Odio a los modernos. ¿Lo he dicho alguna vez? Pues lo repito, odio a los modernos y las moderneces. Y gran parte de la culpa la tiene esta película, que se atrevieron a versionar sólo con música electrónica. El por qué yo me metía en esos berenjenales tiene que ver con lo pedante, pero con la verdad reconocida ya no lo necesito. ¿He dicho ya que odio a los modernos?
Porque que alguien me explique si esta película necesita ningún tipo de adaptación... todos los que tenemos una mínima idea de cine, y aun muchos que no la tienen, sabemos que no. Pero los modernos no se enteran.
La novia de Frankenstein es, al igual que su predecesora, también dirigida por Whale, una obra maestra del cine, poderosa visualmente y vibrante en su historia. Un cuento de terror con final trágico que narra la mismísima Mary Shelley, y que está impregnado de un sentido del humor negrísimo, tal y como pasaba con la anterior.
Pero aún así lo que guía al Monstruo no es más que una búsqueda casi romántica de compañía. Dentro de un mundo en el que es diferente, pretende obligar a Frankenstein a que le de alguien con quien compartir su singularidad, con quien poder sentirse acompañado, por más que no suponga que ese mismo rechazo puede venir hasta de sus iguales, precipitando el terrible (y maravilloso) final de la historia.
Por no hablar de que casi cada fotograma es un prodigio de la combinación de luces y claroscuros... mucho que decir para poco espacio y para una película que merece su revisitación (que no revisión). Y sigo odiando a los modernos, por cierto.
Porque que alguien me explique si esta película necesita ningún tipo de adaptación... todos los que tenemos una mínima idea de cine, y aun muchos que no la tienen, sabemos que no. Pero los modernos no se enteran.
La novia de Frankenstein es, al igual que su predecesora, también dirigida por Whale, una obra maestra del cine, poderosa visualmente y vibrante en su historia. Un cuento de terror con final trágico que narra la mismísima Mary Shelley, y que está impregnado de un sentido del humor negrísimo, tal y como pasaba con la anterior.
Pero aún así lo que guía al Monstruo no es más que una búsqueda casi romántica de compañía. Dentro de un mundo en el que es diferente, pretende obligar a Frankenstein a que le de alguien con quien compartir su singularidad, con quien poder sentirse acompañado, por más que no suponga que ese mismo rechazo puede venir hasta de sus iguales, precipitando el terrible (y maravilloso) final de la historia.
Por no hablar de que casi cada fotograma es un prodigio de la combinación de luces y claroscuros... mucho que decir para poco espacio y para una película que merece su revisitación (que no revisión). Y sigo odiando a los modernos, por cierto.
5 comentarios:
Esa escena de los homúnculos en las botellas...
Esa escena...
Si tuviese que elegir entre Frankenstein y La novia de... no sabría con cual quedarme. Son las dos magníficas muestras de cómo hacer cine de calidad y duradero, sin efectismos y con maestría de la cázmara y los recursos de la época. Sublimes
Yo me quedo con la novia de Frankenstein, es muy poética. Inolvidable.
O.M.A.
Es que lo bueno sobrevive a las modas, a los modernos y a las moderneces... o si no, de qué íbamos a hablar de una película de 1935.
Hace poco también escribí sobre ella. Por si lo quieres leer.
http://capricestfini.blogspot.com/2009/06/la-novia-de-frankenstein.html
Un abrazo.
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