No conozco demasiado el cine de Alan Rudolph y lo poco que conozco no me parece ni de lejos brillante. Y a pesar de ello recuerdo sus películas con cierto regusto agradable que muchas veces no tiene demasiado que ver con el aire apesadumbrado y agrio que rezuman.
En el caso de Investigating sex estamos ante una comedia romántica que podría ser como tantas otras si no fuera porque Rudolph imprime ese carácter casi trágico en algunas situaciones y termina de no salir del todo bien lo que sin embargo parece que lo ha hecho... no se si me explico.
En base a la historia del desarrollo de un estudio más o menos científico acerca del sexo, motivo por el que se convoca a distintas personas a una casa de campo, Rudolph realiza un estudio de personajes interesante que, sin embargo, no deja de caer en ciertos clichés que intenta esquivar con más pericia que soltura.La casquivana, el marido cornudo (en este caso voyeur), la puritana que se enamora, el viejo ricachón que quiere vivir la vida... no falta ni uno de todos los estereotipos de una comedia sexual en este intento de circo de Rudolph que él mismo toma demasiado en serio, por lo que funciona (y lo hace) como comedieta, pero se queda a medias en el resto de sus pretensiones.
Claro que también es verdad que los personajes, por muy arquetípicos que resultan, están moldeados para que se les coja cariño (a casi todos ellos, que no a todos) y, como dije al principio, el espectador termina con una cierta sensación de bienestar y alegría que ni se corresponde con lo que se ve ni, me temo, con la calidad de lo que se ve.
Quizá ahí sea donde reside la maestría de Rudolph.
En el caso de Investigating sex estamos ante una comedia romántica que podría ser como tantas otras si no fuera porque Rudolph imprime ese carácter casi trágico en algunas situaciones y termina de no salir del todo bien lo que sin embargo parece que lo ha hecho... no se si me explico.
En base a la historia del desarrollo de un estudio más o menos científico acerca del sexo, motivo por el que se convoca a distintas personas a una casa de campo, Rudolph realiza un estudio de personajes interesante que, sin embargo, no deja de caer en ciertos clichés que intenta esquivar con más pericia que soltura.La casquivana, el marido cornudo (en este caso voyeur), la puritana que se enamora, el viejo ricachón que quiere vivir la vida... no falta ni uno de todos los estereotipos de una comedia sexual en este intento de circo de Rudolph que él mismo toma demasiado en serio, por lo que funciona (y lo hace) como comedieta, pero se queda a medias en el resto de sus pretensiones.
Claro que también es verdad que los personajes, por muy arquetípicos que resultan, están moldeados para que se les coja cariño (a casi todos ellos, que no a todos) y, como dije al principio, el espectador termina con una cierta sensación de bienestar y alegría que ni se corresponde con lo que se ve ni, me temo, con la calidad de lo que se ve.
Quizá ahí sea donde reside la maestría de Rudolph.
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