Carlos Faemino y Javier Cansado son una de las pocas parejas de cómicos que continúan haciendo lo mismo de siempre y les funciona. Independientemente de que hagan cosas en solitario (Javier Cansado tenía un programa en la SER, que creo que retiraron, De nueve a nueve y media, que era espléndido), de vez en cuando se reúnen para hacer lo mismo de siempre. Como a todos los grandes, o se les adora, o se les odia. Yo soy de los primeros.
Ayer fui a ver su nuevo espectáculo. Nuevo entre comillas, porque hacen lo mismo de siempre, que es lo que les da valor. Es como un programa de El orgullo del tercer mundo, pero alargado. Y no pude parar de reírme. Ni me acuerdo de la mitad de los chistes, no puedo dar demasiados datos, pero la hora y cuarenta minutos que se pasaron sobre el escenario pasó corriendo, y me quedé con ganas de más. ¡Qué bueno el chiste de las berengenas y el perro! (los que lo vean sabran de cuál hablo), y el de los "tikismikis", esos gusanos que tienen los boquerones en vinagre y que se han inventando los políticos. Son mucho, son mucho.
Ayer fui a ver su nuevo espectáculo. Nuevo entre comillas, porque hacen lo mismo de siempre, que es lo que les da valor. Es como un programa de El orgullo del tercer mundo, pero alargado. Y no pude parar de reírme. Ni me acuerdo de la mitad de los chistes, no puedo dar demasiados datos, pero la hora y cuarenta minutos que se pasaron sobre el escenario pasó corriendo, y me quedé con ganas de más. ¡Qué bueno el chiste de las berengenas y el perro! (los que lo vean sabran de cuál hablo), y el de los "tikismikis", esos gusanos que tienen los boquerones en vinagre y que se han inventando los políticos. Son mucho, son mucho.
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