jueves, 20 de mayo de 2010

Destrozando a... la carrera de Julio Medem

Julio Medem (director que empezó siendo de cine y terminó haciendo Caótica Ana)


Intento no repetirme pero el domingo me quedé con ganas. Así que hoy hablaremos de una de las carreras más erráticas, incoherentes e infundadas de la última historia del cine español (donde con historia quiero decir que ha pasado el tiempo, no se confundan).
Medem comenzó en los cortos, como todo hijo de vecino, y pasó al largo con Vacas, de la que no hablaré más porque ya lo hice hace cuatro días (sólo teneis que mirar un poco más abajo y si no, aquí), que pese a todas sus irregularidades sigue siendo su película más lograda.
Posteriormente se metió algo y le salió La ardilla roja, esperpento fotográficamente impoluto donde conseguía sugerir mucho sin contar nada coherente y donde empezaba a oler el existencialismo, o al menos esto pretendía.
En esas que tuvo un momento de lucidez para firmar Tierra, su película más sencilla en planteamiento y consecución y posteriormente ese cuento de hadas trágico que fue Los amantes del círculo polar. Y hasta la cosa estaba más o menos bien.
Disloques oníricos se mezclaban con realidad, saltos temporales y rupturas narrativas que contaban historias ligeras de amor y muerte de forma original y curiosa y con bastante acierto en la provocación de emociones en el respetable.Pero he ahí que Medem se empezó a tomar demasiado en serio, se quiso volver artista, renunció a lo que había sido su cine y perpetró Lucía y el sexo, un drama absurdo, disfrazado de intelectual, suerte de cine S de categoría, donde no contaba absolutamente nada más allá de los impulsos sexuales irrefrenables de unos cuantos personajes que no sabían hacer otra cosa y que consiguieron que los modernos españoles (esos que creen que el cine español es bueno simplemente por serlo) lo arroparan en una taquilla que se disparó de mala manera. Aun así, Lucía y el sexo podía tener un pase.
Pero ya lo de después...


Ya dije (fue antes de tener este blog, creo) que hay pocas cosas de las que más me arrepienta en mi vida que de haber pagado una entrada para ver ese engendro que es Caótica Ana. Circunstancial, deshilachada, absurda, zafia y confusa elevación del estilo de vida hippiepiji a la categoría de existencialismo transcultural, transgeneracional y transreligioso, semejante mamarrachada sólo sirvió para que muchos de los que disfrutamos de su primer cine nos lo pensáramos a la hora de ir a ver una nueva película suya.
Y así le está yendo a Habitación en Roma en taquilla... porque yo al menos no tengo ningún interés de ver a dos señoras simulando coitos durante dos horas mientras no pasa nada y encima me pretendan engañar queriendo hacerlo pasar por filosofía. No, Medem, no...

P.D.: Del documental aquel no hablo porque ni siquiera lo vi... no era lo que yo esperaba de él.


1 comentario:

dvd dijo...

Me niego a comentar nada, me niego a ver la del bolleo de luxe, me niego a decir que este hombre es director de cine y no un enchufado con más suerte que un maestro en verano...