Wednesday (serie de TV, MGM Television/ Millar Gough Ink/Glickmania/Tim Burton Productions/ Toluca Pictures/ Netflix)
Que a estas alturas Netflix, esa cadena de streaming cuya suscripción media es más cara que cualquier otra ofreciendo peor calidad de imagen y un catálogo que tiene como principal eje conductor la mediocridad, siga aún siendo capaz de generar expectación es digno de estudio. También es verdad que de estudio del público, porque creerse las expectativas cuando se promete recuperar el espíritu de las publicaciones originales a la vez que el de las películas de los noventa, transportándola al público del siglo XXI contando con muchos actores famosos adultos que, Gwendoline Christie aparte, nadie de ese siglo XXI ha visto actuar, y con el renombre de un Tim Burton en horas más que bajas y del que a estas alturas hace ya mucho que casi nadie espera nada, al menos bueno, es más para que nos hiciéramos mirar el empeño en fascinarnos por lo más mínimo que se nos prometa, la verdad. Pero el punto de partida es ese, y tal y como era de esperar con esos mimbres, al final nada.
No me entiendan mal, Wednesday es una serie honesta que, salvo la escena inicial en el colegio normalizado (único guiño real a las películas de Barry Sonnenfeld) da lo que promete desde el inicio, una tontería de misterio para púberes con todos los tópicos posibles de las series tontas de misterios para adolescentes, incluyendo marginaciones, conflictos, intereses amorosos no correspondidos y señalar mucho a un presunto culpable para que no nos fijemos en la trampa, evidentísima una vez termina todo, en la que nos hemos visto envueltos desde el principio. Todo eso acompañándolo de estética gótica chic y bailecitos a imitar en Tik Tok. Y en ese sentido, y si no somos especialmente exigentes con las incoherencias en el guión, la serie es disfrutable tanto por la trama general como por la factura, impecable, eso sí. Por más que todo se alargue mucho más de la cuenta y se terminen dedicando tres capítulos a lo que podría haberse solucionado en diez minutos, pero todo sea por completar el número mínimo de horas para que las suscripciones se renueven.
El problema para el público no adolescente, y especialmente para los que disfrutamos de las películas en los noventa, es que, por más protagonista interesante que tenga, por más que haya un par de momentos de humor gris, más que negro, por más que haya destellitos de lo que nos dieron previamente, y prometieron durante todo el tiempo en que estuvieron anunciándola, el personaje principal se convierte en otra adolescente queriendo ser especial ya en el primer capítulo, ni está ni se le espera la mala baba, el señalamiento directo de la maldad del humano frente al monstruo, la socarronería, los planos imposibles, las carreras, la diversión... Una lástima. Volví hace no mucho a ver Addams Family Values, que no deja de ser un capítulo alargado de lo que podría haber sido una serie cojonuda, y me sigue pareciendo una comedia fabulosa.
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