Ni que decir tiene que la carrera de Polanski ha desmejorado mucho en los últimos tiempos. Quizá tenga que ver con que se ha serenado con los años, pero lo cierto es que, tras unas cuantas obras maestras entre los 60 y los 70, y a pesar de maravillas como Lunas de hiel o esa espléndida versión cinematográfica que realizó de La muerte y la doncella, todo lo que ha hecho ha sido bastante más flojo, al menos lo que yo he visto (puede que se me olvide algo).
Precisamente una de esas obras mayores es esta La semilla del diablo. No creo que a estas alturas tenga yo mucho que decir sobre la terrible historia del embarazo, nacimiento y crianza primera del bebé de Rosemary. Una de las cumbres del cine de terror de todos los tiempos, enfermiza, espeluznante y soberbia en todos los aspectos, forma parte del ideario colectivo. Y ni siquiera Polanski fue nunca capaz de superarse. No digamos ya los otros. La he visto muchísimas veces y todavía me pone los pelos como escarpias.
Precisamente una de esas obras mayores es esta La semilla del diablo. No creo que a estas alturas tenga yo mucho que decir sobre la terrible historia del embarazo, nacimiento y crianza primera del bebé de Rosemary. Una de las cumbres del cine de terror de todos los tiempos, enfermiza, espeluznante y soberbia en todos los aspectos, forma parte del ideario colectivo. Y ni siquiera Polanski fue nunca capaz de superarse. No digamos ya los otros. La he visto muchísimas veces y todavía me pone los pelos como escarpias.
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