Esta es la película que consiguió que a Nicole Kidman la consideraran de verdad una actriz (y grande) para que ella lo haya estropeado a base de inyectarse el suficiente botox que necesitaría cualquier Hogar del Pensionista de este país junto, y acabar sin expresividad alguna en el rostro.
Gus van Sant realiza un telefilm (porque esta misma historia la he visto yo no pocas veces en Antena 3 los fines de semana a media tarde) acerca de una chica que se casa con el guapo de la función (Matt Dillon), que pretende ser guapa, rica y famosa, y cuyo marido, contra todo (su) pronóstico, en vez de apoyarla, quiere preñarla y que ella no pueda conseguir su sueño. Como lo que no puede ser, no puede ser, la pérfida engatusa a un grupo de adolescentes, enamorando a uno que será el que se encargue de liquidar a su pobre marido para que ella pueda conseguir su sueño, aunque sea detenida y camino de la silla eléctrica.
Lo que diferencia esta película de cualquiera de esos telefilms a los que me refería antes, es que van Sant es director de cine, y por mucho que la única novedad que tuviera su Psycho respecto al original fuera que Vigo Mortensen enseñara el culo, sabe dirigir cine. Y crea una película en base a flash-backs, a conversaciones grabadas en cintas de video, a deconstruir el tiempo para ir hacia delante, que, si bien no es nuevo, si que ayuda a darle agilidad a un guión que todos teníamos muy vistos. Ayudado para ello de una Nicole Kidman que se merecía algún premio que no le dieron, igual que todo el resto del reparto (Joaquin Phoenix está que se sale). Y además tiene un tono de humor cáustico durante todo su metraje que sus iguales no poseen, y que hacen que esto sea otra cosa.
Gus van Sant realiza un telefilm (porque esta misma historia la he visto yo no pocas veces en Antena 3 los fines de semana a media tarde) acerca de una chica que se casa con el guapo de la función (Matt Dillon), que pretende ser guapa, rica y famosa, y cuyo marido, contra todo (su) pronóstico, en vez de apoyarla, quiere preñarla y que ella no pueda conseguir su sueño. Como lo que no puede ser, no puede ser, la pérfida engatusa a un grupo de adolescentes, enamorando a uno que será el que se encargue de liquidar a su pobre marido para que ella pueda conseguir su sueño, aunque sea detenida y camino de la silla eléctrica.
Lo que diferencia esta película de cualquiera de esos telefilms a los que me refería antes, es que van Sant es director de cine, y por mucho que la única novedad que tuviera su Psycho respecto al original fuera que Vigo Mortensen enseñara el culo, sabe dirigir cine. Y crea una película en base a flash-backs, a conversaciones grabadas en cintas de video, a deconstruir el tiempo para ir hacia delante, que, si bien no es nuevo, si que ayuda a darle agilidad a un guión que todos teníamos muy vistos. Ayudado para ello de una Nicole Kidman que se merecía algún premio que no le dieron, igual que todo el resto del reparto (Joaquin Phoenix está que se sale). Y además tiene un tono de humor cáustico durante todo su metraje que sus iguales no poseen, y que hacen que esto sea otra cosa.