De alguien que fue capaz de perpetrar El cuervo y poco después dirigir esa pequeña joya que se llamó Dark City se puede esperar prácticamente cualquier cosa. Incluso puede esperarse que teniendo un guión de ciencia ficción espléndido basado, aunque vagamente, en las Leyes fundamentales de la robótica de Asimov (además de compartir título), se dedique a darle la cuota chistosa que los amantes de The Fresh Prince querían de Will Smith estando casi a punto de estropear una película por lo demás impoluta si consideramos sólo el entretenimiento.
Si consideramos el abismo que termina separando la propuesta de Proyas de toda la temática Asimoviana nos daremos cuenta de que, por más que por momentos se acerque, las demasiadas concesiones a la comercialidad del film terminan haciendo sombra a lo que se intuye como una lúcida mirada al desarrollo de vida inteligente, como una aproximación a la aberración que pudiera suponer que el hombre juegue a ser Dios sin tener el poder que un Dios tendría para corregir lo que ha hecho.
Tanta cera para tan poca mecha entre chistes de superhéroe chulesco y artillería visual (la escena de la persecución por el túnel es grandiosa en ese sentido) que Proyas acaba por dejar la filosofía para otro momento y entregarse a la narración de la historia que, al fin y al cabo, tampoco es mala opción.
Eso sí, por más que se esfuerce en hacer planos impactantes, lejos está el miedo que inspira la nada de Dark City con el de la reunión robótica de esta... tan lejos como la profundidad que las separa cuando en esencia están contando lo mismo.
Si consideramos el abismo que termina separando la propuesta de Proyas de toda la temática Asimoviana nos daremos cuenta de que, por más que por momentos se acerque, las demasiadas concesiones a la comercialidad del film terminan haciendo sombra a lo que se intuye como una lúcida mirada al desarrollo de vida inteligente, como una aproximación a la aberración que pudiera suponer que el hombre juegue a ser Dios sin tener el poder que un Dios tendría para corregir lo que ha hecho.
Tanta cera para tan poca mecha entre chistes de superhéroe chulesco y artillería visual (la escena de la persecución por el túnel es grandiosa en ese sentido) que Proyas acaba por dejar la filosofía para otro momento y entregarse a la narración de la historia que, al fin y al cabo, tampoco es mala opción.
Eso sí, por más que se esfuerce en hacer planos impactantes, lejos está el miedo que inspira la nada de Dark City con el de la reunión robótica de esta... tan lejos como la profundidad que las separa cuando en esencia están contando lo mismo.
2 comentarios:
One of my favorite movies.
La tengo en dvd y tengo ganas de revisar Yo, robot... no la recuerdo mal Dark City la volví a ver hace poco y me mola mucho esa peli. Saludos!
Publicar un comentario