Todo el mundo tiene sus debilidades, hasta los más cultivados. Es por eso que cuando empecé a leer reseñas de The Hangover escritas por gente con mucho criterio que ensalzaban las virtudes de una película cuyo título en español era ese (una de esas traducciones espantosas que el Menestrerio de Incultura debería prohibir), pensé que el mundo había llegado a su fin o, en su defecto, la humanidad estaba perdiendo la cabeza para situarse a mi nivel.
Ha sido un año después de su estreno, cuando más por curiosidad que por interés real me he puesto a verla, el momento en que he descubierto que, efectivamente, tenían razón y que, tras la apariencia (y el título en español que es horroroso horroroso) de un American Pie para treintañeros se esconde una comedia que está más cerca de Historias de Philadelphia que de la supuesta comedia cafre que su publicidad nos vendía.
Magníficamente escrita y con un guión perfectamente hilvanado, que sirve de base a una dirección comedida y que huye de efectismos, The Hangover es una comedia de enredo en la línea de las comedias clásicas donde no se necesita recurrir a la escatología ni a los chistes fáciles para hacer reir, sino que basa su eficacia en su concatenación de gags y en las situaciones provocadas por unos personajes cuya noche de borrachera (y rohipnoles) y la posterior búsqueda del novio perdido al que tienen que llevar a la boda les servirán para hacer análisis de sus vidas y plantearse las posibilidades de cambio respecto a lo que tienen.
Porque The Hangover en el fondo habla de eso, de la fantasía de la juventud y la necesidad de hacernos mayores, de que por más que queramos comportarnos como adolescentes descerebrados llega un momento en el que tenemos que hacernos cargo de nosotros mismos y llegar a un equilibrio entre lo divertido y lo razonable, entre lo que no queremos perder y la necesidad de madurar y hacernos cargo de nuestras vidas. De que con treintaytantos no se puede vivir en American Pie, que tenemos que empezar a adorar a Billy Wilder, miren ustedes...
Ha sido un año después de su estreno, cuando más por curiosidad que por interés real me he puesto a verla, el momento en que he descubierto que, efectivamente, tenían razón y que, tras la apariencia (y el título en español que es horroroso horroroso) de un American Pie para treintañeros se esconde una comedia que está más cerca de Historias de Philadelphia que de la supuesta comedia cafre que su publicidad nos vendía.
Magníficamente escrita y con un guión perfectamente hilvanado, que sirve de base a una dirección comedida y que huye de efectismos, The Hangover es una comedia de enredo en la línea de las comedias clásicas donde no se necesita recurrir a la escatología ni a los chistes fáciles para hacer reir, sino que basa su eficacia en su concatenación de gags y en las situaciones provocadas por unos personajes cuya noche de borrachera (y rohipnoles) y la posterior búsqueda del novio perdido al que tienen que llevar a la boda les servirán para hacer análisis de sus vidas y plantearse las posibilidades de cambio respecto a lo que tienen.
Porque The Hangover en el fondo habla de eso, de la fantasía de la juventud y la necesidad de hacernos mayores, de que por más que queramos comportarnos como adolescentes descerebrados llega un momento en el que tenemos que hacernos cargo de nosotros mismos y llegar a un equilibrio entre lo divertido y lo razonable, entre lo que no queremos perder y la necesidad de madurar y hacernos cargo de nuestras vidas. De que con treintaytantos no se puede vivir en American Pie, que tenemos que empezar a adorar a Billy Wilder, miren ustedes...
3 comentarios:
Quizás fuera por el título o por algún juicio preconcevido, esta película me descolocó. No era lo que esperaba y me dejó algo frio. Quizás deba darle una segunda oportunidad...
Genial, muy buena. La nueva peli de este director, a punto de estrenarse en cartelera.
¿Ves, que te lo dije, que te iba a gustar?... Y el homenaje a LA FIERA DE MI NIÑA es brutal... Divertidísima...
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