Pixar se está convirtiendo en la factoría cinematográfica más laureada desde su debut en el largo con Toy Story. Bien es cierto que en su matrimonio intermitente con Disney, la animación en tres dimensiones desarrollada por esta empresa devolvió al gigante americano su esplendor de tiempos remotos (cuando realizaban películas que no necesariamente eran para bebés) filmando cintas que bajo la apariencia casi de cuento de hadas modernos exploraban mundos más adultos que los de sus homólogas en animación tradicional.
Sin embargo, y a pesar de todos sus logros, sus extremadamente buenas críticas hacen pensar en qué es lo que la crítica nacional e internacional juzga como buen cine, y dónde está el criterio que llevó a considerar Amanecer, por poner un ejemplo, una obra maestra.
Los increíbles es una buena historia, divertida, entretenida y con cierto grado de profundidad, acerca del paso del tiempo y las secuelas que ese tiempo deja en nosotros, en este caso en una panda de superhéroes venidos a menos que tedrán, años después, que recuperar su estatus en un mundo que ya no los necesita. Y en esa lectura casi existencial reside gran parte de los valores de una cinta que el director de la magnífica El gigante de hierro conduce con habilidad por sendas en las que fácilmente se podría haber caído en el tópico y la cursilería.
Bird demuestra dominar el cine que hace y consigue disfrazar con humor lo que podría dar para un drama sesudo, ayudado por la necesidad de hacer una película para todos los públicos. Pero precisamente eso es lo que al final la pierde.
Los increíbles es una muy buena película, ágil, trepidante e hilarante a partes iguales... pero excesivamente puerilizada para ser considerada la obra de arte que muchos consideran que es, cosa que reside en bastante más que en filmar de forma efectiva en tres dimensiones y crear escenas colosales e impresionantes.
No es que quiera quitarle méritos, que son muchos, pero a la hora de calificar algo en grado sumo, también hay que tener en cuenta los defectos, incluso el más mínimo, que lo es.
Los increíbles es una buena historia, divertida, entretenida y con cierto grado de profundidad, acerca del paso del tiempo y las secuelas que ese tiempo deja en nosotros, en este caso en una panda de superhéroes venidos a menos que tedrán, años después, que recuperar su estatus en un mundo que ya no los necesita. Y en esa lectura casi existencial reside gran parte de los valores de una cinta que el director de la magnífica El gigante de hierro conduce con habilidad por sendas en las que fácilmente se podría haber caído en el tópico y la cursilería.
Bird demuestra dominar el cine que hace y consigue disfrazar con humor lo que podría dar para un drama sesudo, ayudado por la necesidad de hacer una película para todos los públicos. Pero precisamente eso es lo que al final la pierde.
Los increíbles es una muy buena película, ágil, trepidante e hilarante a partes iguales... pero excesivamente puerilizada para ser considerada la obra de arte que muchos consideran que es, cosa que reside en bastante más que en filmar de forma efectiva en tres dimensiones y crear escenas colosales e impresionantes.
No es que quiera quitarle méritos, que son muchos, pero a la hora de calificar algo en grado sumo, también hay que tener en cuenta los defectos, incluso el más mínimo, que lo es.
1 comentario:
Sí, estoy de acuerdo, gran película, muy entretenida y se nota que hecha por una persona que ha visto MUCHO cine, y que lo ha asimilado muy bien.
Pero quizá obra maestra... le viene grande.
pd. El Gigante de Hierro, qué desconcida y qué especial
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