episodios, largometrajes seriados que podrían haberse recortado hasta una duración normal sin que nadie se hubiera perdido absolutamente nada.

La cuarta ya me costó ponerme a verla, porque me temía lo peor. No tengo claro si veré la quinta.

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