Ms. Marvel (serie de TV, Marvel Studios)
No me extenderé mucho, porque no hay mucho en lo que extenderse y, sobre todo, porque al final el Marvel Cinematic Universe ha estado tan presente en el reinicio de este blog que sería repetirse una vez más. Así que al lío.
Tal y como se han hecho con otros personajes bien para homenajear (Loki), iniciar el cierre de sus historias (Wandavision u Ojo de Halcón) o mantener su existencia fuera de los cines (Falcon y El soldado de invierno), Marvel/Disney parece decidida a seguir exprimiendo toda la franquicia comiquera en sus servicios de streaming, por lo que ya desde hace tiempo se venía hablando de lo que sería la puesta de largo de Ms. Marvel, en forma de miniserie (6 capítulos de menos de 45 minutos) que no parece que vaya a tener continuidad en la pequeña pantalla (o al menos, por la escena poscréditos es lo que podemos entender).
Lo bueno de que Kamala Khan ya fuera racializada en los cómics es que nos ha ahorrado a toda la caterva de cromañones justificando su racismo con la cantinela de la "trampa de la diversidad", y, por lo menos, han tenido que rebuscar en el argumentario para disfrazar su xenofobia. Las volteretas con tirabuzón que han tenido que dar algunos para ello han sido francamente divertidas, aunque no tanto como la serie en sí.
Porque Ms. Marvel no deja de ser un divertimento, una serie de aventuras adolescentes, hecha para adolescentes, con fantasía adolescente, números musicales y preocupaciones adolescentes, que no se detienen demasiado en el drama (gracias) y cuya intriga, necesaria, es tan larga y se resuelve tan rápido como el metraje lo permite.
Acierta en el planteamiento de cuestiones raciales o religiosas, así como integra muy bien con el argumento la historia de las consecuencias del imperialismo occidental (en este caso el británico), aunque falla estrepitosamente en extrapolar esa lectura al momento actual, incluyendo la rebeldía de la protagonista de querer ser más occidental que su propio amigo blanco (tampoco es que lo pretenda, ya sabemos que los yanquis no tienen mucha conciencia de lo suyo), con una muy agradecida renuncia a la visión trágica más allá de los acontecimientos puntuales, logrando hacerlo más digerible para su público objetivo.
¿Que a un Manolo cuarentón no le ha gustado? Pues no pasa nada, no es para él. Ahora, este cuarentón se lo ha pasado como un chiquillo.
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