Creo fervientemente que esta película es la obra más compleja y redonda del actor y posteriormente director Tim Robbins, un personaje de Hollywood metido a activista en compañía de mujer, la enorme Susan Sarandon que, tras varios intentos por hacer crítica política más o menos acertados pero quizá excesivamente obvios, consigue su propósito con un film coral en tono de comedia (recordando de lejos al mejor Altman, ese que le dio a Robbins el papel de su vida como magnate en The player) que recorre los primeros años del Comité de Actividades Antiamericanas sirviéndose como base el frustrado estreno de Cradle will rock bajo la dirección de Orson Welles.
Una comedia basada en hechos acaecidos allá por finales de la década de los treinta, que no sólo tiene como personajes históricos reales a Welles, sino a Rockefeller y su empeño en que Diego Rivera pintara un fresco en el Rockefeller Center que luego mandaría derruir, a Frida Kahlo como defensora de Rivera, a Margherita Sarfatti intentando vender el fascismo en EEUU... y muchos otros individuos en búsqueda de poder continuar con su arte más allá de discursos políticos, simplemente como observadores del devenir social.
Con ello Robbins plantea no sólo una recreación más o menos libre de los años pre-Segunda Guerra Mundial con la Gran Depresión de fondo, plantea una defensa del "arte" como elemento más allá de la política, la economía... más allá de los valores que cimentan los Estados tal y como los conocemos, un "arte" como modo y expresión de las injusticias, de las cargas, de las incoherencias, de las trabas... un ente abstracto e independiente que llevará al ser humano a plantearse sus vidas y las formas de enmendarlas.
Y observa Robbins cómo los poderes se intentarán hacer con él, en una sutil (y espléndida) escena, la de ese baile de disfraces donde los poderes fácticos (disfrazados de condes, duques y obispos) planean controlar la expresión artística para conseguir no ser atacados por ella.
Y es que, como bien se ha demostrado a lo largo de los años "los artistas son prostitutas, como todos", aunque hay que congratularse porque todavía queden algunos que elijan con quien follar.
Una comedia basada en hechos acaecidos allá por finales de la década de los treinta, que no sólo tiene como personajes históricos reales a Welles, sino a Rockefeller y su empeño en que Diego Rivera pintara un fresco en el Rockefeller Center que luego mandaría derruir, a Frida Kahlo como defensora de Rivera, a Margherita Sarfatti intentando vender el fascismo en EEUU... y muchos otros individuos en búsqueda de poder continuar con su arte más allá de discursos políticos, simplemente como observadores del devenir social.
Con ello Robbins plantea no sólo una recreación más o menos libre de los años pre-Segunda Guerra Mundial con la Gran Depresión de fondo, plantea una defensa del "arte" como elemento más allá de la política, la economía... más allá de los valores que cimentan los Estados tal y como los conocemos, un "arte" como modo y expresión de las injusticias, de las cargas, de las incoherencias, de las trabas... un ente abstracto e independiente que llevará al ser humano a plantearse sus vidas y las formas de enmendarlas.
Y observa Robbins cómo los poderes se intentarán hacer con él, en una sutil (y espléndida) escena, la de ese baile de disfraces donde los poderes fácticos (disfrazados de condes, duques y obispos) planean controlar la expresión artística para conseguir no ser atacados por ella.
Y es que, como bien se ha demostrado a lo largo de los años "los artistas son prostitutas, como todos", aunque hay que congratularse porque todavía queden algunos que elijan con quien follar.
1 comentario:
Abajo el Telón la tengo comprada en dvd desde hace más de 1 año... y aún no me digas por qué no me he animado a verla. Tendré en cuenta tu post para animarme. Saludos
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