jueves, 1 de octubre de 2009

Destrozando a... Cuernos de espuma

Cuernos de espuma (Manuel Toledano, 1997)


La trágica muerte a los treinta y dos años de su director por un fallo cardiaco hizo, según he podido leer por la blogosfera, que se alzase al fallecido y a su primera película a los altares de la militancia gay.
La dificultad que se nos presenta consiste en que la militancia nada tiene que ver con la calidad artística, y por más que Toledano hiciera una película referencia de las muchas miserias de la noche y su fallecimiento lo convirtiera en ídolo de la causa, lo cierto es que el film en cuestión deja bastante (o mucho) que desear.
En un momento en que la cinematografía española comen
zaba a abrirse puertas y se decantaba por cierta liberación (sexual) que en realidad no lo era tanto, el que un director desconocido contratara actores desconocidos y filmara una supuesta comedia (que a mi no me provocó ni siquiera una mínima sonrisa) en New York, New York parecía, junto con el desembarco americano de Coixet y la creación mediática de ese subgénero (afortunadamente efímero) llamado "comedia petarda" (que, al igual que la llamada "removida" madrileña, ofrecía más marketing que verdadero movimiento intelectual de calado), una toma de aire fresco en una cinematografía especialmente dada a seguir llorando los horrores de una guerra de la que nadie ya quería oír hablar y a reír comedias costumbristas que cada vez tenían menos gracia.
Desde ese punto de vista es cierto que esta cinta es, al menos, rompedora, pero no hay que olvidar que de lo que estamos hablando es de cine y que un par de planos ingeniosos no pueden (ni deben) calificar una película per se.


El llamativo y terrorífico episodio del asesinato que los actores reales recrearon (realmente) según las premisas del film y previo a su estreno tampoco ayudó a una película que prometía en todo caso más de lo que daba, pero que se quedaba en lo anecdótico al igual que el suceso inquietante y perturbador que la publicitó tanto que produjo en gran parte del público potencial más aversión que otra cosa.
Que quizá Toledano hubiera podido hacer mucho más es algo que yo al menos no pondré en duda. Que no podemos exagerar las virtudes de un film que tiene pocas es algo que también deberían tener en cuenta muchos.


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