lunes, 17 de mayo de 2010

Texto de la semana


[...]En estas ocasiones suele decirse: por haberme sido otorgado inmerecidamente este magnífico premio. Yo no lo diré. En primer lugar, este premio no es magnífico. En realidad es una ridiculez. […]


Duslav en El final de Duslav (Tres vidas de santos, Eduardo Mendoza).

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