Y al guión, que por lo visto lo tiene, aparte de los directores, la flamante Menestra de Verduras, Ángeles González-Sinde.
Primero, y sin que sirva de precedente, voy a hablar bien de quien se lo merece: los de marketing. Porque Albacete, Menkes y, sobre todo, Sindes, no se han visto en otra. Por fin parece que alguien se ha dado cuenta de que, para que la gente vaya al cine, hay que trabajárselo y darle al público lo que el público quiere: actores jóvenes televisivos que salen en bolas. Sólo con eso consiguió ser número 1 en taquilla el fin de semana de su estreno. Y eso, y ya empezamos con el despiece, a pesar de contar una historia vista mil veces y que a estas alturas ya no interesa a nadie.
Mentiras y gordas es una mezcla de Más que amor, frenesí e Historias del Kronen. De la primera coge a sus directores y de la segunda el sino trágico. Es la historia de unos chavales que se drogan mucho mucho y, claro, alguien termina mal, teniendo todas las papeletas (lo sabemos desde el principio) el más atormentado. Por ahí es la misma historia vista millones de veces. Ante esto, los guionistas (directores + Menestra) en vez de intentar dar una visión nueva, cogen todos los tópicos y frases hechas que se han dicho y escuchado en todas las películas malas del género y todas las series de televisión (incluída "la Iglesia no me quiere porque soy gay") y lo meten a presión.
Lo supuesto vanguardista tiene que ver con una filmación videoclipera que da más dolor de cabeza que otra cosa, y en meter caras nuevas del panorama nacional (porque los actores de Más que amor, frenesí ya están mayores para estos trotes... lo estaban hasta ya entonces), representados por todos los actores que alguna vez han puesto palote a alguien en una serie de televisión. A partir de ahí, muchas drogas, muchas escenas sexuales, mucha carne, mucho tópico poético... y tenemos esta cosa que está barriendo en taquilla sin demasiado trabajo para nadie.
Y con ello me refiero aparte de los mencionados, a los actores que están francamente horrendos, si esceptuamos quizá a Ana Polvorosa, la única que intenta poner cara de no estar colocada (que es lo que tienen que hacer los otros durante todo el metraje) con cierto éxito ocasional, aunque más bien parece estar toda la cinta pensando en dónde dejó las llaves. Eso sí, seguro que para esta "joya" del cine español, los españolitos hemos tenido que dar parte de nuetros impuestos. ¿A que sí, señora Menestra?
Mentiras y gordas es una mezcla de Más que amor, frenesí e Historias del Kronen. De la primera coge a sus directores y de la segunda el sino trágico. Es la historia de unos chavales que se drogan mucho mucho y, claro, alguien termina mal, teniendo todas las papeletas (lo sabemos desde el principio) el más atormentado. Por ahí es la misma historia vista millones de veces. Ante esto, los guionistas (directores + Menestra) en vez de intentar dar una visión nueva, cogen todos los tópicos y frases hechas que se han dicho y escuchado en todas las películas malas del género y todas las series de televisión (incluída "la Iglesia no me quiere porque soy gay") y lo meten a presión.
Lo supuesto vanguardista tiene que ver con una filmación videoclipera que da más dolor de cabeza que otra cosa, y en meter caras nuevas del panorama nacional (porque los actores de Más que amor, frenesí ya están mayores para estos trotes... lo estaban hasta ya entonces), representados por todos los actores que alguna vez han puesto palote a alguien en una serie de televisión. A partir de ahí, muchas drogas, muchas escenas sexuales, mucha carne, mucho tópico poético... y tenemos esta cosa que está barriendo en taquilla sin demasiado trabajo para nadie.
Y con ello me refiero aparte de los mencionados, a los actores que están francamente horrendos, si esceptuamos quizá a Ana Polvorosa, la única que intenta poner cara de no estar colocada (que es lo que tienen que hacer los otros durante todo el metraje) con cierto éxito ocasional, aunque más bien parece estar toda la cinta pensando en dónde dejó las llaves. Eso sí, seguro que para esta "joya" del cine español, los españolitos hemos tenido que dar parte de nuetros impuestos. ¿A que sí, señora Menestra?