Nawya Nimri (A petición popular porque yo no tengo nada malo que decir de esta...¿a qué habíamos dicho que se dedicaba?)
No quiero dar las conclusiones demasiado pronto, pero recapacitemos. ¿En que país del mundo con una industria cinematográfica inexistente y un panorama musical desolador, una señora que no tiene voz y no sabe actuar llevaría hechos diez discos y veintiocho películas en quince años? Pues en uno de pandereta, como el nuestro.
Reconoceré, porque lo hago y porque los tengo, que por más que se dedique a copiar a Björk en su versión más comercial, alguno de sus discos son más que salvables, aunque personalmente prefiero darle el mérito a Carlos Jean. Pero no seré hipócrita (ya digo que mi colección de cedeses me delataría) y asumo que algunas de sus propuestas musicales se salen de la mediocridad imperante en los cantantes españoles, sin ser ella nada de eso, porque a pesar de no tener voz, para hacer lo que ella hace, tampoco la necesita.
Pero el tema de la actuación ya es otro cantar...
Estar casada con un director de cine abre muchas puertas. Si es un director que se puede apuntar a una moda (en el caso de Calparsolo o Calparsoro o como se escriba, que nadie se pone de acuerdo, el de la hornada de nuevos directores vascos) dará para hacer una película inicial con cierto interés y otras cuantas que pasarán sin pena ni gloria (ya dije hace tiempo que a mi me gustó Asfalto, pero hasta en eso soy raro) y donde su esposa se podría dedicar a hacer lo que hace siempre: susurrar y poner cara de espantada sin saber entonar el texto y sin que los demás seamos conscientes de los motivos de sus impostadas angustias.
Amenábar la contrató para la infumable Abre los ojos (que ya se que tiene muchos frans, entre los que no me encuentro, como ya expliqué aquí) para hacer, como dicen Jordi Costa y Darío Adanti en la estupenda "Mis problemas con Amenábar" (a reivindicar uno de estos días) de "femme fatale" cuando ya ella es "fatal", creando así un monstruo que, como todo lo que viene del niño mimado del cine español, se creyó bueno (aunque está peor que Penélope, que ya es decir).
Para acabar de rematar la faena llegó un Medem en franca decadencia, pero que gracias al éxito mediático de Los amantes del Círculo Polar, consiguió que la susurradora se hiciera con un nombre y, en base a esa misma incapacidad fonatoria, se convirtiera en una especie de icono para directores más preocupados de la presencia que del cine.
Y Medem la siguió llamando, Salazar (que todavía está por hacer una película decente por más que en mundo gay patrio Piedras, donde hasta la gran Vicky Peña está espantosa, sea considerada una cuasi-obra maestra) la subió a los altares y a La Fura dels Baus se les acabó de ir la pinza llamándola para su versión de Fausto.
Total, que quince años después de que saltara al vacío sin desnuncarse, continúa sin saber dicción, sin que se la escuche cuando habla, y sin ser capaz de expresar nada que no tenga que ver con sus (preciosos, porque ahí está el secreto de su éxito) ojos mirando a la lejanía.
Eso sí, ella va de diva progre y de artista polifacética, y como la Etxebarría, tiene a su grupo de acólitos jadeándola. Lo único que explicaría que se le de el calificativo de actriz sería una enfermedad neurológica degenerativa. Y si fuera así... retiro todo lo dicho y ella que se retire a descansar por su bien y el de los demás.
Reconoceré, porque lo hago y porque los tengo, que por más que se dedique a copiar a Björk en su versión más comercial, alguno de sus discos son más que salvables, aunque personalmente prefiero darle el mérito a Carlos Jean. Pero no seré hipócrita (ya digo que mi colección de cedeses me delataría) y asumo que algunas de sus propuestas musicales se salen de la mediocridad imperante en los cantantes españoles, sin ser ella nada de eso, porque a pesar de no tener voz, para hacer lo que ella hace, tampoco la necesita.
Pero el tema de la actuación ya es otro cantar...
Estar casada con un director de cine abre muchas puertas. Si es un director que se puede apuntar a una moda (en el caso de Calparsolo o Calparsoro o como se escriba, que nadie se pone de acuerdo, el de la hornada de nuevos directores vascos) dará para hacer una película inicial con cierto interés y otras cuantas que pasarán sin pena ni gloria (ya dije hace tiempo que a mi me gustó Asfalto, pero hasta en eso soy raro) y donde su esposa se podría dedicar a hacer lo que hace siempre: susurrar y poner cara de espantada sin saber entonar el texto y sin que los demás seamos conscientes de los motivos de sus impostadas angustias.
Amenábar la contrató para la infumable Abre los ojos (que ya se que tiene muchos frans, entre los que no me encuentro, como ya expliqué aquí) para hacer, como dicen Jordi Costa y Darío Adanti en la estupenda "Mis problemas con Amenábar" (a reivindicar uno de estos días) de "femme fatale" cuando ya ella es "fatal", creando así un monstruo que, como todo lo que viene del niño mimado del cine español, se creyó bueno (aunque está peor que Penélope, que ya es decir).
Para acabar de rematar la faena llegó un Medem en franca decadencia, pero que gracias al éxito mediático de Los amantes del Círculo Polar, consiguió que la susurradora se hiciera con un nombre y, en base a esa misma incapacidad fonatoria, se convirtiera en una especie de icono para directores más preocupados de la presencia que del cine.
Y Medem la siguió llamando, Salazar (que todavía está por hacer una película decente por más que en mundo gay patrio Piedras, donde hasta la gran Vicky Peña está espantosa, sea considerada una cuasi-obra maestra) la subió a los altares y a La Fura dels Baus se les acabó de ir la pinza llamándola para su versión de Fausto.
Total, que quince años después de que saltara al vacío sin desnuncarse, continúa sin saber dicción, sin que se la escuche cuando habla, y sin ser capaz de expresar nada que no tenga que ver con sus (preciosos, porque ahí está el secreto de su éxito) ojos mirando a la lejanía.
Eso sí, ella va de diva progre y de artista polifacética, y como la Etxebarría, tiene a su grupo de acólitos jadeándola. Lo único que explicaría que se le de el calificativo de actriz sería una enfermedad neurológica degenerativa. Y si fuera así... retiro todo lo dicho y ella que se retire a descansar por su bien y el de los demás.
4 comentarios:
Jadeándola, como para darle resuello. A mí como actriz me gustó en "Mataharis", una película en la que susurra poco. Como cantante me gusta mucho su disco Walkabout y aguna cancioncilla de otros, como That Cyclone. En los conciertos dicen que se toca mucho y eso, qué duda cabe, invita al jadeo.
Es una muestra del lirismo falso que aqueja a mucho artisteo patrio.
Y yo también la confundo con Silke, otra que se perdió las clases de dicción.
En realidad, la mala dicción es un problema muy extendido. A Penélope tampoco se le entendía nada hasta ayer.
Gracias, de verdad, gracias.
las que tú tienes, guapísma
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