domingo, 24 de febrero de 2008

No es país para viejos.

No es país para viejos (Joel Coen, 2007)


A pocas horas de que de comienzo esa larguísima, tediosa e insufrible gala de los premios de la academia de cine americano (no se les puede llamar por su nombre porque es marca registrada), acabo de volver del cine de ver lo último DE LOS COEN. Y lo pongo en mayúsculas porque los autores son ellos, y no Bardem, que está espléndido, pero no.
Muchas cosas podría tratar aquí, empezando por el hecho de por qué se me olvida que a mi esta pareja artística (director/productor, y guionistas ambos) me gusta mucho, y sólo me acuerdo de ellos cuando truena, como de Santa Bárbara (creo que los santos no cobran royalties). También podría hablar de la carrera de los autores... pero me remitiré a la película, al medio oeste americano, y a Bardem.
La película es de las mejores de los hermanos. Quizá por la cohesión, quizá por la trama, quizá porque todos los actores están en estado de gracia (y digo TODOS), o quizá porque es redonda. Lo que pasa es que los Coen se han serenado con los años, ahora están más profundos, y a mi me gustaban más cuando eran más divertidos. Siguen teniendo ese punto de humor negro, pero hacen crítica social, muy fina, por cierto, y eso hace que pierdan parte de ese encanto que tenía Sangre fácil, su película más favorita para mí (toma patada a la gramática, pero si los políticos lo hacen...). Lo cual no quita, sigo diciendo, para que esta sea una de las mejores, y por tanto, altamente recomendable.
Recuerda, eso sí, a demasiadas cosas. Y es que el medio oeste americano en general, y todo el interior de yanquilandia ha dado muy buenas películas. Reminiscencias llegan de Perdita Durango, de Un plan sencillo, de Aflicción... y de tantas otras maravillas cinematográficas llenas de tramas policiacas, sudor, sangre, arena (o nieve) y conflictos no resueltos. Pero, quizá porque también es de ellos, a mi a la que más me recuerda es a Fargo, ese otro monumento al interior americano (sólo que en el otro extremo del país) que erigieron estos hermanos allá por 1996, y que tan buenos resultados les dio en todos los sentidos.
Resultados que esperan repetir en esta edición de los premios de la academia de cine americana (qué coñazo, en adelante el Premio) gracias, en parte, al buen trabajo de Javier Bardem. Y ahora sí que vamos al turrón. Por lo visto para que la gente se de cuenta de que Bardem es un gran actor han tenido que bombardearnos con la posibilidad de que le den el Premio. Y el país entero lo ha convertido en una cuestión casi de Estado. Pues bien, Bardem era muy buen actor antes, lo sigue siendo ahora, y lo seguirá siendo después (independientemente de lo que haga). No hace falta que le den ningún premio para eso. Pero como en este país, que tanto nos reímos del chovinismo de los franceses, cada vez que hay algo nacionalizado que triunfa fuera, lo convertimos en una cuestión de honor patrio, ahí andamos escuchando todo tipo de suposiciones acerca de su papel, de por qué no lo han presentado a la candidatura de protagonista, de por qué no se lo van a dar (porque por supuesto es el más mejor aunque nadie haya visto el resto de películas que compiten)... en fin, que nosotros no tiramos para lo nuestro, vamos... Pues miren ustedes, a mi me da exactamente igual que le den el Premio o no. Va a seguir siendo igual de buen actor, y el Premio, generalmente, nunca tiene que ver con eso... De todas formas, mucha suerte.

No hay comentarios: