Ante el estreno de la tercera parte de Toy Story e invadido por la fascinación que me causaron las estupendas Up y, sobre todo, Wall-E mucho después de su estreno, me decidí a recorrer los pocos universos surgidos de la factoría Pixar que aún no conocía como medida de estimulación para poder salir de casa e ir, por fin, al cine. El por qué parece que ya estoy esperando que salga el DVD de Toy Story es una historia que, como todos los veranos, el calor justificará.
Pero si que ha servido para algo el empacho animatorio, y es que he descubierto que ante la propuesta menos apetecible de la compañía americana se escondía, sin embargo, una de sus películas más maduras e interesantes.
Ratatouille es, como todo en Pixar, simple en apariencia en las formas, lineal en el desarrollo (planteamiento, nudo y desenlace) pero profunda en los contenidos. Comentabamos el otro día unos amigos que, por fin, se ha logrado hacer cine familiar de verdad de mano de este estudio. Porque si los niños se ríen y hasta se emocionan (sobre todo se divierten) viendo las andanzas de Remy y sus desventuras a la carrera, los adultos que intentamos mirar un poco más allá (que cada día que pasa me parece que somos menos) vemos que detrás del despliegue técnico y del producto de entretenimiento se nos habla de muchas más cosas, empezando por el tópico típico de que lo de que "cada mochuelo a su olivo" por más que forme parte del refranero, no necesariamente tiene que ser verdad.
Así una rata asquerosa (que si, que cae simpática, pero de aspecto da mucha cosica) se convierte para deleite de todo Paris en la revolución culinaria de la ciudad sin que nadie lo sospeche, ayudado por la suerte y por un mequetrefe al que esta le sonríe un poco más de lo que se merece.
Y mientras va sucediendo asistimos al espectáculo de las apariencias, del snobismo, de la categorización, de los inspectores de Sanidad que cierran comercios aunque las ratas que preparan la cocina se hayan aseado en el lavavajillas, de críticos envidiosos que quieren lapidar a sus criticados, de futilidad y de la imbecilidad de buscar lo innovador como leit motiv único de la creación.
De como un plato tradicional bien hecho puede seducir, y seduce, mucho más que la pretendida y buscada vanguardia. De cómo una película al final es dirección, guión y actores (en este caso animados), por más que algún experimento sea bienvenido... pero la experimentación por la experimentación...
Pero si que ha servido para algo el empacho animatorio, y es que he descubierto que ante la propuesta menos apetecible de la compañía americana se escondía, sin embargo, una de sus películas más maduras e interesantes.
Ratatouille es, como todo en Pixar, simple en apariencia en las formas, lineal en el desarrollo (planteamiento, nudo y desenlace) pero profunda en los contenidos. Comentabamos el otro día unos amigos que, por fin, se ha logrado hacer cine familiar de verdad de mano de este estudio. Porque si los niños se ríen y hasta se emocionan (sobre todo se divierten) viendo las andanzas de Remy y sus desventuras a la carrera, los adultos que intentamos mirar un poco más allá (que cada día que pasa me parece que somos menos) vemos que detrás del despliegue técnico y del producto de entretenimiento se nos habla de muchas más cosas, empezando por el tópico típico de que lo de que "cada mochuelo a su olivo" por más que forme parte del refranero, no necesariamente tiene que ser verdad.
Así una rata asquerosa (que si, que cae simpática, pero de aspecto da mucha cosica) se convierte para deleite de todo Paris en la revolución culinaria de la ciudad sin que nadie lo sospeche, ayudado por la suerte y por un mequetrefe al que esta le sonríe un poco más de lo que se merece.
Y mientras va sucediendo asistimos al espectáculo de las apariencias, del snobismo, de la categorización, de los inspectores de Sanidad que cierran comercios aunque las ratas que preparan la cocina se hayan aseado en el lavavajillas, de críticos envidiosos que quieren lapidar a sus criticados, de futilidad y de la imbecilidad de buscar lo innovador como leit motiv único de la creación.
De como un plato tradicional bien hecho puede seducir, y seduce, mucho más que la pretendida y buscada vanguardia. De cómo una película al final es dirección, guión y actores (en este caso animados), por más que algún experimento sea bienvenido... pero la experimentación por la experimentación...
2 comentarios:
Esa alegato final del crítico feroz y su reflexión sobre su trabajo es magistral.
Te voy a confesar algo, esta es la única pelí animada que me ha rbado un par de lágrimas, como dice Pepe Cahiers, el alegato del crítico es simplemente sublime...
Publicar un comentario