No me cuesta reconocer (otra cosa es que esté orgulloso de ello) mi ignorancia respecto al cine italiano de más allá de los sesenta (si exceptuamos a Visconti y Fellini). Siempre tuve la impresión de que llegaba con cuentagotas a nuestras pantallas y lo poco que llegaba no siempre merecía el esfuerzo.Pero a mediados de los noventa, años después de su estreno (que supongo se produciría aunque fuera minoritario) tuve la oportunidad de ver por primera vez una película de uno de los directores italianos más sencillos y a la vez preclaros de los que ahora mismo tengo conocimiento.
En realidad siempre que me he acercado al cine de Moretti las sensaciones han sido las mismas. Moretti parece realizar una terapia con el cine (lo mismo que Allen, pero de verdad) en la que cuenta historias propias más o menos deformadas y con las que pretende alejar a sus fantasmas.
Caro diario es quizá la máxima expresión de esa personalización de su obra, empezando porque como el mismo título indica, Moretti refleja un diario de sus impresiones acerca de su país, acerca de su evolución, acerca del estado del hombre y, sobre todo, acerca de si mismo y cómo todo ello le afecta.
Deliciosa comedia en la que lo amargo inunda todo el metraje, Caro diario mantiene un ritmo pausado, perfectamente realista y poéticamente bello. Es una mirada tranquila, concisa y profunda a la vida de un autor que se plantea demasiadas cosas, entre ellas precisamente su vida (y su actividad cinematográfica por ende) y que no deja de se una inteligentísima vuelta al neorrealismo en los albores del siglo XXI, cuando ya supuestamente no hay ladrones de bicicletas, pero los avances no tienen todas las respuestas posibles a la vida.
Y cuando todavía se puede dar un maravilloso paseo en Vespa. La nostalgia, italiana como ella sola...
En realidad siempre que me he acercado al cine de Moretti las sensaciones han sido las mismas. Moretti parece realizar una terapia con el cine (lo mismo que Allen, pero de verdad) en la que cuenta historias propias más o menos deformadas y con las que pretende alejar a sus fantasmas.
Caro diario es quizá la máxima expresión de esa personalización de su obra, empezando porque como el mismo título indica, Moretti refleja un diario de sus impresiones acerca de su país, acerca de su evolución, acerca del estado del hombre y, sobre todo, acerca de si mismo y cómo todo ello le afecta.
Deliciosa comedia en la que lo amargo inunda todo el metraje, Caro diario mantiene un ritmo pausado, perfectamente realista y poéticamente bello. Es una mirada tranquila, concisa y profunda a la vida de un autor que se plantea demasiadas cosas, entre ellas precisamente su vida (y su actividad cinematográfica por ende) y que no deja de se una inteligentísima vuelta al neorrealismo en los albores del siglo XXI, cuando ya supuestamente no hay ladrones de bicicletas, pero los avances no tienen todas las respuestas posibles a la vida.
Y cuando todavía se puede dar un maravilloso paseo en Vespa. La nostalgia, italiana como ella sola...
2 comentarios:
Yo con este no puedo... Es verlo y se me aparece el fantasma de Emilio Aragón... Sí, soy muy raro, ya lo sé...
Pues a mí sí me que gusta, me acuerdo cuando vi "La misa ha terminado", antes del boom de Caro Diario (qué tiempos!)
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