Aunque el recinto es lo de menos. La compañía de la cerveza Dorada organiza un festival que recorre todas las islas y que trae a gente muy buena, de rock de toda la vida. El concierto de Rosendo fue estupendo, como era de esperar. Venía a presentar el último disco, y eso fue lo que hizo. Y para que los incondicionales y seguidores de toda la vida no nos quedáramos frustrados, al final tocó Agradecido, Flojos de pantalón, Masculino singular, Maneras de vivir, Pan de higo, y todo lo que a mi se me pasaba por la cabeza. Casi ninguno de los no muchos que ahí estábamos nos sabíamos las canciones del último disco (incluído yo, que me lo compré nada más salir, pero no le he hecho mucho caso), pero da lo mismo, porque Rosendo sigue tocando lo mismo casi treinta años después, el mismo rock que ha tocado siempre. Y es ahí donde está su grandeza, porque a pesar de seguir tocando lo mismo y con los mismos contenidos, no deja de sorprender su capacidad para hacer letras y dar giros de tuercas a las mismas guitarras, bajos y baterías de siempre. Y esa es toda la crónica del concierto de Rosendo. Ya a estas alturas, decir algo más sería perder el tiempo. Es muy grande.
Pero la organización fue insufrible. El festival se organiza en la carpa del título del mismo, donde no se permitía fumar (no fumar en un concierto de rock, dios...), todo se escucha desde fuera, con lo que fuimos pocos los que pagamos los 19 eurazos que costó el concierto, comenzó una hora tarde, los teloneros eran El bar de Moe, un grupo autóctono que suenan a El canto del loco en light, y que, por lo tanto, no pegaban ni con cola, y en los cortes antes, entre y después de los conciertos, ponían a Pastora y a Dover en la última época. Es decir, todo un despropósito. Menos mal que Rosendo es muy grande.
P.D. Por si no quedó claro: Qué grande eres, Rosendo.
Pero la organización fue insufrible. El festival se organiza en la carpa del título del mismo, donde no se permitía fumar (no fumar en un concierto de rock, dios...), todo se escucha desde fuera, con lo que fuimos pocos los que pagamos los 19 eurazos que costó el concierto, comenzó una hora tarde, los teloneros eran El bar de Moe, un grupo autóctono que suenan a El canto del loco en light, y que, por lo tanto, no pegaban ni con cola, y en los cortes antes, entre y después de los conciertos, ponían a Pastora y a Dover en la última época. Es decir, todo un despropósito. Menos mal que Rosendo es muy grande.
P.D. Por si no quedó claro: Qué grande eres, Rosendo.
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