[...] Lo comprendieron porque Lucía lo había puesto en palabras, porque ellas lo habían visto con sus propios ojos y porque la estancia, la casa, y toda la ciudad estaban llenas de una tensión y una excitación que emanaban de la propia presencia del forastero; comprendieron que un hombre de verdad es un fenómeno tan extraño como una mujer de verdad.
Sandor Marai, La amante de Bolzano.
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