lunes, 8 de agosto de 2022

La protegida

 The protégé (Martin Campbell, 2021)


Hay domingos por la tarde en los que uno tiene que pasar el rato con la familia, y a alguien se le ocurre buscar alguna película que contente a todos, para, no encontrándola, terminar en algún tipo de solución de compromiso y, finalmente, acabar viendo esto.

Samuel L. Jackson llega al escenario de un crimen, pistola en mano, donde descubre que un infante asiático escondido dentro de un armario ha sido el causante de todo ello. Pasamos a un escenario treinta años después en Rumanía (o Bulgaria, ya no me acuerdo), donde unos señores tienen que proteger a alguien que ha sido secuestrado y por el que piden un rescate. A cobrarlo va una chica de apariencia desvalida, a la que conducen al padre del secuestrado, mafioso del país en concreto, que la amenaza para, instante seguido, que ella descubra su condición de asesina a sueldo y lo termine matando. A él y a todos los guardaespaldas que encuentra en su camino de vuelta. Cuando sale a coger el coche, algún tipo de francotirador se encarga del resto, para descubrirse finalmente que la asesina es ese pequeño infante, protegida por el asesino original, que tiene una tos tan fea que ya hace sospechar que bien no va a terminar. Tienen alguna conversación intrascendente acerca de cobrar el dinero del encargo y de no haber robado el del rescate, sueltan al secuestrado en medio de un bosque y huyen hacia Londres, donde ella regenta una librería de antigüedades y él vive en la casa de los X-Men. Michael Keaton aparece por la librería en forma de hombre misterioso, justo cuando ellos han empezado a investigar el paradero de un chico a cuyo padre él asesinó cuarenta años antes, y a partir de ahí, matan a su protector (y su ama de llaves), a sus informadores de ella, y lo intentan con ella, que escapa porque si no, terminamos la película. Se va a Vietnam para encontrar al que ordenó sus asesinatos y vengar la muerte de su mentor, y pasan otras muchas cosas sin mucho sentido y en el que hay un par de sorpresas que a poco que se hayan visto unas cuantas películas de acción de las últimas décadas, no sorprenden en absoluto. Hasta que llega una parte final innecesaria a más no poder, en el que (flashbacks mediante, no vaya a ser que no metamos unos cuantos) se dan ciertas pinceladas de la historia de su infancia previa a su protectorado, no entiendo si a modo de justificación de sus pocos escrúpulos. Una escena final igual de absurda que el resto del metraje termina todo sin que se vea demasiado, para hacer un poco más intrigante lo que no lo ha sido en ningún momento.

No es que Martin Campbell vaya a pasar a la historia por alguna de sus películas anteriores, pero alguna que otra que he visto tiene algo de ritmo, lo que en comparación a esta, ya es algo. Parece un intento estético de emular el cine de acción asiático, sin ningún tipo de justificación para lo pausado, con mucha menos potencia en la acción y ninguna alma. 

Si pasan delante de ella en alguna plataforma, ignorenla. Hay muchas mejores formas de echar la tarde.

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